El año que viene

Cierto, faltan aún unos días –pocos- para que concluya el año de 2012, sin embargo, resulta prudente hacer una evaluación con todo el tiempo del mundo, es decir, no dejar las cosas para después o para la última hora.
Recordamos aquellos días de clase en los que nos daban varios días para realizar el trabajo correspondiente a la materia, y lo dejábamos para el último día y en la noche, es decir, trabajar en forma apurada, que tiene muchos riesgos, principalmente el no poder revisar las frases.
Igual sucede en la vida: si tenemos un proyecto hecho el último día, seguramente podrá tener algunos errores que no se podrán enmendar a tiempo y marcarán los tropiezos que en forma natural aparecen en nuestra existencia.
En ese sentido, su tuviéramos la responsabilidad de compartir los conocimientos con otros, estaríamos tratando de conformar un proyecto que nos lleve a buen puerto.
Los proyectos de vida deben conformar muchas cosas, según nuestra forma de verlos: deben tener una meta muy bien establecida para poder establecer el camino a seguir en aras de obtenerla; si no tenemos esa meta, difícilmente podremos proyectar los caminos y etapas para avanzar adecuadamente.
Y la pregunta clásica: ¿cuál debe ser la meta adecuada? Hay cosas que resultan fundamentales para cada uno de nosotros, pero si no hay salud, difícilmente podríamos avanzar a buen ritmo. La salud constituye lo más importante, el tesoro más valioso que pueda tener una persona, y en ese sentido, hay que buscar conservarla al precio que sea, máxime cuando se puede lograr con acciones que no tienen mucha dificultad y sí nos ofrecen un bienestar gigantesco.
La salud se conserva con hábitos saludables -valga la redundancia- que son adquiridos en casa desde muy pequeños, sin embargo, si queremos llegar a viejos y sanos, hay que modificar algunas costumbres, algunas cosas que nos han afectado y que indudablemente han dejado huellas, cicatrices, heridas, en ocasiones, insalvables, irreparables.
Todo en la vida tiene una adecuada solución si buscamos el camino correcto. La salud, insistimos, es el más preciado trofeo, el tesoro más grande que hay que conservar a como dé lugar.
Ya sanos, o al menos, en condiciones de poder cruzar por este mundo, podemos pensar en educarnos, en tener un buen trabajo o ser competentes en el puesto donde hoy nos encontramos.
Podemos pensar en negocios y en participar activamente dentro de las acciones productivas de nuestra familia, ciudad, municipio, estado o nación, y prepararnos para ese éxito que está por venir: el éxito que merece todo ser humano.
Hay textos muy interesantes que hablan de la forma de alcanzar la felicidad, de alcanzar el éxito, sin embargo, poco se habla de lo que es ser feliz.
Ser feliz, así como se escribe, resulta difícil de describir, ya que cada quien tenemos la forma distinta de hacerlo, pero no podemos hacer menos que luchar hasta el último aliento por alcanzar esos proyectos que nos trazamos alguna vez.
Ser feliz, pues, puede incluir acciones de conservación de la salud, motivar el crecimiento cultural y personal, o conformarse con llegar a ser el número uno.
Ser feliz, desde el punto de vista de algunos, puede significar simplemente el poder tener forma de sobrevivir en un mundo hostil y difícil, pero hacerlo con alegría, con la idea de que seremos personas productivas, llenas de sentimientos positivos que tienen que ver directamente con la felicidad externa e interna.
Hagamos pues, los proyectos para el año 2013 con el corazón y la mente al mismo tiempo: no dejemos de soñar, pero no dejemos, tampoco, de tener al menos un pie en la tierra y entender nuestra situación actual ante el mundo, para luchar fuerte y activamente en pos de la felicidad que tanto merecemos y que difícilmente se deja a un lado.
Queramos ser felices, queramos entender a los demás, pero además, queramos entregar lo mejor de nosotros mismos a cada momento de nuestra existencia.
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