Después de cientos de años Melchor, Gaspar y Baltasar no salieron de Oriente con sus regalos sino de Occidente, en concreto de Andalucía, sur de España. Por lo menos ese es el nuevo origen que ha sugerido el Papa Benedicto XVI en su libro “La infancia de Jesús”.
Los misteriosos reyes provenían de los Tartessos, una milenaria cultura que floreció en la ría de Huelva que desemboca en el océano Atlántico, un lugar donde todavía se puede sentir su magia.
De costumbres fenicias y orientales, los Tartessos tenían reyes mitológicos y reales como el gigante de tres cuerpos Gerión o Argantonio, al que Herodoto describía como el Hombre de Plata, un longevo sabio que habría vivido hasta los 150 años.
De su pasado quedan datos inconclusos sobre su misteriosa desaparición que algunos comparan con la Atlántida, y su posible epicentro: la ría de Huelva, salpicada de marismas, puentes, estructuras oxidadas y flamencos rosados que sobrevuelan la zona donde podría estar sumergida Turta, la capital tartessa.
Allí se encuentra Corrales, un pequeño poblado de familias mineras donde cada Navidad no sólo ven nacer al niño Jesús sino a los reyes magos. En un lote baldío la comunidad se vuelca para construir con madera y paja un Belén (pesebre) vivente con familias hebreas y centuriones romanos.
De no ser por otro rey, Leroy Merlin, un almacen de la firma francesa construido a su lado, Corrales pasaría desapercibido entre bodegas y astilleros.
Belén minero
“¡Los reyes magos son andaluces! Nos hemos adelantado al Papa, no tenemos buey ni asno pero sí una mula, Gertrudis. Este es un Belén mágico donde caben todas las religiones”, comenta a BBC Mundo Javier Gavalda, o el Leproso, como también se identifica el presidente de la Asociación Cultural Belén en Corrales.
Más de 200 personas de diferentes generaciones participan de forma voluntaria en el montaje del Belén.
Ataviado con túnica y un farol que le ilumina su maquillaje descarnado, el Leproso se dirige al Cinema donde escenifican el encuentro de Melchor, Gaspar y Baltasar antes de partir a Belén. Una larga cola de adultos y niños de ciudades vecinas esperan una foto con sus majestades.
El Belén que comenzó hace seis años como una actividad recreativa para los jóvenes del lugar, terminó involucrando a toda la comunidad y especialmente a los mineros que quedaron desempleados después del cierre de la mina de pirita en la que trabajaban.
De camino aparecen los reyes ante el griterío del público. “Este es Melchor, trabaja en Telefónica; Gaspar, empleado de almacén y nuestro moreno comercial Baltasar, lo seguimos embetunando como toda la vida”, explica Javier mientras nos presenta al profeta, a Herodes y al pajero, este último entre risas.
Antes de que sus majestades entren al escenario Gaspar saluda a los niños mientras le explica a una vecina: “Este año no me pidan plasmas (televisores) ni hipotecas. Se me acabaron con la crisis”.
“No se conocían. Venían de un lugar que se llamaba Tartessos en la provincia de Huelva. Iban a iniciar un largo viaje lleno de peligros para encontrar el lugar donde nacería el Rey de reyes”, exclama el profeta en medio del escenario titilante de estrellas ante la mirada brillante de los niños.
“¿Si vienen de Huelva nos traerán antes los regalos?”, susurra un pequeño a sus padres que no saben qué decirle mientras los reyes eligen los presentes que le llevarán al recién nacido: “oro para el valor, incienso para la humildad y mirra para el corazón”.
A la salida las familias desfilan por el Belén viviente surcado de pequeñas casas, un molino de agua, una carpintería, un huerto o una herrería con las herramientas que los antiguos mineros utilizaban en Tharsis, una mina de pirita ubicada al norte de la provincia.
“Las hemos recuperado para el Belén. También hemos ido trayendo vigas de madera”, explica Manuel García, uno de los mineros que ha sido testigo de la transformación de la zona desde el cierre de la mina.
“Éramos cerca de 1.600, hoy sólo quedamos 23. La mayoría se ha tenido que marchar”, comenta mientras cruza miradas con dos compañeros vestidos de pastores. “El Belén nos ha servido mucho para estar activos, para aprovechar el tiempo. No es fácil quedarse sin trabajo a los 50 años”, exclama Manuel.
Fuente:
Bbc.co.uk