Los cangrejos y probablemente otros crustáceos que forman parte de nuestra dieta son sensibles ante situaciones dolorosas.
Un estudio reveló que el cangrejo de tierra, un pariente cercano de las especies que se usan para la alimentación, responde ante descargas eléctricas y en lo posible las evita.
Investigaciones anteriores demostraron que las gambas y los cangrejos ermitaños también sienten dolor.
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos, los científicos sugieren que la alimentación y la industria de la acuicultura deben reconsiderar la forma en la que tratan a los animales.
El estudio fue publicado en la revista especializada Journal of Experimental Biology.
El profesor Bob Elwood, de la Universidad Queens de Belfast, en Irlanda del Norte, le dijo a la BBC: “No sé lo que pasa por la mente de un cangrejo, pero puedo afirmar que la forma en la que reacciona va más allá de un reflejo directo y se ajusta a todos los criterios del dolor”.
Descargas eléctricas
El dolor es una experiencia subjetiva y su estudio en animales -especialmente en invertebrados como los cangrejos- no es fácil.
Pero el profesor Elwood diseñó un experimento para evaluar la forma en la que los crustáceos responden a situaciones potencialmente dolorosas.
Analizó al cangrejo de mar común (Carcinus maenas), una criatura que por lo general se refugia debajo de las piedras oscuras durante el día para evitar ser visto y comido por las gaviotas.
Noventa cangrejos fueron colocados individualmente en un espacio iluminado, dejándoles la opción de escaparse a dos refugios oscuros.
Una vez refugiados, lejos de la luz, la mitad recibió una descarga eléctrica en el primer refugio que escogieron.
Los cangrejos que experimentaron la descarga eléctrica se colocaron de nuevo en el lugar de partida y esa primera vez la mayoría regresó al mismo refugio en el que habían recibido el choque.
Los que tomaron esta decisión recibieron una descarga eléctrica por segunda vez. Pero en esta oportunidad, la dolorosa experiencia tuvo un impacto en su futuro comportamiento.
“Los cangrejos que experimentaron el impacto por segunda vez cambiaron de refugio mucho más que los que no. Dos choques fueron suficientes para producir una transformación significativa en su comportamiento”, explicó Elwood.
“Dejan lo que para ellos es un lugar muy deseado -un refugio oscuro- para salir a la luz y arriesgarse a estar en un ambiente peligroso, una elección significativa”.
Los crustáceos fueron colocados de nuevo en la arena otras ocho veces, y aunque no experimentaron ningún otro impacto, continuaron evitando el refugio en donde habían recibido las descargas eléctricas.
Los científicos concluyeron que esto era más que una simple reacción de reflejo al dolor y que los animales estaban aprendiendo de su experiencia, lo que influía en sus decisiones futuras.
A favor del bienestar de los animales
Estudios anteriores conducidos por el mismo equipo también revelaron que las gambas y los cangrejos ermitaños manifestaban un comportamiento acorde a nuestra percepción del dolor.
Con base a los resultados, ahora creen que todos los crustáceos decápodos -un grupo que también incluye a las langostas y a los cangrejos de río– reaccionarían de la misma manera.
Elwood hizo hincapié en la falta de regulaciones existentes en la actualidad para proteger el bienestar de estos animales.
Criticó las prácticas de algunas pescaderías en las que a los cangrejos con frecuencia les arrancan las tenazas con vida o los lanzan con vida en agua hirviendo para cocinarlos.
“Realmente tenemos que cuestionarnos si vale la pena someter a estas prácticas a miles de millones de animales anualmente en todo el mundo”.
Con respecto a la investigación, la doctora Lynne Sneddon, profesora de la Universidad de Chester y la Universidad de Liverpool, comentó que había sido desarrollada “correcta y meticulosamente”.
La doctora ha enfocado su investigación en el dolor del pescado, y afirmó que es posible que su equipo explore con crustáceos en un futuro.
“Se podría analiza si se dan cambios en la expresión génica, la actividad eléctrica o la liberación de hormonas, distintos a los que ocurren ante estimulaciones no dolorosas”.
Sin embargo, un portavoz de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dijo que si bien la organización llegó a la conclusión de que los peces pueden sentir dolor, en la Unión Europea, los decápodos no están clasificados como especies sensibles.
Añadió que el tema del dolor en los crustáceos era “polémico” y una cuestión de interpretación de datos.
Sin embargo, añadió que en un informe anterior sobre los animales en los laboratorios, la EFSA recomendó mejorar el bienestar de estos animales.
Fuente:
BBC.co.uk