¿Pan con lo mismo?

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El título de esta columna hace alusión al viejo comercial de la TV, muy bien realizado por cierto, donde aparece un niño que mostrando su enfado pleno, se queja con su madre de desayunar siembre lo mismo.

En este sentido, la popularidad ha tomado este mensaje televisivo para referirse a situaciones iguales o semejantes y que ya son sabidas. Como la tía que en todas sus fiestas inunda a sus invitados con tamales y frijoles licuados.

Entrando al tema y a la víspera de vacaciones escolares y de la burocracia de los tres niveles de gobierno, el Secretario de Educación Pública, el abogado toluqueño Emilio Chuayffet Chemor, toma como novedad las cuotas escolares y su obligatoriedad.

El alto funcionario federal expuso que “…se prohibirá que las cuotas sean obligatorias, y se establecerán sanciones a los directores hagan obligatoria o condicionen la entrada a la escuela, exámenes y trato equitativo, lo anterior porque no existen sanciones en este sentido.”

Quizá lo novedoso del tema es que está fuera de temporada, porque hablar de cuotas escolares es referirnos al período de inscripciones (febrero); al fin e inicio del ciclo escolar (julio, agosto y septiembre). Esta vez es en pleno marzo.

Sin pretender ser pesimista ni negativo, usted como lector y activo padre de familia al tanto de los temas de la escuela de sus hijos, sabe que este tema es tela vieja de donde cortar y que ha dado para incontables entrevistas periodísticas, marchas y protestas de padres de familia inconformes y hasta cierre de escuelas y conflictos entre docentes y directivos.

Todo por las cuotas “voluntarias” de los padres de familia.

Los padres de familia que saben de los problemas escolares de sus hijos, además de los maestros frente a grupo, están conscientes de que el gobierno federal debiera cubrir las necesidades de construcción y mantenimiento de las instituciones, pero la realidad es que hacen caso omiso de esta responsabilidad y los directivos organizan a los padres de familia para fijar cuotas y dar a sus hijos escuelas dignas, por lo menos en instalaciones.

¿Don Emilio Chuayffet estará enterado de donde sale la pintura interior, exterior y del mobiliario de las escuelas públicas? o tal vez ¿tenga alguna ligera idea de cómo se solucionan los gastos que se originan por reparaciones eléctricas o hidráulicas?

Las escuelas requieren de material de oficina y ahora con las computadoras del toner o tinta para las impresoras, independientemente de los focos fundidos o cristales rotos que la misma Secretaría de Educación se niega a dotarles.

Las facturas telefónicas, de agua potable y alcantarillado, así como de energía eléctrica son pagadas hasta con retraso con parte de las cuotas de los padres de familia.

Con la medida anunciada, seguro amenazarán con cárcel a los directivos y maestros que exijan de alguna forma el pago del compromiso que ellos mismos asumen en asamblea general, no ante los maestros, sino ante la propia directiva de padres de familia.

Este tipo de “novedosas medidas” lo único que van a propiciar es el enfrentamiento judicial entre los maestros y directivos de las escuelas que intenten apoyar a los directivos de la asociación de padres de familia, por lo que recomiendo a los docentes, intenten seguir enviando oficios con los requerimientos de sus escuelas.

En el mismo canal de la educación, pero en tema más agradable, le comento que la Escuela Primaria “Profesora Consuelo Martínez de Cuervo”, este mes de marzo celebra el 40° aniversario de haber sido fundada en la “Unidad Habitacional del Risco, CTM”, en la delegación Gustavo A. Madero, en el D. F.

Es posible que la nota no tenga nada de extraordinario, pero la dimensión es mayor, cuando nos enteramos de que la Maestra Ernestina Olmedo Núñez, actualmente catedrática de la Escuela Normal Federal de Educadoras y de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales, fue fundadora de esa escuela primaria.

El comentario de la profesora Ernestina Olmedo fue sobre la emoción de visitar y recordar los momentos iniciales de la escuela, cuando 18 jóvenes egresados de la Escuela Nacional de Maestros, tuvieron como primeras aulas la sombra de los árboles y ocasionalmente la cochera de algunos hogares de la Unidad del Risco.

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