Los avances en la construcción de ordenadores biológicos han permitido que la relación entre la ingeniería informática y la biología sea cada vez más estrecha. El futuro de la computación biológica es cada día más claro, con nuevos desarrollos que permiten imaginar un futuro ordenador basado en ADN, o la utilización de células vivas para la realización de cálculos computacionales.
Fue Adleman, un conocido matemático experto en criptografía y seguridad, el primero en demostrar la capacidad del ADN como herramienta informática. Gracias a sus innovadoras ideas, en 1994 se desarrolló el primer “ordenador basado en el ADN”, la molécula encargada de portar la información genética en los seres vivos.
Hoy en día podemos definir la computación biológica como “el uso de organismos vivos o sus componentes para realizar cálculos computaciones u otro tipo de operaciones asociadas con la computación”. Como vemos, esta explicación es demasiado vaga, por lo que podemos asignar tres áreas de trabajo de la computación biológica:
Unión de organismos vivos con sistemas de computación convencionales
Ordenadores de ADN
Desarrollo de células vivas con capacidades computacionales
Los orígenes de esta computación biológica se halla en los años cincuenta, cuando una parte de la ingeniería informática se comienza a fijar en los conocimientos y las teorías propugnadas desde el ámbito de la biología. Gracias a este esfuerzo nacerían disciplinas destacadas, tales como la programación genética, los algoritmos genéticos o las estrategias evolutivas.
Unión de organismos vivos con sistemas clásicos de computación
Las redes neuronales están diseñadas para imitar el proceso del pensamiento físico que realiza el cerebro biológico. Para ello dicha red consta de hardware o software que trata de parecerse al funcionamiento del propio cerebro en la vida real.
En este, podemos fijarnos en dos neuronas que se conectan por un proceso llamado sinapsis. La célula nerviosa del centro puede actuar como interruptor, estimulando al resto de neuronas, y siendo estimulada al mismo tiempo. De la parte central de cada neurona saldrán lo que se conoce como axones y dendritas, que funcionan como “cables” para conectar unas neuronas y otras.
En 1999, científicos de Estados Unidos conectaron dos neuronas de sanguijuelas para que simularan un proceso de computación biológica. Para ello las células neuronales se convierten en los propios elementos de procesamiento (o interruptores), mientras que los axones y las dendritas funcionan como cables artificiales. Asimismo, las sinapsis serían las resistencias variables que transportan entradas ponderadas (o corrientes) que representan a los datos.
Ordenadores de ADN
En este caso, se utiliza la molécula biológica por excelencia para la realización de los cálculos computacionales. Para ello se codifican en las cuatro letras del ADN los posibles valores de las variables, combinándose las secuencias en hebras que representan soluciones. Para cada restricción, una sonda de ADN diferente será creada. Para cada condición, todas las hebras de ADN se mezclan, y se descartan aquellas soluciones que no se complementen con nuestra sonda.
Gracias a esto, Adleman resolvió en 1994 el conocido como “problema del viajante para las 7 ciudades”. Unos meses más tarde, y gracias a la computación biológica, Lipton resolvería problemas más complejos de forma más rápida con un ordenador de ADN que con uno convencional.
Las principales características de estos computadores son que aunque presentan una gran capacidad (ya que se realizan trillones de reacciones químicas a la vez), las diferentes etapas son bastante lentas y pueden contener demasiados errores. Se deberán subsanar estos dos problemas antes de que la computación biológica a través de esta vía se afiance.
Científicos de la Universidad de Stanford han realizado un gran avance en este sentido, utilizando para ello la bacteria Escherichia coli. Para ello recrearon en la propia célula el funcionamiento de un transistor, en el que los cables metálicos por los que pasa el flujo de electrones fueron sustituidos por hebras de ADN, en la que los electrones eran reemplazados por una proteína.
La utilización de estos dispositivos bacterianos mejoraría significativamente el desarrollo de la computación biológica. La construcción de estos transistores, que funcionan como puertas lógicas tomando señales de entrada y procesando diferentes respuestas, ha permitido la creación de las “Boolean Integrase Logic Gates”, un sistema específico de conmutación informática mediante el uso de sistemas biológicos.
Células vivas con capacidad computacional
El siguiente paso de la computación biológica sería el de la construcción de células vivas con determinados genes que les permitieran realizan operaciones de computación. Estas secuencias de ADN, responsables normalmente de codificar proteínas, pueden habilitar o inhabilitar la expresión de nuestra información genética.
Aprovechando estas características, se trata ahora de dotar a las células con nuevas especificaciones, en base a las cuales se facilite la programación. Para ello, se trabajaría en dos vías diferentes, por una parte el cómputo intracelular y por otra, la mejora de la comunicación intercelular. Contando con una célula diseñada para un interés específico, podríamos aumentar la capacidad de cálculo permitiendo que esta célula se reprodujera.
Avances que sin duda mejorar el desarrollo de la computación biológica y hacen cuanto menos más difusa la frontera entre la biología y la ingeniería informática. Dos campos aparentemente muy alejados, pero que en el futuro conseguirán hablar el mismo idioma, lo que repercutirá en mejoras tecnológicas para la sociedad.
Fuente:
ALT1040.com