¿Turismo sexual?

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Para nadie es un secreto que el Centro Histórico de la ciudad, en donde abundan de manera irracional bares, cantinas, centros nocturnos de dudosa calidad, prostíbulos disfrazados de fondas, y hoteles de paso de muy mala calidad casi frente a hospitales, escuelas e iglesias, es un lugar en extremo peligroso, no solo por la gran cantidad de delincuentes que hay en ese sector, sino por el peligro que significa para la salud el mal llamado turismo sexual.
Dicen algunos propietarios de bares y cantinas que ese sector de la ciudad es durante el día un lugar en donde el comercio comienza a repuntar con la visita de algunos compradores que se atreven a visitarlo, pero que por las noches la transformación es radical; se transforma en un sitio inseguro en extremo.
Si nuestras autoridades tanto municipales como sanitarias desean que nuestra ciudad florezca como en sus mejores tiempos, el mejoramiento de la imagen urbana no implica solo darle una ‘manita de gato’ a los inmuebles de ese sector, o a retirar los anuncios que la ‘afean’.
Es necesario, creo, que en primera instancia se regule este tipo de actividad mal entendida como turismo, porque no es nada turística, y que en cambio es un imán para otras actividades fuera de la legalidad, y por consiguiente, se presta para la extorsión de la que participan algunos servidores públicos.
Un Centro Histórico como el de nuestra ciudad, en donde lo que menos abunda son los monumentos históricos que representen una identidad que aún no acabamos de forjar, debe ser un lugar en donde haya algunos atractivos para el visitante, como los que existen en otros lugares del país.
Turismo no es solo el comercio, ni los restaurantes, ni tampoco un buen hotel, sino una actividad recreativa en la que participan de manera coordinada tanto las autoridades, como la sociedad civil, organizaciones y organismos privados, en beneficio de quienes nos visiten.
Pero en esta ciudad cada quien trabaja por su cuenta, sin dirección, ni coordinación ni orden, lo que ha llevado a una anarquía casi absoluta en la organización de lo urbano y lo comercial.
Hace falta invertir más recursos para estimular el poco atractivo que pueda tener la ciudad, de lo contrario, pasarán muchos años antes de que la inseguridad y la anarquía desaparezcan.
¿Cuántas veces no hemos visto al policía y al agente vial extorsionar al turista o al paisano? ¿Cuántas no los vemos explotando al comerciante, a las mujeres, al que se mal estacionó, al ambulante, a las ‘marías’, al migrante, al estudiante, al que se pasó por descuido el semáforo en rojo, al que por descuido sacó su billetera con dinero?
Esto es el verdadero turismo en nuestra ciudad. Espectáculo banal de la corrupción en su apogeo, ante la mirada risueña de decenas de personas que lo disfrutan, por la carencia lastimosa de atractivos inexistentes.

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Es lamentable que un organismo tan importante como es Protección Civil, carezca de casi todo, como son equipo, capacitación e instalaciones adecuadas para una actividad que tiene mucho que ver con la seguridad y la protección de los ciudadanos.
Si una dependencia municipal como es esta carece de lo más elemental, ¿cómo queremos que funcione si no cuenta con lo necesario para hacerlo?
Cada tres años protección civil padece la misma pillería, y aunque no me consta que lo hayan sustraído de manera ilegal, no entiendo a donde van a dar todas esas donaciones en equipo, vehículos, uniformes, ambulancias y otras cosas, si cada que termina una administración municipal, o mejor dicho, cuando inicia otra, la quejas son siempre las mismas: Se llevaron todo y nos dejaron sin nada.
¿Qué acaso esto no está tipificado por la ley como delito? Y si lo es, alguien debe responder ante las autoridades, de lo contrario, tan delito es la omisión como la comisión.
El titular de la corporación Juan Ulises Ochoa Correa, o es muy ingenuo o se pasa de listo, porque sabe muy bien qué es lo que falta, pero por supuesto que nunca dará a conocer lo que fue sustraído, porque es posible que cuando él termine su período de tres años, le deje la misma herencia a su sucesor.

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Se acerca la fecha en la que el alcalde Carlos Cantúrosas nos dé el informe de lo que prometió al iniciar su gestión, y que trata del estado financiero del ayuntamiento, cómo lo recibió y lo que se invirtió en las 90 obras que dice, le dejó la anterior administración, inconclusas.
Le han dado tantas largas al asunto que la verdad, no creo que vaya a ocurrir nada extraordinario, porque simple y llanamente una administración entrante es la ‘tapadera’ de la administración saliente, porque de una u otra forma, los nuevos funcionarios harán lo mismo al terminar su gestión, porque ello es parte de una tradición política, y baste decir que hasta el momento ningún alcalde ha roto esta norma, y no creo que un gobierno panista lo vaya a hacer, porque el interés no es el de servir al pueblo, sino hartarse de poder y de dinero.

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Hasta mañana
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