Síndicos en la pecera

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Luego de varios días, tal vez semanas, sin pasar por el área de regidores, debido a que estos personajes tienen muy poco que informar, unos por inexpertos y otros porque simplemente no quieren hacerlo, me llamó la atención el ver que para tener acceso a uno de los dos síndicos, se tiene que atravesar tres barreras de cristal.
Tal vez la intención sea de que los síndicos Antonio Martínez Santoyo, y el otro cuyo nombre no recuerdo, tal vez por ser un personaje muy gris, no quieren tener cercanía con el pueblo, aunque su función sea precisamente lo contrario, ya que se trata de servidores públicos, es decir, personajes que tienen la obligación de servir a quienes los necesiten.
Y aunque el pueblo no los haya elegido y no estén en esos lugares por elección popular, sino por dedazo o designación de algún compromiso político o económico, deben aten der al pueblo, pero parece que ambos, al igual que la mayoría de los regidores, no lo entienden, y en vez de abrir las puertas, las cierran.
Esto ocurre con los síndicos, quienes no obstante de contar con un a primera barrera al momento de ingresar a la presidencia municipal, para acercarse a ellos se tiene que pasar otra aduana de cristal con la previa autorización de una persona que está en un módulo.
Pero hace unos días estos señores tuvieron la ocurrencia de colocar otra barrera de vidrio antes de llegar a sus oficinas. ¿Para qué? Aunque no lo entiendo muy bien, el hecho de que esté allí, significa más que acercamiento, distanciamiento.
Por pertenecer al PAN ambos, compruebo lo que antes había notado. Que en el PAN existen algunos individuos que le tienen fobia a la prensa, y entre más lejos estén de nosotros, mejor para ellos, solo que se les olvida que como funcionarios los servidores públicos, tienen la obligación de ofrecernos información para que a través de nosotros, los ciudadanos e enteren de lo que hacen, de lo que no hacen, y de lo que dejen de hacer.
Colocar una barrera más no es más que sinónimo de torpeza y desconocimiento de lo que es la función pública, o el servicio público municipal, y provoca un mayor alejamiento y decepción de las personas que acuden por ayuda, las que en vez de ingresar a dicho recinto, se aleja ante el temor de ser rechazados en sus peticiones.
Sale a colación el comentario de mi compañera Ema Treviño, quien acudió ayer a dicho recinto para entrevistar a un regidor, y como respuesta le dijo que no podía porque momentos antes ya lo habían entrevistado, y que por eso ya no le daba la entrevista.
Dígame usted amigo lector si esta actitud no demuestra ni solo ignorancia de lo que debe ser el trabajo de un regidor, sino además una descortesía no a mi compañera periodista, sino al pueblo que dice representar.
Por eso es que ambos síndicos nadan como peces en el agua, y no porque estén en su elemento, sino por esa enorme pecera que colocaron antes de ingresar a sus oficinas, y esto ve en contra de la austeridad.

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Por cierto, ayer se llevó a cabo una edición más del programa Línea Directa, que por cierto es una copia del nombre del diario virtual para el que trabajo desde hace más de 10 años.
Este programa itinerante se trasladó a la colonia Reservas Territoriales, en donde abundan las peticiones, quejas, y demandas de apoyo.
Hasta allá se trasladó el equipo de este programa, el que en el fondo tiene buena intención, solo que tengo una duda. ¿Realmente continuará durante los tres años de gobierno de alcalde Carlos Cantúrosas?
Francamente lo dudo, porque va allegar un momento en que la demanda supere a la oferta, es decir, que las demandas de servicios, apoyos, empleo, salud, educación, seguridad y otras cosas que afectan el nivel de vida de miles de ciudadanos, serán tantas, que este programa itinerante será suspendido.
Y lo digo con conocimiento de causa. Casi todos los alcalde han puesto en marcha programa similares, los que para su mala fortuna han terminado mal o han quedado truncos por lo que menciono líneas atrás.
Más recientemente, las llamadas audiencias públicas que los dos últimos alcaldes implementaron y que tuvieron que ser suspendidas porque la demanda los rebasó, y no tuvieron argumentos ni elementos para darles respuesta y solución a tantas demandas y peticiones de los ciudadanos.
El programa Líneadirecta está expuesto a terminar antes de lo previsto, y más si se traslada a las colonias en donde la problemática es muy distinta a la que se observa en la presidencia municipal, porque la gente también es diferente, al igual que sus problemas. ¿Cuándo será?, tal vez pronto.

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Algo está pasando en la dirección de protección civil que dirige neolonés traído de San Nicolás, Juan Ulises Ochoa Correa, con relación a la atención que durante muchos años se le brindó a los migrantes deportados que acudían por apoyo a esta dependencia municipal.
Parece que hay desacuerdo entre esta administración y las autoridades tanto consulares en Laredo Texas, como con los directivos de la Patrulla Fronteriza, los que insisten en minimizar este problema y peor aún, en hacer caso omiso a las peticiones que desde hace años se les han hecho.
Algunas son el que siguen repatriando de noche y los sábados y domingos a menores de edad y a personas enfermas, cuando el sistema DIF está cerrado, amén de que repatrian a centroamericanos como si fueran mexicanos, cuando su obligación es deportarlos vía aérea a sus países de origen, y creo que aquí está la médula del problema.
El alcalde Carlos Cantúrosas lo sabe y creo que intenta dale solución a ello, ya que de no hacerlo pronto, este problema se agravará a noveles desconocidos, puesto que cada día deportan por esta ciudad a cerca de 200 mexicanos que cruzaron al vecino país.
La pegunta es: ¿En donde están? Porque no creo que se regresen a sus lugares de origen, lo que antes hacía el municipio cada quince días con la renta de un autobús que los trasladaba hasta la estación migratoria de San Luis Potosí.
Esta pregunta también habría que hacerla al delegado regional del Instituto Nacional de Migración, Ezequiel Álvarez Cornejo, al igual que el cónsul de México en Laredo, Texas, Miguel Ángel Isidro, quienes además de desentenderse de los problemas que aquejan a nuestros migrantes, no les dan solución, y mientras Ezequiel se niega a dar información por temor a meter la pata y ser despedido, como ha ocurrido con sus antecesores, el cónsul se la pasa de reunión en reunión en la vecina ciudad, dándose la gran vida.
Sería bueno tener una respuesta a este serio problema, porque si de acuerdo a las estadísticas, por aquí se deportan 200 migrantes por día, y si a ellos le sumamos lo que 100 que diarios llegan del sur, ¿en dónde se encuentran estas personas, si las autoridades no les brindan el apoyo para su retorno a sus comunidades?.

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