Las cuentas públicas

Decía hace algunos días el diputado Ramiro Ramos Salinas que están tratando de cambiar la imagen del Congreso de Tamaulipas y para ello han tenido conversaciones con todas las fracciones parlamentarias, a fin de que, en una conjunción de ideas, los legisladores hagan todo cuando sea posible por mejorar la imagen que muchos tenemos –o teníamos- de ellos.
Se trata de hacer bien las cosas y procurar que la gente entienda lo que cuesta el Congreso, aunque a ciencia cierta nadie está de acuerdo con los salarios que tienen, pero, bueno, algo es algo, y se está caminando.
Esta semana, el presidente de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior del Estado, Erasmo González Robledo ha enfatizado el propósito que se tiene: no se aprobarán cuentas al vapor y se harán las revisiones que procedan en la forma en que se garantice que los presupuestos no han sido alterados para beneficio personal de nadie.
Los alcaldes aseguraron que llevarán una administración adecuada, y para ello, han cuidado muchos aspectos, aunque nadie está exento de que algún mal elemento haga uso equivocado de lo que es de todos nosotros, y aplica a los 43 municipios, sin distingo de color partidista, es decir, no se tocarán el corazón si encuentran aspectos mal llevados.
Esto que hemos leído a distancia nos permite tener un grado más de confianza en un organismo que ha sido constituido precisamente, para cuidar nuestros recursos, esos que a veces, a regañadientes, pero entregamos vía tributos de muchas formas: predial, multas, derechos y otros.
Los ciudadanos tenemos que recobrar la confianza en las autoridades, y no es con un discurso que lo hagamos: necesitamos acciones y ver, con hechos, que se está cambiando la imagen de quien se ha decidido servir a los demás a través de alguna administración, sea municipal, estatal o federal.
Son 129 las cuentas que habrán de revisarse y que fueron remitidas por la Auditoría Superior del Estado, entre las que hay algunas ya “viejas” que no sabemos por qué razón estén pendientes.
Somos de la idea de que, si la cuenta en turno no es aprobada, no se debiera liberar el recurso para el siguiente ejercicio, créannos, los funcionarios se pondrían a trabajar para atender los señalamientos, y entonces sabríamos que se hacen bien las cosas.
Y es que muchas veces no entendemos que los servidores cambien su forma de vida a otra más ostentosa; los hay poco inteligentes que muestran a los cuatro vientos su poco clara y honesta forma nueva de vida, pero finalmente, podemos pensar muchas cosas, y mientras no haya fundamento no se puede decir nada que juzgue a quien lleva las administraciones o sus colaboradores.
La Auditoría Superior de Tamaulipas tiene el firme compromiso de hacer una minuciosa revisión, e insistimos, sería prudente que no les depositen un peso siquiera si no han cubierto las formas de administración del anterior ejercicio. En caso de que sea su primer año, deberían entonces las autoridades y diputados hacer los señalamientos en forma inmediata a los que ya se fueron y, en caso de que haya dudas, pedirles que no abandonen su ciudad.
Esperamos, sinceramente, que ya sea cosa del pasado eso que conocíamos como aprobación de cuentas “al vapor”; no es posible, entendemos, que se aprueben muchas cuentas en una sesión si no van debidamente cotejadas por quienes deben hacerlo y, en caso de la duda, que se vuelva a hacer una revisión, probablemente con un despacho particular que garantice la probidad del ejercicio.
Inclusive, si hay desvíos o cosas oscuras, el cargo de esta segunda auditoría debería fincarse como responsabilidad de los alcaldes, y hacer que ellos paguen el trabajo que nadie debería costear cuando se hacen bien las cosas.
¡Claro, son pensamientos de un simple ciudadano, común y corriente!
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