Guadalupanos

Nadie puede dudar de nuestros orígenes y costumbres: los mexicanos somos guadalupanos. El 12 de diciembre es una de las fechas que más importancia tienen en nuestro pueblo, y para muestra no uno, sino varios botones.

Varios días hace que en nuestra ciudad capital de Tamaulipas se llevan a cabo diversas peregrinaciones al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Sin el afán de polemizar sobre religión, y con el respeto absoluto a todas las creencias, no podemos negar lo que hemos visto: grupos de empresas privadas, instituciones públicas y otras más hicieron el recorrido por nuestra calle 9 hacia el Santuario. El colorido de los danzantes y sus tradiciones acompañó las imágenes vivientes de la guadalupana, así como de los devotos que, en un afán meramente religioso, llegan al Santuario a pedir favores o agradecer otros.

Somos, como dijimos, un pueblo que guarda sus tradiciones; una de las imágenes más tradicionales del México que vivimos es, sin duda, la de la Virgen de Guadalupe. En diversas partes del mundo, catedrales tan importantes como por ejemplo, la de Burgos, en España, o la Iglesia de la Virgen del Camino, cerca de Astorga, tienen un altar dedicado a la Guadalupana. En este último, la fe se manifiesta de una forma más importante, dado que esa iglesia fue construida con dinero de empresarios mexicanos.

Pero lo que vemos en las calles nos da cuenta de cómo podemos y queremos guardar esas cosas que nuestros padres seguramente a muchos nos enseñaron, y otros, lo aprendimos en el trabajo, la escuela o alguna otra parte.

La religiosidad con que se maneja mucha gente es asombrosa, y sinceramente, es algo que nos llena de beneplácito, más en tiempos en que hemos perdido muchos valores y tenemos que recurrir a algo que nos fortalezca.

Hemos perdido la esperanza en muchas cosas que tienen que ver con la administración pública, por lo que hemos vivido como sociedad: estamos descomponiéndonos y haciendo un enorme esfuerzo por recuperar los valores sociales y humanos.

Qué mejor forma de hacerlo que a través de algo que nos manifieste creencia en ciertos sentimientos.

La Virgen de Guadalupe es conocida, como dijimos, en todo el mundo., y se venera en todas partes.

El ver a los grupos de peregrinos es satisfactorio, pero también nos permite disfrutar de momentos de coloridas danzas acompañadas de esos danzantes que son parte de las tradiciones culturales del Altiplano, antes conocido como Cuarto Distrito, y que comprende los municipios de Tula, Jaumave, Palmillas, Bustamante y Miquihuana, allá en la zona árida del Tamaulipas de todos nosotros, y donde el hacerse de formas de vida es más difícil, dado lo agreste del terreno.

Sin embargo, ver a esos muchachos y no tan muchachos danzar al compás de la música de violín, ataviados de chalecos multicolores plenos de listones y vivos brillantes, sobre fondos oscuros –por lo general, negros- nos causa muchos sentimientos.

Qué espera el mexicano, entonces, del día de la Virgen de Guadalupe, nos preguntaríamos.

Esperamos muchas cosas, como por ejemplo, que la situación actual mejore en todos aspectos, que el clima no sea tan agresivo con nosotros y que no haya esos padecimientos propios de la temporada; esperamos que haya mejores formas de conducta entre los nuestros y los no tan nuestros; esperamos, también, que haya trabajo para nuestros muchachos, nuestros jóvenes que se han preparado con mucha ilusión y se han dado un tremendo tope en la autoestima al encontrar que no hay forma de hacer valer los conocimientos en aras de una manutención decorosa, digna, que sea producto de su esfuerzo y su inteligencia.

Esperamos muchas cosas en un día guadalupano como el que vivimos este 12 de diciembre.

Seguramente, con las tradicionales mañanitas habrá muchas cosas, pero sobre todo, una enorme fe en mejorar. De eso no hay duda.

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