¿Intolerancia hacia qué?

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La nueva Ley que fue aprobada esta semana por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, propuesta por su gobernador Miguel Ángel Mancera, en el sentido de prohibir todo tipo de manifestaciones y marchas que presuntamente atenten contra el orden público, además de ser radical y atentatoria de los derechos humanos y de la libertad de expresión, es una clara muestra de la intolerancia que algunos gobiernos tienen en contra de la crítica y de la sana opinión de sus gobernados.
En un país y un gobierno que se dice es democrático, no puede caber la intolerancia a la crítica, porque ello demuestra no solo la ausencia de sensibilidad para afrontar, no para enfrentar, los problemas que cotidianamente surgen ante la falta de espacios para opinar libremente en contra de lo que atente contra el bien común.
Mancera con esta actitud, demuestra su poca capacidad para gobernar una ciudad que lo está rebasando en acciones y en actitudes de sus ciudadanos, y más que cerrarse a retomar sus opiniones, debería tomarlas en cuenta para dar una solución congruente y acorde a los principios del partido que representa y que históricamente se ha manifestado de la misma manera, en las calles.
Ya hubo protestas y pronunciamientos de organismos y organizaciones de derechos humanos que considerar esta nueva Ley, como atentatoria delos derechos humanos y la libertad de expresión, como Amnistía Internacional.
Espero que esta nueva Ley se derogue, o que al menos suavice su contenido, de lo contrario, peligrará no solo el futuro político de Mancera y de Marcelo Ebrard, sino del PRD mismo, el que ha caído en lo más profundo de sus propias contradicciones.

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Pero aquí, en esta ciudad norteña de Nuevo Laredo, este tipo de actitudes antidemocráticas también existen en la presidencia municipal gobernada por el PAN.
Resulta que la mañana de ayer, un grupo de comunicadores ingresamos al área de regidores, más bien al ‘búnker’ por semejar una fortaleza, para tratar de entrevistar a un regidor, pero al momento de poner un pie en la sala, una mujer nos detuvo en seco para indicarnos que no podíamos pasar sin una autorización y un permiso debidamente revisado y firmado por un funcionario, lo que implicaba varios minutos de espera.
Groseramente nos corrió del recinto que se supone es público y abierto para atender a las personas que tengan un problema o asunto que solo un regidor puede resolver o gestionar, pero no, las personas que acuden con un problema, salen del recinto con dos o tres más, debido a que no se les atendió, no se les resolvió el asunto, y tendrán que regresar a sus hogares gastados por el pasaje que tendrán que pagar y el tiempo perdido.
No entiendo cómo es que un gobierno que dice es de puertas abiertas, en la práctica hace lo opuesto, que dice que es democrático, actúa como un fascista.
Si el alcalde Carlos Canturosas no sabe lo que ocurre a sus espaldas, debe enterarse de inmediato y corregir esos errores de sus colaboradores, porque de otro modo, como dice el refrán popular, ‘el chirrión le puede salir por el palito’.

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Pero la intolerancia de la que hablaba líneas arriba, también se practica en esta ciudad, y ello se comprobó con las manifestaciones públicas frente a la presidencia municipal, que el político Francisco Chavira ha realizado para incomodar al alcalde Carlos Cantúrosas.
Es cierto que Chavira es un oportunista, tal vez sea un vividor del sistema político, o quizás un aventurero a quien le gusta ser protagonista de todas las películas. Pero lo que no se puede negar es que tiene las agallas para plantarse frente a la presidencia municipal con 200 estudiantes que saca de sus clases por ser dueño de las escuelas en donde estudian, para fortalecer sus posturas antigobiernistas.
Antes estas muestras de poder el alcalde ha mostrado poco valor, y creo que en vez de darle la vuelta al asunto, debería tomar ‘al toro por los cuernos’ y dar a entender que es el gobernante de una ciudad que mayoritariamente votó por él, y que por ello es tolerante ante toda actitud pública o privada.
De hacer eso no le quitará ni el valor, ni el poder, ni la autoridad, y por el contrario, demostraría que tiene el temple de un gobernante que la ciudad requiere.

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Lo que sí es intolerante es el robo de la flor de nochebuena que rateros de poca monta realizaron durante la noche anterior, para quitarlas de algunas avenidas importantes de la ciudad, y que servían de adorno por estas fechas prenavideñas.
No se ha dicho cuántas fueron, y aunque significará un gasto más para el ayuntamiento volver a comprar otras para colocarlas en los lugares donde fueron robadas, tal vez a la regidora y proveedora Irma Richer, dueña del vivero donde fueron adquiridas estas bellas flores, signifique negocio, al tener la oportunidad de volver al venderle al municipio más flores de éstas, para embellecer con su producto las amplias avenidas de la ciudad.

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Hasta mañana
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