¿Cuándo se convierte el reflujo gastroesofágico en enfermedad?

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El reflujo gastroesofágico es el paso de contenido del estómago hacia el esófago. Lo más habitual es que esto ocurra varias veces al día de forma normal sin producir molestias importantes. Solo cuando el reflujo es muy intenso o produce complicaciones se habla de enfermedad por reflujo gastroesofágico.

¿Cuáles son los síntomas?

La vuelta hacia arriba del ácido del estómago puede inflamar el esófago. Esto suele producir dolor y sensación de ardor. Si el esófago se quema por el ácido pueden producirse molestias y dificultad para tragar, lo que puede manifestarse como irritabilidad durante las comidas en los niños pequeños. En casos graves, el esófago puede sangrar e, incluso, estrecharse por la cicatrización, dificultando el paso de la comida.

Otras veces el reflujo da lugar a síntomas respiratorios, como bronquitis o infecciones pulmonares frecuentes. En niños mayores puede provocar asma o empeorarla si ya existía. En niños muy pequeños se pueden producir síntomas graves, como pausas de apnea (dejan de respirar durante un tiempo) y sofocaciones por el contenido que vuelve del estómago. Puede ocasionar también pérdida de apetito que, junto con los vómitos frecuentes, hacen que el niño no gane peso de forma normal.

Hay muchos otros síntomas que se relacionan con la enfermedad por reflujo, como otitis frecuentes, alteraciones de la voz, etc., pero son más raros y en muchos no está del todo clara su relación con la enfermedad por reflujo.

¿Qué se puede hacer? ¿Cuándo se ha de consultar?

Si el bebé tiene mucha irritabilidad con las tomas, vomita con mucha fuerza, el vómito contiene sangre o no gana peso adecuadamente habrá que consultar al pediatra. Por supuesto, también se consultará si existen problemas respiratorios. La pausa de apnea debe ser motivo de consulta urgente.

En niños más mayores conviene consultar si hay ardor o mucho dolor, vómitos frecuentes y, por supuesto, si el niño tiene dificultad para tragar o se atasca con la comida.

¿Cómo se diagnostica?

Puede medirse la acidez en el esófago con una sonda fina durante 24 horas. Además, si hay ardor u otros síntomas que hagan sospechar que el esófago pueda estar inflamado suele ser conveniente hacer una endoscopia, que consiste en introducir un tubo con una cámara para ver directamente el aspecto del esófago.

¿Cómo se trata?

Hay medicamentos que favorecen que el esófago empuje hacia abajo el contenido que ha vuelto desde el estómago, aunque no siempre resuelven el problema. Existen otros fármacos que hacen que el estómago fabrique menos ácido, lo que evita que el esófago se inflame aunque haya reflujo. Todos estos tratamientos deben realizarse siempre por indicación del pediatra.

En casos muy graves y que no responden al tratamiento con medicamentos puede ser necesario recurrir a la cirugía, que consiste en hacer una especie de lazo con la parte alta del estómago, alrededor del esófago, para dificultar que el contenido vuelva hacia arriba.

¿Cómo se pueden prevenir las complicaciones?

Hay que prevenir las complicaciones que el reflujo puede producir, a la larga, si no se trata de forma adecuada. Lo más eficaz es disminuir la acidez del estómago con medicamentos. Todas las medidas de tratamiento de la enfermedad por reflujo se harán siempre bajo supervisión médica.

Vea también nuestro artículo sobre las regurgitaciones y el reflujo gastroesofágico típico de los bebés.

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