CYNTHIA González es la musa del bádminton.
Una disciplina en la que lleva diez años consecutivos compitiendo.
Con sus altas y sus bajas, ella desliza su raqueta para conquistar el podio.
Sin importar que a veces no tenga entrenador, o que esté descuidada su disciplina por las autoridades, sin preámbulos se abre camino para formar parte del séquito de féminas triunfadoras.
Cynthia visitó la redacción del periódico sepia junto con su madre Cecilia.
Platicó de sus inicios en el deporte; desde niña practicaba gimnasia, voleibol, natación, jazz, hasta que la atrapó el bádminton.
Elegante, hermosa, sensible.
Tal como significa su nombre: “La que está ligada a Dios”.
Con 1.81 de estatura, es una mujer plantada que se catapulta a la conquista de los foros mundiales.
Fruto de la vida y del deporte, a cada parte le da su proverbial importancia.
“Practiqué muchas cosas, pero me gustó el bádminton. Estoy seleccionada pero todavía faltan más controles. Vienen eventos importantes, algunos clasificatorios, pero llegaré con buen ritmo. El mundial me espera, así como el Abierto en Perú y el de Cuba. Ya sea en dobles o mixtos, que es la categoría donde mejores resultados obtenemos”.
Observadora y majestuosa en sus expresiones. En su mirada, en su forma de hablar.
Siempre en busca de una recompensa por tantas horas entrenando.
Con sacrificio, y sorteando los altibajos cuando no tiene entrenador.
Jugando con los retos, sin jamás rendirse.
Apasionada de los niños, a quienes les gusta compartir su deporte.
Abriéndose camino ante las batallas de su federación.
Sin nunca darse por vencida, porque el bádminton es parte de su cotidianeidad.
Buscando el equilibrio en cada saque para derrotar al contrario.
Le gusta relajarse viendo una buena película de drama o yendo a bailar.
Mientras que la escuela -donde estudia comunicación- le da la oportunidad de entrenar.
Así es Cynthia González, quien está forjando su destino en el bádminton, y espera que los Reyes Magos le traigan un entrenador para seguir cosechando éxitos.
POR GUILLERMO MARTÍNEZ G.
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