El hombre que engendró 98 hijos “por altruismo”

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Ed Houben es un hombre con un pasatiempo inusual. Se ha acostado con muchísimas mujeres que no le buscan por sus dotes de Don Juan sino por sus legendarios poderes de inseminación. Asegura que lo hace “por altruismo” y sin cobrar.

Desde que abrió su página web ha concebido 98 hijos que están repartidos por medio mundo.

El periodista John Laurenson estuvo con él y descubrió para BBC cómo y por qué decidió llevar tan lejos su actividad como donante de semen.

En una casa-granja en el noroeste de Alemania, caldeada por el intenso fuego de una estufa de leña, un hombre corpulento con anteojos camina escaleras arriba hacia una habitación de bebé.

Al llegar al siguiente piso, verá por primera vez a su hija.

Houben habla con dulzura a la pequeña Madita, de seis semanas, que le mira atentamente. Es su descendiente número 98.

Este hombre lleva años ayudando a concebir a parejas de lesbianas, a mujeres solteras que quieren ser madres y también a parejas heterosexuales con problemas de fertilidad. De hecho, se considera a sí mismo un “donante de esperma caritativo”.

Todo comenzó en 2002. Por entonces trabajaba como guía turístico y, como tantos otros hombres, decidió donar su esperma por primera vez a un banco de semen.

Pero no fue hasta que Holanda prohibió la donación anónima de esperma que decidió dar un giro a su carrera como donante y crear una web en que ofrecía sus servicios por internet.

Antes que Holanda, otros países europeos y también Canadá, habían prohibido el anonimato de los donantes de esperma.

En busca de un donante

Ed ya no dona su esperma en una probeta sino “al estilo tradicional”, utilizando el instrumento que Dios le dio en vez de una jeringa. “Así hay muchas más posibilidades de concebir”, asegura.

“Quizá la gente piense que es una manera de practicar sexo sin aceptar responsabilidades, pero normalmente soy la única persona con la que pueden hablar cuando nada funciona”, dice.

Lo que le motiva, dice, “es la ilusión de gente linda por concebir una nueva vida a la que amar y cuidar”.

La madre de Madita se llama Kati, tiene 28 años y trabaja en una guardería. Su brazo está cubierto con tatuajes del osito Winnie the Pooh y de los personajes del mismo cuento Tigger y Piglet (un tigre y un cerdito).

“Soy soltera y hace mucho tiempo que deseaba tener un hijo pero nunca encontré al hombre adecuado”, explica. Por eso después de seis años comencé a buscar a (alguien como) Ed”.

¿Cuán difícil fue dirigirse a un hombre que ni siquiera conocía … para acostarse con él y hacer un hijo?

“Tuvimos que conocernos de antemano por lo que eso no supuso un gran problema”.

Kati prefería poder conocer al hombre que iba a ser el padre de su hijo a utilizar el esperma de un donante anónimo.

“Quiero tener la capacidad de ofrecer respuestas a mi hija el día que comience a hacerme preguntas”.

Desearía también que Houben tenga un rol en la vida de su hija. “Pueden verse una o dos veces al año”, sugiere.
El listado de una amplísima prole

De vuelta a su piso de soltero en Maastricht, Houben me muestra las tazas que los hijos de una pareja de lesbianas hicieron para él por el día del padre.

Además, docenas de fotos repartidas por todo su piso dan fe de cuán amplia es su prole. Tiene tantas que se ha comprado un marco digital por el que pasan las caritas de sus 98 niños.

En su computadora, tiene actualizado un catálogo de todos ellos para reducir las posibilidades de un cruce inesperado.

“Si en el futuro uno de mis hijos se plantea formar una familia con alguien que desconoce la identidad de su padre natural, siempre tendrá la posibilidad de consultar esta lista”, afirma.

En la parte “por rellenar” está el hijo de una pareja británica que decidió llamarle después de años de peregrinación por clínicas de fertilización de Reino Unido y Estados Unidos.

“Se quedaron aquí durante ocho días y… ¿cómo lo expreso correctamente?…ella y yo dormimos juntos cuatro veces. Después de casi 10 años de intentos frustrados ella logró quedarse embarazada”.

El año pasado me visitaron una vez más y ahora están esperando su segundo hijo.

Un acto “de buena fe”

Pero, ¿no es algo difícil para aceptar para los maridos?

“Supongo que es duro si nunca antes has estado en esta situación, pero ponte en la piel de una pareja de Bielorrusia a los que acabo de ayudar”, comenta.

“Condujeron más de 1.600 kilómetros en tres ocasiones para llegar hasta aquí. Lo intentaron durante 15 años en distintas cínicas y gastaron todos sus ahorros. Los médicos les decían que funcionaría. Quizá en otros casos es así pero ninguno de esos métodos surtió efecto para ellos”.

“Después de visitarme esas tres veces ahora tienen un hijo. Ellos ven mucho más allá de los celos que pudo provocar el ver a un extraño durmiendo con la esposa.
Sin miedo a la manutención de sus retoños

Con hijos desperdigados por toda Holanda y Europa, ¿piensa Houben en protegerse contra futuras peticiones de sustento económico para su descendencia?

Lo cierto es que Houben parece bastante relajado al respecto. Al principio firmaba contratos con las mamás pero desde que un abogado le advirtió que eso no le blindaba contra reclamaciones decidió, sencillamente, fiarse.

Un día, dice el holandés, desearía encontrar una mujer que quisiera formar una familia con él.

Entonces, ¿cesará ese día en su tarea de concebir niños? “Definitivamente”, responde, aunque luego comienza a parecer dubitativo.

“Quizá podría reducir la actividad”. Sugiere que quizá podría fertilizar sólo a aquellas de las mujeres que ya tienen hijos suyos y a los que quieren darle hermanos de sangre.

De vuelta en el hogar de su hija número 98, la madre desenvuelve los regalos que Ed les trajo a ambas: una enorme M de chocolate para la mamá y un sonajero para la pequeña.

¿Celebrará el padre Madita la hazaña de su centésimo hijo?

Bueno, normalmente no bebo para mantener bien alta la calidad pero el día que tenga mi hijo número 100 haré una excepción.

Fuente
BBC.co.uk

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