Ley Antibullyng en Tamaulipas

No criticaremos los nuevos conceptos, pero lo que hoy se llama “bulllyng” ha existido desde que la sociedad existe, es decir, siempre: los grandotes abusivos, los gorditos acomplejados, los pequeños con complejo propiciado por el abuso de los grandes o los más fuertes, los más inteligentes o los más bravucones es algo con lo que todos crecimos.

Nadie puede negar que en años de infancia o adolescencia tuvimos que enfrentar físicamente a alguien que se sentía superior o que abusaba de alguna manera de nosotros. Nadie tampoco puede decir que nunca se burló de otros, quizá en broma, quizá con saña, pero existió.

¿Dónde no ha existido esto? En los grupos de familias donde papá y mamá estuvieron pendientes de nosotros y nos pidieron respetar y respetarnos, darnos a respetar y no abusar de nada ni nadie.

Algunos estudiosos del comportamiento humano, hartos de manejar términos cotidianos, decidieron instrumentar un nuevo nombre al abuso: hoy se llama “bullyng” y está de moda luego de los trágicos acontecimientos suscitados en Victoria que nos dieron un deshonroso valor publicitario y protagónico.

Hoy se establece que habrá ley antibullyng y que se hará todo lo necesario para evitar estos abusos. ¿Y por donde vamos a comenzar? dirían los que entienden de estas cosas.

Es natural que tengamos que tomar cartas en el asunto, pero no cuando los hijos son adolescentes o les permitimos que anden a velocidades inmoderadas en la calle, con vehículos sin placas; sin licencia y bebiendo o jugando con su celular en mano, poniendo en riesgo la vida de todos.

Es natural que queramos mejorar pero no se hace cuando somos permisivos y hacemos valer nuestro apellido o influencias, porque el abuso es la primera etapa del bullyng. Los que manejan autos sin placas, americanos, autos de lujo o presumen de que son funcionarios de cualquier nivel también cometen bullyng.

Es el tema algo de moda y necesitamos actuar enérgicamente porque si no, se nos irá de las manos y descompondremos más a la sociedad en que vivimos. Tendremos problemas más serios de los que hoy vivimos.

Nada grato resulta ver gente que se estaciona en lugares para discapacitados o ver vehículos oficiales tremendamente blindados abusar de nosotros, pasarse luces rojas o simplemente, bloquear una calle porque saldrá ese tipo a quien llaman “el patrón” o “el jefe”. Nada más abusivo que lo anterior.

Es ahí donde comienza la lucha contra el abuso escolar. No con los profesores que deben ser enérgicos, cuidadosos y atentos a lo que acontece, sino en los padres, en el seno familiar donde surge toda la problemática y afloran los complejos de los padres.

Los agresivos tienen hijos abusadores, y los permisivos y pusilánimes tienen hijos que son abusados por otros. Algo tendremos que instrumentar a través de políticas de comunicación en medios, en tareas escolares y sociales, con trípticos, acciones directas, terapias y más, pero tenemos que detener esta plaga que nos está consumiendo como sociedad.

Es un ALTO AL BULLYNG el que tenemos que instrumentar a costa de lo que sea, so pena de tener una sociedad aún más enferma de lo que ya está con tantos problemas que nos aquejan.

Insistimos mucho en que la autoridad tiene una gran responsabilidad, pero la mayor carga, el porcentaje más significativo parte de casa, de la familia, de los padres, y si no somos capaces de entender esta responsabilidad, algo habría que hacer para evitar el abuso cotidiano de otros.

El gobierno tiene una gran disposición, pero si no actuamos con energía, si no hacemos la tarea, si no tomamos la responsabilidad, será una campaña de gastos mal empleada. Hagamos que rindan los dineros públicos con resultados

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