Felipe VI y su reinado low cost

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Nuevos vientos corren entre las Monarquías europeas que han debido evolucionar con el signo de los tiempos. Renovarse o morir: en medio del dilema, hay Casas Reales que están anticipándose al relevo generacional apostando por sangre nueva y fresca de ideas, para asirse también a una supervivencia dinástica atemporal.

La reciente abdicación del rey Juan Carlos I puede ser un revulsivo para una España que atraviesa por una crisis no únicamente económica sino también trasladada a otras esferas de naturaleza sensible tales como la política y el ejercicio del poder respecto de una nata de corrupción en boga; la social, con una crisis económica que ha golpeado directamente el bolsillo de la clase media española.
Dentro de esta esfera, además de una estela de desempleados, muchos jóvenes de las generaciones mejor preparadas de España no encuentran trabajo mientras que, quienes han logrado quedarse con uno, lo han hecho depauperando su condición de asalariados.
Sobra decir que, tanto lo político como lo económico, han permeado en el ánimo del ciudadano de a pie y además también irrumpen en la escena los tambores nacionalistas que amenazan con fraccionar a España.
La monarquía es, de acuerdo con el Centro de Investigaciones Sociales (CIS), el menor problema de España. Los principales problemas que preocupan a los ciudadanos son: 1) El paro con 80.8%. 2) La corrupción y el fraude con 35.7%. 3) Los problemas económicos con el 28.6%. Y hasta el sitio número 29 figura la monarquía como preocupación ciudadana con el 0.2 por ciento.
No obstante, el mismo CIS, tiene varias encuestas que hemos usado de referencia en columnas pasadas y que reflejan una caída abrupta en la popularidad de la monarquía en los últimos seis años.
En abril de 2013 y de 2014, coincidiendo con las imputaciones de la Infanta Cristina, el CIS mostró únicamente 3.68 y 3.72 puntos de aprobación a la monarquía; dentro de una escala donde la proximidad al diez implica una elevada aprobación ciudadana.
Por ello es que el relevo en la Corona española se esperaba y estos últimos días, -desde al anunció en la abdicación del rey Juan Carlos I (el lunes 2 de junio)-, han traído muy agitados los ánimos republicanos y también llenado de actividad al gobierno español y a todos los parlamentarios que debieron aprobar la ley de Abdicación y establecer todo un protocolo legal inexistente hasta ahora para favorecer el relevo en vida al príncipe Felipe, ahora proclamado rey como Felipe VI.
A COLACIÓN

Desde el 2 de junio el gobierno español fue preparándose junto con la Casa Real para la sucesión monárquica, primero anunciaron cambios para el mes de julio; empero, finalmente no pretendieron dar más tiempo a los republicanos y sus protestas que aunque fueron perdiendo fuelle, de todos modos, influyeron para decidir la fecha sucesoria lo más pronto posible.
Asimismo, a lo largo de los días, se mantuvo en vilo qué pasaría con la figura del rey Juan Carlos I, la laguna de quedar desaforado y otros pormenores cómo su situación frente al Ejército; etc.
Había que subsanar esos vacíos y otros más tocarán ser reformados con el nuevo rey Felipe VI en materia constitucional máxime que España es una Monarquía Parlamentaria.
Finalmente el 18 de junio pasado, el rey Juan Carlos I firmó la ley de Abdicación, y España tendrá “cuatro reyes”, dado que don Juan Carlos y doña Sofía, conservarán el título de reyes.
Y ayer fue la coronación del nuevo monarca Felipe VI, en una ceremonia laica, él juró sobre de la Constitución en un acto cargado de mensajes en pro de “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”, en la que se den cabida a todas las formas del sentir español.
Ha sido un evento lleno de simbolismos no únicamente guiños para los políticos con intenciones separatistas sino también para los ciudadanos españoles que tan mal lo están pasando con la crisis y que tanto han criticado mantener una monarquía costosa.
Para ellos, el mensaje es low cost, de cero derroche, ni presunción de lujos. Ante las críticas en contra, el ejemplo que los nuevos monarcas intentan dar es de austeridad, sea en trajes y vestidos; dejando atrás cenas fastuosas por convites con canapés. Y aquello de celebrar con champagne, mejor hacerlo con cava.
Sin lugar a dudas, se abre una nueva etapa histórica para España, muchos aventuran cambios trascendentales.
Por lo pronto, el rey Felipe VI inicia su era con “el marrón” de que, en unos días más, su propia hermana, la infanta Cristina, será nuevamente imputada por José Castro, juez de instrucción de Palma, todo esto debido al intríngulis con su marido Iñaki Urdangarin y el bochornoso caso Nóos.

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