“Yo soy Carlos”: la persona ante todo

Nada hay más nefasto en nuestra ciudad que el tener que lidiar con “sabelotodos” provenientes de la capital del país, que piensan que vienen a conquistar a los tamaulipecos.
Somos tan auténticos y tan especiales como cualquier otro, con una gran diferencia: los norteños somos francos, honestos, broncos, poco sensibles para hablar, pero con un corazón muy grande, además, nos gusta que si nos llamamos Juan, nos digan Juan y no “licenciado”, “doctor” o esas cosas y cargos que estorban.
Nunca hemos sido partícipes de la lambisconería con grados, cargos o puestos: nos molesta sobremanera el que la gente sea servil, y por esa causa, caiga en malentendidos, pero sobre todo, en humillaciones como las que vivimos día a día cuando llegan esos “paridos por Zeus” de la capital de la República, antes, la ciudad más transparente del mundo, y hoy en día, la ciudad de las tragedias y la demagogia barata.
Hay negocios que tienen filiales en muchos puntos del país: alimentos y servicios, hotelería y más se instalan en ciertos lugares donde prevén un buen desarrollo y se adaptan a las necesidades de la localidad, mas no quieren que todo mundo se adapte a ellos.
Tuvimos una experiencia poco grata con un negocio que administraban dos magníficas personas: él, italiano, y ella, victorense, pero con un donde gente poco usual: sabían entender a cada uno de los clientes que acudíamos en su momento a pedir presupuesto o servicio… como nos gusta en Victoria.
Siempre tuvimos un buen trato y eso debemos agradecerlo. Hoy, el negocio que tiene que ver con sistemas de belleza ha caído en un enorme bache que tiene que ver con la invasión de esos “cuasi-perfectos” capitalinos que piensan que nos vienen a conquistar.
Se equivocaron.
Ya no utilizamos taparrabos ni penacho ni nada por el estilo: somos tan ciudadanos del mundo en una realidad que tiene que ver con la globalización que nos ha inundado. Somos victorenses, aunque con detalles que a veces chocan como la prepotencia de algunos que tienen un pequeño cargo y quieren que se les trate como sultanes, pero en lo general somos gente normal, sencilla, franca, pues.
Y molesta sobremanera que tomen actitudes de perdona-vidas o de divinos del Olimpo: son a veces, con sus modos estereotipados con la gente del D9istrito Federal, tan desagradables como muchos que llegan a lo que llaman equivocadamente el “interior de la República” con actitudes de conquistador.
No queremos a esa gente aquí. Llegaron tiendas y negocios como Mc Donalds o Liverpool y se adaptó la gente a nuestra idiosincrasia: hoy, son negocios exitosos que tienen mucha demanda, porque su gente es parte de nosotros, y sus directivos no nos tratan mal, nos tratan como a los victorenses nos gusta. Claro, hablamos de los victorenses que no hemos sido tocados por Dios aún y nos sentimos divinos o algo más.
Fastidia sinceramente encontrar a esa gente en nuestro andar cotidiano. Esperamos que pronto sepan lo que es Victoria y su gente y se adapten a una nueva realidad, donde cada quien tiene un nombre y apellido y no únicamente un número de cliente.
Somos personas, somos tamaulipecos y como tales, nos gusta que nos traten: decía a una persona de esas que estaba equivocada si me trataba como lo hacía que no tenía idea de quien era yo: “Soy Carlos, y para toda la gente soy Carlos, porque es lo que vale: la persona; olvídese de cargos, puestos y más blasones: llámeme Carlos, porque ese soy yo.”
Hay que tener cuidado de esos pseudo conquistadores que llegan queriendo enseñar que sus sistemas comerciales son más importantes que el dinero de los victorenses, y peor aún, que la persona con quien tratan, que para nosotros, en Victoria, aún sigue siendo prioritario.
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