IETAM: ¿Hasta donde es bueno?

La probable o casi segura desaparición de los institutos electorales en los estados suponemos que no será una buena medida, por las razones que todos conocemos y que pocas veces nos atrevemos a externar.

Hemos criticado el absurdo centralismo de algunas autoridades: todo se hace en el Distrito Federal, sede de los poderes federales y donde despacha el presidente de la República. Nada más absurdo que tener una sola ventanilla para trámites.

Hace tiempo íbamos a la capital a hacer trámites en la Secretaría de Educación Pública; hoy, existen oficinas en casi todo el país que evitan que gastemos en viajes casi inútiles por su distancia y coste. Como que las autoridades pensaron un poco en sus gobernados y decidieron poner manos a la obra en ese sentido.

Pero los institutos electorales, según se establece, serán parte de un Instituto Nacional Electoral, una de las “barrabasadas” más grandes del actual gobierno, porque implica un gasto inútil y un absurdo. Como si cambiando el nombre se pudiera eficientar una función.

Decíamos que costará muchos millones el capricho de poner INE al IFE, pero no se puede pensar en reclamar, porque los mexicanos, realmente, no tenemos voz en el Congreso si no es por bancada y eso molesta, indigna. Enoja.

Se dicen muchas cosas al respecto: que los consejeros serán elegidos directamente en el centro del país, que no interferirán los gobernadores más en la designación de autoridades electorales y muchas cosas más.

Se olvidaron que en los estados –malamente llamados interior de la República- hay gente valiosa que tiene calidad profesional y merece manejarse con autonomía.

La verdad, estamos fastidiados con eso de que hay que pedir permiso al Distrito Federal, entendiendo como tal a la autoridad federal.

Se tienen delegaciones de las secretarías de Estado precisamente para evitar un centralismo que preocupa. Si así los trámites son burocráticamente lentos, si así no cumplen con sus labores, imagine el lector lo que sucederá cuando, para elegir cualquier cosa o presupuesto, para determinar quien imprimirá las boletas o quien dará capacitación, se tenga que pedir permiso “allá”. No pesamos que sea positiva la medida, sin embargo, en un país donde la democracia se entiende como dar cabida a las opiniones del mandatario en turno, no podemos hacer nada.

No nos gusta en lo personal ver declaraciones de diputados y senadores cuando el presidente Peña Nieto dictamina algo previo decreto o declara alguna cosa. Salen los comentarios alabando al mandatario en vez de legislar. Cansados estamos de ese servilismo oficial que vivimos a diario.

Como si los que gobiernan no fueran humanos y nunca se equivocaran.

Pero volviendo con el tema, entendemos que hay razones de peso para decidir el cambio que ya está aprobado y en proceso. Ya se gastará el dinero que pudo haberse ahorrado. Hoy, el INE será la autoridad electoral que determine y califique las elecciones. El año próximo será, pensamos, su prueba de fuego, cuando se elijan legisladores en el país, y algunos estados tengan comicios locales.

En cualquier estado que se pregunte le dirán lo mismo en el sentido de que nos gusta elegir a nuestra gente, y el ex IFE no es la excepción: es algo que tenemos aún y queremos decidir nosotros mismos.

Sin embargo, insistimos en que las decisiones se toman allá, lejos de la gente que sale beneficiada o perjudicada, lejos del clamor popular, lejos, muy lejos de la ciudadanía a la que se supone se debe la autoridad.

Solo esperamos que los resultados sean positivos y que el INE pueda ofrecernos a los mexicanos la certidumbre de que el proceso es limpio, trasparente, como ha sucedido e los últimos años, y que el nuevo instituto tenga la confianza de los ciudadanos, tal y como ha sucedido con el ya fallecido IFE, cuya labor fue realmente buena, y merece el reconocimiento de la gente, de su pueblo.

(Visited 1 times, 1 visits today)