La sufrida clase media

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¿Qué es la clase media? ¿Existe como tal una única concepción que la defina? ¿O tenemos un mundo económico con variantes? Si la seguimos definiendo desde una visión weberiana en pleno siglo XXI muy posiblemente incurramos en un error.
Para debate: una clase media como tal lo es en la forma que ésta logra acceder a una serie de instrumentos concedidos por la aplicación en mayor o menor medida del llamado Estado Benefactor o lo es por su capacidad económica tomada a partir de su fuerza motriz de ingresos ya sea porque es propietaria o está en nómina (un intervalo lo suficientemente considerable para realizar sus satisfacciones personales y/o familiares y quedarse además con capacidad de ahorro motor de la turbina de la inversión); o bien porque logra situarse en dicho estamento gracias a que la creciente oferta en bienes y servicios permite el abaratamiento de éstos lo que a su vez facilita que más gente acceda a ellos.
Tampoco es lo mismo la clase media inglesa respecto de la noruega, china, libanesa, argentina, venezolana, estadounidense y mexicana. El poder adquisitivo de la clase media en los países más desarrollados es más elevada porque su ingreso per cápita lo es y también porque los gobiernos exigen mayores cargas tributarias que compensan por otro lado con democratizar el acceso a los servicios públicos.
Son muchas las aristas que se conjugan y determinan una clase media de otra y quizá por ello no me atrevería a usar dicho concepto de forma generalizada en economías que arrastran tantas brechas socioeconómicas, como acontece en América Latina. Porque América Latina es a su vez un crisol de “muchas américas”.
Empero, recientemente, Rebeca Grynspan, titular de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) con sede en Paseo de la Castellana, en Madrid, refirió en un acto público que “más de 80 millones de iberoamericanos son hoy clase media”.
Palabras que enfatizó con el siguiente comentario: “La expansión de las clases medias han servido para un acceso destacado de los jóvenes en el nivel superior de educación. Tenemos una primera gran generación formada para ser una perfecta fuerza de trabajo para la región”.
Declaraciones controvertidas y aventuradas máxime cuando Iberoamérica como tal es absolutamente heterogénea y una parte de su población viene de una larga crisis económica (España y Portugal) que no precisamente ha contribuido ni a mantener ni a engrosar la clase media.
El propio Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca que la clase media española ha perdido “masa crítica” desde que, en 2008 arreció el ritmo de la crisis económica derivada del pinchazo de la burbuja inmobiliaria visible desde 2006.
“De hecho, el 44.5% de los hogares españoles reconoce que no puede permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año”, según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del año 2012 elaborada por el INE.
Eso en España, porque faltaría considerar la crisis del bolsillo y pérdida de poder adquisitivo y bienestar de la clase media argentina, venezolana y mexicana.
A COLACIÓN
En toda crisis económica es la clase media la que más pierde porque además es la que generalmente no acostumbraba a acceder a ayudas sociales de ningún tipo e inclusive suele privilegiar el uso de los hospitales privados a los públicos; los colegios particulares (de paga) a las escuelas públicas y universidades privadas a las públicas.
Son parte de la población que devenga por una serie de servicios tales como vacunar a sus hijos con un pediatra particular, uso de guardería privada o de babysitter.
También son contribuyentes que, además, pagan impuestos y que, ante la falta de su fuente de ingresos bien porque perdieron la empresa o porque fueron despedidos del trabajo, éstos dejan de contribuir y empiezan a presionar por acceder a los servicios públicos otorgados por el Estado.
Para mí un dato clave de cómo sufre la clase media en cada crisis (y en la medida que ralentiza el PIB) es la matrícula escolar en las escuelas públicas, técnicas y universidades públicas comparada con la matrícula en los centros privados.
A mayor estreches de la clase media aumentará la presión en la matrícula pública y descenderá en la privada. Las clases medias van quitando gastos conforme su bolsillo constriñe; empiezan por los gastos más superfluos (gimnasios, entrenadores personales, peluquería, Spa); después venden activos y propiedades de todo tipo; luego dejan de comprar ropa, de salir de vacaciones, de gastar lo menos posible en ocio y en alimentación optan por las marcas blancas. Hasta que se llega a la decisión de sacar a los hijos del cole privado y meterlos al público.
Esa es la forma cómo hoy en día sobreviven muchos hogares dentro del espectro de la clase media cada día más depauperada. Pero siguen siendo clasemedieros.

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