No vamos a escribir lo ya trillado del 1 de mayo cuando se celebra en prácticamente todo el mundo el Día del Trabajo, porque ya sabemos lo que veremos: sindicatos corrompidos por sus “líderes” que desfilan denunciando cosas que nunca tencrán, solicitando aumentos de salario que no vendrán y prestaciones que solo en sueños se conocen. No: no es la idea.
Es remembrar ese motivo por el que no trabajamos curiosamente: en el día del trabajo nadie trabaja, y quien lo hace pues no tiene sindicatos o alguna garantía del empleo que posee, porque así sucede siempre, y la autoridad se presta a la complicidad de algunos vivales y nos dan atole con el dedo.
Este día recordamos las condiciones laborales que en el México que todos vivimos y para el que trabajamos van de mal en peor. Los que tenemos a nuestro cargo la educación de muchos cientos de personas cada día tenemos menos garantías en nuestro trabajo, cada día ganamos menos, y si osamos levantar la voz, como suele suceder, nos aplastan y nos callan  o pretenden hacerlo, como se está haciendo tradición ahora más que nunca.
Agachones como pocos, nuestros dirigentes sindicales se corrompen a cambio de esas monedas de oro que envidiaría Judas, con la salvedad de que aquel tuvo vergüenza y se colgó, y estos ladrones y conchudos nunca lo harán, y por el contrario, incluirán en la nómina a toda su parentela, como lo hicieron directivos antes que ellos, y como lo seguirán haciendo quienes tienen a su cargo la dirección de todo este mundo y comunidad.
Si, es probable que algunos de los que nos quejamos seamos objeto de represalias, pero mejor vivir así que aplastados por la mediocridad. No es posible estudiar cada día más y ganar cada día menos, con el viejo pretexto de poner orden, de pagar los impuestos que corresponden y una serie de estúpidas decisiones que se han tomado y que perjudican únicamente el salario líquido de quienes sí trabajamos y asistimos diario a cumplir con nuestra vocación que algunos llaman trabajo, pero que para nosotros es la actividad más apasionante y que nos permite disfrutar de la convivencia de los  jóvenes con quienes compartimos nuestro conocimiento y experiencia, con la pasión y entrega de que somos capaces.
El día del trabajo nos recuerda lo pusilánimes que son los dirigentes de esos sindicatos fantasmas que se forman y conforman y no nos defienden de nada, y que agachan la cabeza ante los mal llamados “patrones”,  y afirmamos lo anterior porque según la Real Academia Española, patrón quiere decir “protector, defensor, santo titular de una iglesia o que tiene cargo de patronato”. Estos vividores nada tienen de protectores o defensores de nuestros salarios o prestaciones, mismas que venden a cambio de sus privilegios mal habidos; tampoco serán titulares de ninguna iglesia porque no tienen moral y nunca tendrán a cargo un patronato, porque nunca ejercerán funciones rectoras, asesoras o de vigilancia en una fundación, un instituto benéfico, docente, etcétera, para que cumpla debidamente sus fines, porque no tienen moral probidad necesaria que les permita levantar la cara sin sentir vergüenza.
Ese es el día del trabajo que recordamos en este año de 2015, porque estamos cansados muchos de las arbitrariedades y faltas de defensa de los que se ostentan como nuestros líderes y que tienen decenas o lustros de serlos, sin permitirnos mejorar en nada, pero sí perjudicándonos con falta de gestión y defensa, pusilanimidad y desvergüenza total.
Podrá percatarse el lector que estamos molestos con esos pseudo-dirigentes sindicales y con esos que ejercen de patrones y solamente nos exprimen, con las autoridades que ven en nosotros una mina pero son incapaces de pagar sus impuestos u obligar a un diputado o senador a hacerlo, a un mandatario de cualquier nivel a hacer su declaración hacendaria. Solamente nos exigen a los que tienen en medio: los de abajo, nada tienen y no se les puede pedir nada, y los de arriba…
…los de arriba, sus cómplices, son sus iguales.
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Día del ¿trabajo?
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