La angustia no brota por lo que Grecia, su economía, representa dentro del conglomerado de la Unión Europea y de la eurozona lo que preocupa es que la salida de uno de los miembros del selecto club integracionista es un hecho inédito, un evento del que no se tiene referencia ni teórica, ni práctica.
A diferencia de las ciencias naturales que se cuecen dentro de un laboratorio con prueba y error hasta que se logra el perfeccionamiento de la técnica y se prueba o desecha la hipótesis, con las ciencias sociales las cobayas somos todos y un error tiene consecuencias monumentales.
Lo saben los griegos y el resto de los europeos por eso es que a pesar de las amenazas de Angela Merkel, canciller de Alemania, de “dejar ir a los helenos del euro”, la verdad es que ni el nuevo gobierno de izquierda radical comandado por Alex Tsipras al frente del Partenón del poder griego se atreve a decir el adiós definitivo.
¿Por qué? Porque están pillados, liados, incapaces de dejarse ir simplemente se necesitan: Grecia requiere seguir perteneciendo a la eurozona porque eso es una mayor garantía para obtener una mejor nota de inversión antes las empresas calificadoras internacionales.
Al pertenecer, las arcas helenas tienen una seria de avalistas comenzando por el BCE y los propios países de la eurozona que ya inclusive le han rescatado; significa además seguir con una serie de parámetros -en casi todos los órdenes-, que bien que mal implican un cauce, una directriz para el rumbo de la economía. Una certeza que en toda relación es de impronta a fin de visualizar un futuro tanto en el corto como en el mediano plazo.
Para la zona euro implica no abrir una caja de Pandora que sucedería en caso de perder a los griegos porque el efecto de contagio entre los países del Mediterráneo no sería descartable.
Es decir, si los griegos se salen de la moneda común, ¿qué podría impedir que España o Portugal le secundarán? Máxime con un cambio en el partido en el gobierno en tiempos en los que además se azuza la ideología de izquierda extrema.
A COLACIÓN
¿Es más político que económico el efecto de una hipotética salida de Grecia del euro? Para mí lo es sin lugar a dudas el PIB heleno representa el 2% del PIB de la eurozona, es decir, lógicamente no se trata ni de Alemania, Francia, Italia o España que son las economías que tiran del tren económico de la eurozona.
También es verdad que existe el cortafuegos para evitar una corrida bancaria derivada de que Grecia cambiase el euro por el dracma. La economía germana cuyos bancos serían los más expuestos a esta situación detenta un grado de exposición del 0.8% de su PIB, de acuerdo con el cálculo realizado por PricewaterhouseCoopers (PwC).
Lo que sí es incalculabe es hasta qué momento tocaría fondo la economía griega, el drama sería la sangría de capitales ya sin el aval del BCE y de la eurozona, ni el FMI le rescataría.
Para muestra un botón: en enero, mes de las elecciones helenas, cuando ya era evidente e inminente el triunfo de Syriza, salieron 12 mil millones de euros de los bancos tal como en 2012.
Y desde luego está -hay que señalarlo- lo intangible. El juego de las incertidumbres es de lo más dañino en cualquier relación primordialmente económico-financiera. La correlación es inversamente proporcional: a mayor incertidumbre menor inversión por la desconfianza implícita.
¿Por qué es político? Porque Tsipras se juega su credibilidad en seis meses, toda la ristra de promesas electorales no quiere dar su brazo a torcer ante el FMI ese diablo guardián que se encarga de ajustar el cinturón a más no poder.
Este es el estire y afloja en medio de la cuerda está la población griega urgida de que su economía repunte, empiece a generar crecimientos para a su vez reducir su tasa de desempleo superior al 26 por ciento.
Pero sinceramente ni unos ni otros ven por la conveniencia y sufrimiento de los griegos. El Banco Central Europeo (BCE), el FMI y los acreedores de la eurozona no quieren que Grecia se vaya sin pagar la cuenta del restaurante después de cenar caviar y champagne.
Mientras, el nuevo gobierno quiere irse dejando la deuda, pero además lo haría sin dinero en los bolsillos para pagar ni las nóminas de la burocracia esperando que la ayuda financiera le cayera de Rusia o del barquero.
Por lo pronto, ¿quién posee la deuda del gobierno griego? El bocadillo envenenado lo tiene: 60% la eurozona; 10% el FMI; 6% el BCE y 23% otros. Si los helenos se van del euro dejarán a muchos atragantados.
Gyro tóxico
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