Lo que sigue

Luego de los resultados obtenidos en la elección anterior, donde el Partido Revolucionario Institucional obtuvo las ocho diputaciones reales, efectivas, y donde el sistema, desde nuestro punto de vista, injusto, le otorgó a las minorías curules donde tendrán a sus amigos viviendo como reyes durante tres años. seguramente los encargados de las políticas en cada instituto político habrán hecho una evaluación sobre lo obtenido o dejado de obtener para preparar lo que sigue: la elección donde Tamaulipas elegirá al nuevo gobernador, 43 presidentes municipales y a sus diputados locales.
Obviamente, quienes se constituyeron como los grandes perdedores despertarán de un absurdo sueño vivido durante tres largos años, cuando supusieron que la mayoría estaba con ellos: el Partido Acción Nacional ha vuelto a vivir su cruda realidad tamaulipeca, donde gracias a figuras que no tienen nada bueno que aportar y a sus pleitos internos lograron lo que lograron: cero de ocho.
Y de otras fuerzas, entendemos que existen pero no dejan de ser unos cuantos que viven de un presupuesto y no tienen interés alguno en gobernar, pero sí en criticar para que se les tome en cuenta a la hora de las piscachas económicas que el sistema dispone para esas voces “minoritarias”, y entrecomillamos porque no somos de la idea de denostar a nadie, siempre y cuando sus aspiraciones sean legítimas, y éstos nos han demostrado ser nada legítimos, vividores o algo por el estilo.
En Tamaulipas hay dos fuerzas: PRI y PAN, en ese orden de importancia por su penetración en las capas sociales. Lo demás es floritura, es escenografía de un panorama electoral: es simulación pura.
Rafael González Benavides debe estar contento porque ha entregado buenas cuentas, tanto a sus superiores como a sus militantes: ganar las ocho diputaciones es positivo, sin embargo, viene ahora lo más interesante: el proceso local, donde deberá demostrar el PRI por qué la gente sigue confiando en este partido pese a los yerros federales.
En la entidad podemos decir que las mejores campañas del PRI se han llevado a cabo en la cotidianeidad, con el trabajo de sus alcaldes, diputados, regidores y militantes en general, aunque haya quien piense otras cosas muy diversas. El caso es que el PRI es mayoría y eso nadie lo puede negar hoy en día.
González Benavides tiene ya reuniones con sus allegados, quienes llevan en sus hombros la responsabilidad de convencer a los electores, para que dentro de un año aproximadamente tengan el triunfo como el actual. No se duermen en sus laureles y están haciendo una durísima evaluación para saber qué se tiene que recomponer mejorar o reforzar, en aras de lograr siempre la meta que todo partido debiera tener: el triunfo.
Cierto es que en todas partes hay gente “malita”, es decir, que no cuenta con la preparación ni presencia política que les permita ser importantes en la sociedad, a grado tal que algunos ya están destapándose en forma grotesca, buscando si no una nominación, sí posiciones para lo que fuera un grupo político y que ahora se resume en un clan familiar.
No tienen con qué, pero están convencidos que brincando y zapateando contarán con algo, desconocedores de que la política actual ha cambiado y ya no se puede chantajear como antaño.
Las reglas han cambiado, y el PRI lo sabe, por lo que han puesto a funcionar toda la maquinaria y estructura posible, a fin de contar con lo necesario que les permita, el año de 2016, obtener un contundente triunfo.
Una gran parte de esa responsabilidad la tendrán sus ocho diputados elector por el pueblo y los que fueron agraciados por el compadrazgo plurinominal, porque del resultado que puedan tener se valdrán algunas estructuras para conseguir más votos, y también de los diputados locales, los alcaldes y todos sus militantes: la campaña ha comenzado y tienen que trabajar para convencernos de por qué debemos votar por ellos… o cambiar de opinión.
La moneda está en el aire, y las estrategias en las calles a partir de hoy.
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