Renate Smallegange es algo así como una experta en pies olorosos y es capaz de hacer cosas increíbles con tal de estudiar estos olores.
A veces, colecciona medias de nailon usadas. Otras, le pide a la gente que ponga sus pies en una bolsa de plástico para sentir el aroma que dejan en su interior.
De todos los trabajos que hay en el mundo, éste no es ciertamente el más placentero, pero a Smalleagange no le importa sentir de tanto en tanto olor a queso.
“No es para tanto”, dice. “Claro que, desde mi punto de vista, alguna gente huele mejor que otra”.
No todo el mundo encuentra este olor desagradable. Aunque Smallegange debe a veces taparse con delicadez la nariz, el olor le resulta extremadamente útil para su investigación sobre los mosquitos transmisores de malaria.
La investigadora ha estado tratando de entender la receta única que da a nuestros pies su olor, con la intención de frenar la propagación de esta esta enfermedad mortal.
600 por centímetro
No importa cuán limpio esté, un cierto olor es casi inevitable debido a la anatomía de nuestros pies.
El pie contiene cerca de 600 glándulas sudoríparas por centímetro cuadrado –ciento de veces más que las axilas. Éstas excretan un nutritivo caldo de sales, glucosa, vitaminas y aminoácidos que constituyen la dieta perfecta para una colonia de bacterias.
A cambio de este almuerzo gratis, las bacterias nos dan un coctel de ácidos grasos que le dan al pie su olor característico.
Hay tantas bacterias en nuestros pies, que a los microbiólogos les ha costado mucho trabajo encontrar cuáles son las que causan el hedor y dónde están localizadas.
Queso maduro
Sin una pizca de vergüenza, James Reynolds y sus colegas de la Universidad de Loughborough, en Reino Unido, intentaron responder a esta pregunta mapeando la población de bacterias en sus propios pies.
Cinco grupos se destacan: Corynebacteria, Micrococcus Propionibacteria, Betaproteobacteria y Brevibacteria, pero el más notorio fue el Staphylococcus.
Este último siempre coincide con una sustancia química potente llamada ácido isovalérico.
“Imagínate un queso Stilton bien maduro. Así es el olor cuando abres una botella de eso”, explica Reynolds.
Estas bacterias son más comunes en la planta, en la parte cercana a los dedos, lo cual explica por qué esta zona es más hedionda. La comparación con el queso es apropiada: muchos tienen una mezcla similar de sustancias químicas.
“Si entendemos qué son estos compuestos y a las especies que los producen, podríamos hacer incluso ropa que absorba estos olores o los neutralice”, añade la investigadora. También crear mejores desodorantes.
La tarea no es fácil. Junto a estas bacterias olorosas, hay en nuestros pies organismos buenos que actúan como defensa contra las infecciones.
Pero la naturaleza puede ofrecer ayuda.
Un estudio japonés descubrió que tres químicos que se encuentran normalmente en los cítricos pueden atacar a los Staphuyococcus sin dañar a sus vecinos.
La atracción para los mosquitos
En algunas situaciones, el olor a pie puede ser una cuestión de vida o muerte. El científico holandés Bart Knols fue uno de los primeros en notar que ciertas especies de mosquitos portadores de malaria se sienten atraídos por el olor de pie.
Su trabajo fue fuente de inspiración para muchos de los estudios que llevó a cabo Smallegange, investigadora de la Universidad Wagenigen, en Holanda.
Smallegange descubrió, por ejemplo, que el parásito de la malaria parece alterar el sentido del olfato de los mosquitos, que se sienten aún más atraídos por el olor a pie.
Es un mecanismo retorcido que le ayuda al mosquito portador a identificar a sus potenciales víctimas, para continuar su ciclo vital en un cuerpo humano. “Por eso el mosquito es tan buen vector de la malaria”.
Son muchas las formas en que este conocimiento puede ayudar en la lucha contra esta enfermedad.
Smallegange ha estado examinando si la combinación particular de bacterias que produce olor en los pies puede alterar tus posibilidades de que te piquen los mosquitos. Como es de esperar, aquellos que tienen más Staphylococcus tienden a ser más atractivos.
Por esta razón, los intentos por combatir a estas bacterias pueden ofrecer cierta protección contra la malaria.
Fuente:
BBC.co.uk