Brasil preocupa

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Algo malo le pasa a Brasil, a esa agraciada niña de América Latina, que acaparó la atención de los inversionistas extranjeros tras disiparse el boom de México con sus reformas para abrir su economía a la inversión extranjera y provocar una cascada de desregulaciones en la última década de los noventa.
En los últimos tres quinquenios, Brasil se convirtió en el imán de muchas empresas foráneas así como de inversionistas sobre todo europeos, principalmente españoles.
A tal punto que es bastión importantísimo de multinacionales españolas, forma parte de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) economías emergentes con un denodado potencial para jalar inversiones, mover capitales, derramar beneficios y permitir negocios que a su vez vertebran a otros países circundantes.
Empero, desde que no le salieron las cuentas como sede de la Copa Mundial 2014 y se suscitó una vorágine de denuncias en torno a una lacerante corrupción en el sector público y funcionarios de primer nivel, le ha tocado la contracara ya no le sirve ni el maquillaje, ni el botox, ni la silicona para disimular las ojeras, ni los surcos, el rostro ajado de la economía carioca es una realidad.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de enero a agosto de 2015, los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) cayeron en la región tras ingresar 88 mil 717 millones de dólares monto 21% inferior al observado en igual periodo de referencia un año antes.
Brasil está notándolo con mayor acuciosidad con un descenso del 36%, desde enero hasta agosto, mientras que México lo ha mantenido de forma marginal con un incremento del 8% de enero a junio del año en curso.
Es curioso: en Brasil es la desaceleración de la economía, una crisis en su política cambiaria, la corrupción y cierta dosis de incertidumbre hacia el rumbo del cuestionado gobierno de Dilma Rousseff lo que están provocando un caldo de cultivo negativo para que los inversores se lo piensen dos veces antes de continuar apostando por la otrora privilegiada latina. Muchos creen que Brasil requiere otras reformas.
Y digo curioso porque mientras en Brasil las señalan como necesarias, en México esa grandilocuente reforma energética vendida como el picaporte mágico del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto no está atrayendo ni grandes capitales ni magnos proyectos mientras que la deuda de Pemex sigue creciendo.
Al contrario todo obra en contra hasta la caída de los petroprecios que bien podrían despeñarse por debajo de los 30 dólares por barril, en 2016, para malestar de los emergentes como Brasil, México, Rusia y Venezuela.
A COLACIÓN
Hace unos días platicamos con Eduardo Frei Ruiz, expresidente de Chile (11 de marzo de 1994 a 11 de marzo de 2000) actual Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en Misión Especial para el Asia-Pacífico.
Hay un escenario recesivo carioca, este año podría cerrar con una caída del 3% según previsiones de Fitch aunque el FMI no es todavía tan duro en su prognosis advierte del frenazo en la sexta economía del mundo.
De hecho estos días Fitch anunció un recorte en la calificación de solvencia brasileña al pasarla de BBB a BBB- lo que mete en malabares al gobierno de Rousseff porque si continúa perdiendo credibilidad ante los mercados, le costará recuperarse el triple de tiempo y esfuerzo. Está al borde del bono basura.
Los daños colaterales son significativos primordialmente en los países aledaños al epicentro, por ejemplo, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile; al respecto, Frei Ruiz comentó que “sí hay enorme preocupación por lo que pasa en Brasil”.
A Chile, explicó, le toma con una economía más sólida que sigue abriéndose al realizar una serie de acuerdos de libre comercio e intercambio con otras naciones a fin de impulsar no sólo el comercio sino también la inversión.
“Tenemos que Chile no es un país deudor es una ventaja nuestros fondos soberanos y reservas suman, juntas, casi un presupuesto fiscal”, dijo.
Si bien Brasil es un socio importante y estratégico, Frei Ruiz destaca la capacidad de Chile para diversificar su economía hacia adentro y hacia afuera, contando con flujos de “Japón, España y de otros países asiáticos importantes”.
Ahora la esperanza está puesta en el TPP un tratado de libre comercio cocinado desde Washington y que incluye al 40% de las turbinas del mundo. Le pregunté si verdaderamente sirve de algo tener tantos acuerdos para los emergentes, cuando por principio y por final, terminan acatando lo que digan los industrializados casi siempre… proteccionistas de piel ultra sensible.
“Mire yo le digo que es mejor tenerlos estar allí que no tenerlos o que no estar”, afirmó. ¿Y este TPP irá a funcionar?, insistí. “Vamos a verlo con los años”, guiñó el exmandatario.

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