Huye de Honduras amenazado por la Mara y el desempleo

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Nuevo Laredo, Tamaulipas.-Ante las amenazas de ser reclutado por la fuerza a la organización criminal de la Mara Salvatrucha.

Aarón Ramírez, un hondureño de 25 años de edad, se vio obligado a dejar su hogar, su familia y su país, con el consentimiento de su madre, quien le dijo que prefería verlo lejos que integrado a ese grupo criminal.

Las amenazas eran constantes, y lo que le orilló a esta determinación, fue la falta de empleo, por lo que el dos de septiembre del año pasado emprendió por vez primera el penoso peregrinar desde Tegucigalpa.

“La delincuencia y el poco trabajo que hay en Honduras me obligaron a salir de Honduras”, dijo este joven que se encuentra en la casa del migrante de esta ciudad, esperando el momento de cruzar el río Bravo con rumbo a cualquier lugar de Estados Unidos, ya que no tiene familiares en aquel país.

En Honduras el trabajo escasea, y no porque no haya inversión, sino porque no hay quienes quieran arriesgar sus capitales debido a las constantes extorsiones de que son objeto los pocos comerciantes y empresarios que cuentan con algún negocio.

“Los mareros están cobrando el impuesto de guerra, y muchos negocios ya están cerrados, y el que no paga, cierran su negocio o matan al dueño”, expresó.

La falta de futuro también influyó en este joven para dejar Honduras, por lo que ingresó a México por Chiapas, donde abordó un autobús en Tuxtla Gutiérrez, pero agentes de migración mexicana detuvieron el transporte para revisión, pero solo b ajaron a un grupo de cubanos.

El camión lo dejó en Puebla luego de 24 horas de camino, y de allí viajó a San Luis Potosí en donde estuvo trabajando en un taller y luego en una taquería por espacio de tres meses y medio, hasta que juntó dinero para su viaje a esta frontera.

Un viaje peligroso

Un día después viajó hasta Saltillo, en donde se subió al carguero o ‘La Bestia’ donde pasó la Nochebuena y la Navidad, hasta llegar a Monterrey el 25 de diciembre para subirse a otro carguero.

“Pero adelante de Monterrey nos bajaron los garroteros porque dijeron que en Nuevo Laredo nos dijeron que estaban rompiendo las mangueras del tren para que se parara, porque antes de llegar a un Oxxo entrando a la ciudad, los malos secuestran a los que viajamos en el tren”, explicó.

Por tal motivo, bajó del tren junto con otros dos centroamericanos, y caminó por los rieles, hasta que subió a un carguero con autos en un viaje muy peligroso, ya que estuvo a punto de caer, hasta que se detuvo y bajó.

Luego de caminar unos kilómetros al lado de los rieles, se acercó con sus acompañantes a la carretera, y una persona lo acercó hasta el kilómetro 26, pero rodeó por el monte este punto y caminó cerca de 15 kilómetros, y el resto del trayecto en un camión que lo dejó en el centro de
la ciudad.

“Al llegar me dirigí al albergue porque ya me habían comentado, y aquí estoy. Pero quiero cruzar hasta Laredo, pero no conozco a nadie allí, y me dicen que los malos se llevan a la gente, pero estoy consciente del peligro, por lo que me encomiendo a Dios”, señaló.

Su deseo es trabajar en un taller de pintura, ya que de oficio es hojalatero, pero no piensa establecerse en Estados Unidos, sino juntar un dinero y regresar a su país y con su familia, y posiblemente instalar un negocio.

Aarón es parte de los casi mil centroamericanos que se encuentran en la Casa del Migrante, y aunque su historia no es muy dramática, la ruya que siguió para llegar a esta frontera cobró el año pasado más de 400 desaparecidos y otros 300 asesinados por criminales, de acuerdo a reportes de la Misión Internacional de Verificación sobre los derechos humanos de los hondureños.

Esta situación aumentó desde que el gobierno federal implementó el Programa Frontera Sur, para detener el flujo de migrantes centroamericanos que utilizan México como ruta para llegar a Estados Unidos.

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