El mejor candidato

Dicen los que creen que saben y algunos de los que saben, que este día podría darse la noticia de quien será el candidato del Partido Revolucionario Institucional para la gubernatura de Tamaulipas; se habla de que están concentrados en la ciudad de México para efecto de firmar o acordar un llamado “pacto de civilidad” y colaboración entre quienes hoy en día son pre candidatos.
Nombres, hay varios: Paloma, Ramiro, Enrique, Alejandro Baltazar y quienes se agreguen a la lista. Todos son destacados miembros de la clase política tamaulipeca, y todos tienen razones de peso para ser… o para no ser, según lo quiera ver cada quien.
Seguramente dentro del círculo en el que se ha desenvuelto, cada uno de ellos es la mejor opción para la candidatura y casi inminente gubernatura; para sus parejas, ellos o ellas son la persona ideal así como para su grupo político.
Tienen merecimientos, y de eso no hay duda; de haber existido esta, no podrían figurar entre los posibles ganadores de tan alto honor.
La gubernatura es un compromiso muy grande y quien resulte nominado tendrá que, en principio, hacer amarres y negociaciones con quienes no llegarán a ser postulados, sin que lo anterior quiera decir que se repartirán las posiciones cual botín de asalto.
Se trata de conformar un buen equipo que pueda dar batalla a una oposición desesperada que es capaz de todo con tal de saciar sus bajos instintos voraces y poco congruentes de “sacar al PRI”, así, claro y único, sin más argumento o postura habitual.
Pero en el tricolor estarán preparando una estrategia que les permita ganar, y en ella deberán incluir lo que se escucha y lee en redes sociales y en las calles, sobre las formas de gobernar, qué le gusta y qué no a la gente, y cual podría ser una buena propuesta política que convenza.
No está el PRI para manejar posturas como las de la oposición que son tan pobres que no llenan las expectativas ni de los cónyuges de los que quieren ser.
Es tiempo de analizar perfectamente qué quiere la gente y, a través del que resulte candidato, tratar de armar un plan de gobierno que les lleve a cumplir todo eso que desea la ciudadanía que les llevará al triunfo.
El que llegue tiene capacidad para hacerlo, y en ese sentido, sobran los agoreros de la desgracia incrustados en los equipos de campaña y que piensan que todos los que no aplauden y se arrastran son enemigos.
Deberán los aspirantes y el candidato sacudirse a esa rémora, a esos estorbos que solo sirven para halagar falsamente, y centrarse en lo que la gente realmente quiere, lo que realmente necesita… lo que demanda día a día.
Ya no estamos para promesas huecas ni planes en los que se derrochan recursos en forma insultante, sobre todo, en gastos que nada tienen que ver con la administración pública.
Es tiempo de que se haga un solo y buen equipo, y que se trabaje en unidad para conservar una gubernatura que, aparentemente, no tiene oposición fuerte, gracias al desgaste que han sufrido sus contrincantes y que constituyen una victoria tricolor indirecta.
Es el tiempo, pues, de reconocer en el que sea nominado la capacidad para llegar al triunfo, y quien tenga que trabajar a su lado que lo haga pensando que el asunto es para mejorar todos en la entidad y no para enriquecer a unos cuantos.
El PRI tiene, desde nuestra óptica, a los hombres o mujeres que pueden hacerse cargo de tan especial encomienda, pero ahora falta ver que se haga una adecuada elección.
Es tiempo, pues, clave para la vida política de la entidad.
Ahora, lo que sigue, que es la campaña, y luego: la elección.

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