Propuesta sanitaria

Es muy probable que para estos momentos estemos ya conociendo el nombre de quien abanderará al Partido Revolucionario Institucional –PRI- para contender por la gubernatura de Tamaulipas, y prácticamente, próximo gobernador, de acuerdo a las expectativas que hacen los politólogos y uno que otro que sí conoce del tema.
Seguramente, habrá que asegurar una campaña intensa y penetrante, a fin de obtener el convencimiento de la mayoría de los tamaulipecos a manera de votos, y conformar lo que será el gobierno de los próximos seis años.
Rubros de vital importancia tienen que pensarse y decidir qué se podrá hacer para conjurar las carencias o mejorar lo que se ha realizado a la fecha.
Somos de la idea de que todos los gobiernos han dejado algunos avances en todos los rubros prioritarios, y si no ha alcanzado para tener la calidad y cobertura total, sí se ha avanzado en ese sentido. Salud no es la excepción, y aunque han surgido nuevos problemas sanitarios, hay una importante senda avanzada en el sexenio de Egidio Torre Cantú, y que a través de la dirección del secretario Norberto Treviño García Manzo y el equipo de colaboradores de la SST ha conformado una estrategia que deja buenos dividendos.
Hace falta más, mucho más, y en ese sentido, la naturaleza nos ha jugado malas pasadas como el Chikungunya y otros problemas que surgen y hay que atajar a la brevedad posible.
En lo que respecta a enfermedades que nos están matando a la mayoría de los individuos, entendemos que se puede hacer mucho más, pero siempre, esperanzados en que el usuario –el enfermo, dicen algunos- tenga la noción de que es importante su participación y colabore, porque la SST por sí misma nunca erradicará la diabetes, la hipertensión o evitará la obesidad y el sobrepeso, mientras no colaboremos.
En ese sentido, los estrategas del candidato podrían suponer que dentro de su proyecto sanitario para el sexenio venidero podría incluir una política más generosa y más agresiva a la vez, más enérgica y más contundente.
¿A qué nos referimos? Tenemos la costumbre de contar con un gobierno paternalista que nos resuelve los problemas, pero en la salud, si no hacemos lo que nos toca, de nada sirve que la autoridad destine lo que tiene o más en aras de buscar la salud de todos.
Entendemos que si hay atención y autocontrol podría haber mucho menos problemas de salud, hospitalización, incapacidades y decesos, de ahí que resulte, para nosotros, importante, el hecho de que se configure una ley de salud más estricta, y que suponga que, si el ciudadano no se cuida y no pone de su parte, no se le apoye.
Algunos renegados dicen que es absurdo pensar así, que los pobres –así dicen a sus víctimas- no tienen forma de hacerlo y no se cuidarán.
Entendemos que si la gente no se cuida por sí misma, no hay política, acción, dinero o medicina que alcance, así de claro, nos guste o no.
Entonces, imagine el lector: si se exige para el otorgamiento de apoyos como los de hoy y más, un nivel aceptable de hemoglobina glucosilada, por ejemplo, los pacientes con diabetes nos cuidaríamos en serio, y sabríamos que el cuidado personal implicaría el compromiso de la autoridad para darnos más de lo que hoy nos dan, pero con mejores resultados.
Al que no se quiera cuidar, que no se le apoye, y ese recurso que se le deje de dar se distribuya entre quien aprecie el esfuerzo y el valor por la vida.
Si, efectivamente, suena inhumano para algunos, pero es más inhumano estar tirando el dinero en gente que no se quiere cuidar y cuando se enferma echa la culpa al gobierno por su descuido y desatención. Mejor que el dinero se destine entre los que quieren vivir con calidad.
Y eso podría encajar perfectamente en un plan de salud para el nuevo gobierno, suponemos, o al menos, proponemos.

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