Se ubicó en su lugar erguido, soberbio, al típico estilo de todo un Don
Juan listo para dar la pelea, pero apenas si había transcurrido el
primer “round” su semblante sufrió una visible metamorfosis que no
sorprendió y que derivó en que quienes apostaron por él en los antros
de Ciudad Victoria observaran, antes de tiempo, que se iba
evaporando el billete que se jugaba en la mesa.
Alguien resignado comentó “ya azoto la res”, en referencia a los
ataques que en chorro recibió Francisco Javier García Cabeza de
Vaca, candidato del PAN a la gubermatura de Tamaulipas y, otro
sujeto, que presume que trae bien puesta la camiseta del PRI, se
atrevió a decir que el abanderado azul, hasta quería llorar.
Y no fue para menos, si desde un principio varios candidatos
adversarios lo agarraron de “sparring”, tal vez porque no se curaron
la herida que les dejo el hecho de que el aspirante de los cuernos los
sobajara cuando declaró que el debate de anoche solo sería entre dos, o
sea, entre el PAN y el PRI.
Impulsivo, arbitrario, déspota, como es, Pancho Javier nunca asimiló
que se comería sus palabras en el primer debate que organizó el
IETAM, en el que para decorar su trayectoria sus adversarios no lo
bajaron de mentiroso, de delincuente, de perverso, de ratero, de
mantenido y de vividor de la política.
Pero lo que tal vez más le dolió al abanderado azul fue que su
adversario del PRI, Baltazar Hinojosa Ochoa, le restregara en la cara
que era un verdadero bandido y, por consiguiente, un peligro para
Tamaulipas, mientras que otros de los que participaron mostraron en
público su ficha delictiva que data de sus tiempos de juventud en una
cárcel de Texas acusado de asalto a mano armada.
Pero, ellos fueron, más allá cuando le pidieron cuentas también del
origen de su descomunal fortuna y de una serie de propiedades que
pose en Tamaulipas y en Estados Unidos.
El panista se defendió con un ya trillado juego de palabras, pero
ninguna prueba aporto sobre lo que sus oponentes le exigieron durante
los momentos más álgidos del encuentro entre candidatos.
Al aspirante se le cortaba la voz, lucía pálido, incómodo, confundido
por los ataques en racimo que le lanzo Baltazar y, los otros, a los que
no se canso de tachar de paleros.
Dos ganadores se pueden rescatar de este primer ejercicio democrático
que vivió Tamaulipas, puesto que las dos grandes sorpresas fueron
Oscar Martín Garza González y Armando Vera, de Morena y del PT,
respectivamente, quienes no optaron por denostar en contra de sus
adversarios, sino que hicieron propuestas claras y atractivas, tal vez
porque por la escasez de recursos y de proyección el debate es el foro
más importante que hasta el momento han pisado en su campaña.
Pero, vale decir también, que fue buena la impresión que Baltazar
Hinojosa dejo, puesto que demostró dominio escénico, firmeza y
precisión en su intervención, pero sobre todo garra para defender su
posición frente a los ataques desmesurados de su oponente del PAN.
También él gano, porque entre los priístas no se habla de otra cosa más
que de que a Baltazar, desde el inicio de la campaña, se le nota
acartonado, extraviado, resignado, lo que dio lugar a que creciera la
percepción de que esta elección ya fue cruzada en una negociación.
Quieren ellos, los priístas que en una mesa ganaron la apuesta, a un
candidato más agresivo, más abierto, más sonriente y menos
desconcertado, en conclusión que los inspire para cruzar la boleta a su
favor.
Fuera de todo ello la conducción de este debate fue impecable, no
obstante de algunas leves fallas técnicas y el descuido de varios
candidatos de no aprovechar al máximo los minutos que se asignaron
para su participación.
Son ocho los gallos que gritan y que aletean por los rincones de
Tamaulipas.
Y millones los electores que ya empiezan.
A juzgar sus cualidades y calamidades..