Mitomanía, el mal de la nariz de Pinocho

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Hay personas que necitan ser el centro de atención, parecer más importantes que los demás, hacer creer que han vivido mil y una aventuras o haber tenido una serie de frustraciones en todos los sentidos que no pueden aceptar por orgullo o temor a la crítica y esto los hace mentir de forma sistemática, haciendo de este hábito un estilo de vida, dañino y peligroso.

Todas las personas en algún momento de su vida mienten, pero cuando mentir se convierte en un hábito y es la única forma de relacionarse con los demás, hablamos de mitomanía. En la mitomanía quien la sufre puede tener un carácter con rasgos paranoides. Desfigura la idea que tienes sobre sí mismo y la magnífica como en un delirio de grandeza que oculta datos con mentiras.

Es decir la persona se diseña una historia y se la cree a pesar de saber que no es cierta, pero ¿qué sucede con esto? Es un impulso irrefrenable de mentir, un síntoma de que esa persona psicológicamente no está bien.

Hablamos de mitomanía cuando existe una conducta morbosa, donde se falsea la información en forma reiterada. Esta conducta se atribuye a inmadurez emocional y hasta neurológica, que impide que los sujetos se instalen en un marco de realidad.

Los especialistas comentan que el mitómano tiene una tendencia patológica a deformar la realidad.

Se miente pensando se ganará prestigio, se mejorará la imagen que los demás tienen de él, lo que demuestra una falta enorme de autoestima mezclada con un sentimiento de complejo de superioridad-inferioridad.

Se puede mentir para manipular a las personas o por hacer daño, lo que es muy frecuente en este tipo de personas que denigran a otros para hacerse creer que ellos tienen la razón y son superiores.

Tiene efectos negativos sobre quien la padece y sobre quienes la sufren, pero también en la percepción que los demás tienen de esa persona.

El mitómano comienza a perder credibilidad entre su entorno y crea conflictos y separaciones entre personas.

Un estafador con esta predisposición es una persona peligrosa, ya que el engaño puede ser utilizado para lograr bienes o dinero a cambio de fingir problemas que no existen.

Para el siquiatra Sergio Arturo Escobedo Návar, este comportamiento es síntoma claro de alguien que vive bajo la amenaza de la mitomanía, una enfermedad sicológica que se presenta principalmente entre personas auto devaluadas, con muy bajo nivel de estima o muy pretenciosas.

En todo caso los pacientes tratan de ser atractivos a los demás y por ello tienen necesidad de desfigurar la realidad y la visión de sí mismas, dice.

Este especialista del Instituto Mexicano del Seguro Social comenta que el mal puede ser la expresión de padecimientos vinculados con la alteración en la construcción de la personalidad, ya que con frecuencia ataca a gente con tendencia paranoide, con elevado grado de desconfianza y sospecha sobre los demás.

Características de la mitomanía

El mitómano recurre a la mentira continuamente y sin valorar las consecuencias con tal de maquillar una realidad que considera inaceptable, urdiendo todo tipo de sistemas que, a veces, pueden parecer delirantes.

Es síntoma de padecimientos como el trastorno de personalidad limítrofe, que se caracteriza por inconsistencia en varias áreas de la vida, tanto en lo afectivo, social y laboral, por lo que la víctima no logra un grado de compromiso ni constancia.

Se asocia con el trastorno narcisista, que se distingue por la percepción de que todo lo bueno está adentro y lo malo está afuera: hay dificultad para vincularse con otros de una forma integral y madura; piensa que las personas están a su servicio.

Las historias contadas no son del todo improbables, ya que a menudo tienen algún atisbo de verdad y siempre son muy formuladas (esto puede deberse a que se piensa demasiado en todas las probabilidades de que un evento se lleve a cabo, de qué manera y en qué circunstancias). Si se le presiona, la persona puede llegar a admitir que lo que cuenta no es cierto, aunque de mala gana y en casos más fuertes el individuo no admitirá la verdad, generalmente terminará desviando la conversación con halagos físicos u otros temas relacionados que contengan mayor veracidad.

La tendencia a mentir es duradera, no es provocado por una situación inmediata o por la presión social sino que más bien se trata de una característica de perturbación de la personalidad.

Las historias contadas tienden a presentar al mentiroso de manera favorable. Por ejemplo, la persona puede presentarse a sí misma como alguien increíblemente valiente, sabio. La persona puede creer que él o ella ha cometido actos sobrehumanos del altruismo y amor o actos igualmente grandiosos de una maldad, que responden a sus propias fantasías.

Este padecimiento, afirman los especialistas, puede ser parte de la esquizofrenia, aunque no es uno de sus principales síntomas. Hay otra patología que se llama trastorno ficticio y hace que las personas inventen enfermedades, que se podría considerar como una característica mitómana.

El doctor Escobedo señala que comúnmente se detecta como un elemento accesorio, sobre todo si se considera que en la consulta de siquiatría o sicoterapéutica el paciente trata de expresar temas que le preocupan, pero se resiste a decir todo.

Definimos mitomanía como un trastorno psicológico en que el sujeto miente todo el tiempo de forma patológica, falseando la realidad para hacerla más soportable. El mitómano sublima sus impulsos para transformarlos en arte. Posee una tendencia a engrandecer la realidad, también a mitificar o admirar a ciertas personas. Este mal aparece mayoritariamente entre personas con baja autoestima, que embellecen su realidad para obtener la aprobación ajena.

Las mentiras surgen como sustituto de las cualidades reales que el sujeto no encuentra en sí mismo, debiendo sustituirlas por ficción, la que sirve de apoyo para soportar el miedo que el mundo le ocasiona.

Lo triste de esto es que la persona al aferrarse a una mentira que va creciendo mientras más la dice, se la llega a creer y la defiende al grado que no le importa a quién ofende e difama y unido a esto, no es capaz de reconocer que miente, porque ella misma llega a creer en su mentira, por lo que se necesita de voluntad y fuerza para solicitar ayuda profesional.

Fuente:
cronica.com.mx

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