El día Internacional de la Mujer; el día para recordar que no debe haber violencia hacia la mujer y muchos más, contemplados en el calendario de muchos países nos lleva a una serie de reflexiones sobre temas denominados “de género”, aunque el término no especifica a cual, se entiende que es el femenino o relacionado con ello.
Siendo estrictos, hay muchos actos y acciones que nos llevan a pensar que la violencia de género no se supedita al sexo femenino, sino que existe una gran cantidad de casos de violencia hacia el sexo masculino, que no se denuncian por diversas razones. Explicamos:
Cuando una mujer acude a interponer una denuncia, es objeto de múltiples señalamientos pero se le recibe; cuando el varón es el que acude, tiene que enfrentarse a frases como “va a salir en la prensa, y no le conviene” o “van a decir que usted es un mandilón”. No hemos entendido que el ser humano no tiene por qué utilizarla violencia, y es un tema tan difícil y antiguo como la humanidad misma: abuso hacia uno y otro género ha existido por los siglos de los siglos, y abusos de autoridades hacia ambos también. Porque unos son “machos” u otras son “mujeres empoderadas”, pero el caso es que ha habido un poco –o un mucho- de ambos.
La violencia entre quienes mantienen una relación no debiera existir: si no se encuentran puntos coincidentes, lo más sano es que cada quien vuele por su rumbo y listo, pero somos tan especiales que generamos condiciones que propician la violencia y luego nos quejamos.
Hemos sido testigos de casos de damas que no denuncian los golpes de que son objeto porque, aseguran, “mi marido me pega porque me quiere”, y esa absurda forma de pensar aún persiste en nuestros días.
Debe existir una conciencia de respeto hacia los que nos rodean, del género que sea, de no discriminar a unos y a unas por ser lo que son, y de respetar: RESPETAR en su totalidad las formas de ser de los demás.
Es un deber de cualquier persona que se precie de ser civilizada el tener la actitud de respeto, que no quiere decir que tenemos que aceptar lo que son o hagan los demás. Hay formas de manifestar inconformidad o de vivir en otro punto de vista totalmente ajeno, y nada tienen que ver con la violencia que empleamos cuando la ignorancia es mayor que nuestra forma de pensar.
Somos de la idea de que debe exigir la autoridad que no se propague ésta –la violencia- en ninguna forma posible, y que quien la practique sea marginado de las relaciones sociales básicas.
Pero tenemos que entender, todos, que el respeto a los demás sin distingo alguno es o debe ser la premisa fundamental de la convivencia humana.
No podemos aspirar a mejorar si discriminamos a los jóvenes por inexpertos, a las damas por débiles, a los varones por tercos, y a los ancianos porque ya están viejos.
Todo eso implica discriminación, y si no, vea usted qué difícil es para un chico encontrar un trabajo decoroso, porque le salen con el “no tienes experiencia”, sin visualizar si tiene o no capacidad.
Todo eso nos lleva a pensar que somos una sociedad muy especial, y que nos gusta imponer nuestros puntos de vista sin racionalización previa y sin escuchar las opiniones que son ajenas a nosotros.
Somos todos tan importantes como el de al lado, y en ese tenor, debemos aprender a vivir, a respetar y a entender que todos podemos aportar alguna cosa a los demás, en la medida que seamos respetados y apreciados nuestros puntos de vista.
Somos tan importantes como personas, como lo es usted, el de al lado, los de enfrente o los de arriba o abajo.
Fuera discriminación de la sociedad, y eso nos hará mejores, supongo.
Lucha de género
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