Lo que el viento se llevó

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Nuevo Laredo, Tamaulipas.- En solo minutos, la aduana de Nuevo Laredo, ubicada en el Puente del Comercio Mundial, considerada por quienes la idearon como la mejor no solo de México sino de América latina, fue afectada el 21 de mayo por una fuerte tromba que la dejó casi reducida a escombros, y ocasionó pérdidas superiores a los 45 millones de pesos, solo en la infraestructura y sistemas electrónicos y de cómputo, según reconoció Ricardo Treviño, titular de la Administración General de Aduanas (AGA).

Moderna, fuerte, eficiente, modelo a seguir para las restantes aduanas interiores y marítimas del país, no resistió los embates de una fuerte tormenta con vientos superiores a los 90 kilómetros por hora, que dejó al descubierto posibles deficiencias en una obra millonaria que fue realizada tal vez, con un presupuesto inflado y sin las previsiones para soportar este tipo de fenómenos naturales.

Los daños son cuantiosos y no han sido revelados en su totalidad por las autoridades federales, daños que afectaron no solo su infraestructura operativa, también dañaron las operaciones comerciales realizadas en el Puente del Comercio Mundial, dejando pérdidas económicas de entre 800 mil y un millón de pesos diarios por el cobro que se dejó de hacer en peaje a más de 8 mil camiones que fueron desviados a otras aduanas cercanas.

Si a ello se suman las pérdidas ocasionadas por los retrasos de mercancía de las agencias aduanales y transportistas a sus clientes, y por las pérdidas a los conductores transfronterizos o ‘transfers’, al hacer solo un viaje a la ciudad de Laredo, Texas, en vez de los acostumbrados tres o cuatro, los daños ocasionados por la tromba son incuantificables, amén de los ingresos que dejó de percibir la ciudad de Nuevo Laredo con el desvío de las mercancías hacia las aduanas de Colombia, en Nuevo León; Piedras Negras, en Coahuila, y Reynosa en Tamaulipas.

Lo peor es que ninguna autoridad, ni federal ni estatal ni municipal, tienen conocimiento real de los daños, o los ocultan, al grado que las informaciones ofrecidas siguen siendo divergentes y hasta contradictorias en cuanto a las afectaciones, la reparación de los daños y el reinicio de las operaciones comerciales.

Al día siguiente de los destrozos, el 22 de mayo, se informó que la situación quedaría resuelta en una semana, pero a casi un mes de la tromba la reconstrucción es lenta y tediosa, tanto, que las dos semanas ofrecidas por Ricardo Treviño para restablecer las operaciones comerciales por el puente, se fueron a tres…, y avanzan los días.

Confiado, el titular de la AGA mencionó que el seguro pagará los daños ocasionados por la tromba, ya que todo, dijo, se encuentra asegurado por una compañía de seguros cuyo nombre no fue revelado, aunque se sabe que las instalaciones federales por lo general son aseguradas por la empresa Aseguradora Mexicana SA, que de acuerdo a expertos consultados, puede ser financiada por el propio gobierno federal.

“Todo es asegurado, desde el edificio hasta las computadoras y el mobiliario, y la cobertura debe ser total contra todo tipo de daños ocasionados hasta por un fenómeno natural”, explicó uno de los expertos consultados.

Dos veces destruida

Esta es la segunda ocasión en 25 años que la aduana de Nuevo Laredo es destruida por causas diferentes; la primera vez ocurrió el 29 de noviembre de 1992 cuando una turba de personas enardecidas e inconformes con la Secretaría de Hacienda, salieron a las calles y destrozaron las instalaciones de la aduana, que estaba en el puente internacional uno.

Previo a la destrucción, miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar por la injusta franquicia de 50 dólares (era de 300), aplicada para los fronterizos por la Secretaría de Hacienda, por los abusos cometidos por la entonces Policía Fiscal en contra de ciudadanos a los que calificó de contrabandistas, y por el injusto decomiso de autos extranjeros.

La indignación fue mayor debido al decomiso de mesa-bancos ordenado por el entonces administrador de la aduana Rodolfo Chávez de los Ríos, que alumnos de la secundaria federal dos ‘importaron’ desde Laredo, Texas, mediante el contrabando hormiga, ante la indiferencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), por dotar de estos utensilios a los alumnos de educación primaria de esta frontera.

En aquella ocasión la destrucción fue ocasionada por ciudadanos afectados por esas medidas aplicadas por la dependencia federal, mientras que el 21 de mayo de este año, la destrucción fue por la inesperada tromba que descobijó fallas, vicios, y posiblemente actos de corrupción tanto en la aplicación de los recursos destinados para la construcción de una aduana que resultó no ser tan consistente ni tan moderna como se había pregonado, como en los procedimientos de sanción a la importación de mercancía ilegales.

Pero lo destacado en esta ocasión es que al igual que en 1992, la Secretaría de Hacienda y el SAT, siguen abusando de los fronterizos con una franquicia discriminatoria, y con la amenaza constante del decomiso de vehículos extranjeros que son utilizados como herramienta de trabajo y medio de transporte de miles de ciudadanos, ante la ineficiencia del transporte urbano y la falta de trabajos buen remunerados.

Colombia ¿La opción?

Desde que el Puente del Comercio Mundial fue construido, a un costo de 480 millones de pesos, e inaugurado el 15 de abril del año dos mil por los presidentes de México, Ernesto Zedillo, y de Estados Unidos, George Bush, se afianzó como el cruce de mercancías más importante de México y de América Latina, ya que por su estructura se realiza el 40 por ciento del total de las operaciones comerciales entre ambos países, con el cruce aproximado de 8 mil tracto camiones diarios, de acuerdo a datos presentados por el titular de la AGA.

Pero cuando ocurren fallas en la aduana, como la caída frecuente del sistema de cómputo, o los constantes paros de camioneros debido a las tardanzas de las revisiones en las garitas de Laredo, Texas, la opción es cruzar por el puente Colombia, ubicado a poco más de 40 kilómetros de Nuevo Laredo.

Luego de su construcción, la operatividad de Colombia como alternativa para el traslado de mercancías a Estados Unidos, fue duramente criticada por funcionarios de Tamaulipas, que lo calificaron como un enorme ‘elefante blanco’ que no justificaba su inversión dada su cercanía con el poderoso Puente del Comercio Mundial.

Era un puente que llevaba ‘a ningún lado’ y sin destino promisorio. Fue inaugurado el 31 de julio de 1991 por el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, y por su ubicación estratégica, sirve de desahogo al puente de Nuevo Laredo, cuando se satura y ocurren problemas, como el del 21 de mayo.

Desde entonces la aduana de Colombia ha estado creciendo, tanto en aforos como en tecnología y facilidades para las operaciones comerciales, hasta ubicarse actualmente entre las 10 aduanas más importantes del país, de entre las 48 existentes.

Más moderna y más amplia que la de Nuevo Laredo, fue diseñada exclusivamente para el tráfico de mercancías con un tiempo máximo de 8 minutos de cruce para cada uno de los 5 mil tráileres que cada día cruzan por dicho puente, a diferencia de los 15 o 30 minutos utilizados por el Puente de Nuevo Laredo, que en ocasiones se convierte en horas, y lo vuelve ineficiente e inoperante.
Cuando fue cerrada la aduana de Nuevo Laredo en noviembre de 1992 por los disturbios ocasionados por las manifestaciones, de los dos mil camiones que cruzaban al día, aumentó a 6 mil, mientras que de 5 mil que cruzaban antes de la tromba del 21 de mayo, aumentó a 12 mil.

Una historia de corrupción

La aduana de Nuevo Laredo es la más importante del país no solo por la cantidad de aforos registrados en el Puente del Comercio Mundial, sino por los ingresos por concepto de impuestos al comercio internacional con Estados Unidos, que sumaron en el año 2013, de acuerdo a datos oficiales presentados por el SAT y la AGA al Instituto para la Competitividad y el Comercio Exterior de esta ciudad (ICCE), 374 mil millones de pesos derivados de un millón 600 mil operaciones comerciales realizadas ese año, lo que representó el 15 por ciento aproximado del total del IVA recaudado a nivel nacional.

Aunque no hay datos de los tres siguientes años en cuanto a recaudación de impuestos, se estima que el incremento anual puede ser de hasta un 7 por ciento, lo que convierte a esta aduana no solo en la más importante, sino en la más codiciada por quienes son asignados como administradores, subadministradores y jefes de operación aduanera.

Esta aduana encierra un amplio historial de corrupción de parte de los diferentes administradores que han estado al frente de ella, y desde su destrucción en 1992, casi todos han sido señalados por corruptos y facilitadores al contrabando, y en franca contradicción con el excesivo proteccionismo en contra de la ‘importación’ ilegal de los fronterizos, todos o casi todos, han vivido y viven en Laredo, Texas.

Más aún, algunos fincaron imperios familiares y cotos de poder en las principales aduanas norteñas, como Rodolfo Chávez de los Ríos, quien dominó con familiares directos las aduanas de Juárez, Acuña, Ojinaga, Matamoros y Nuevo Laredo en la década de los años 90.

En el año 2001, por indicaciones del entonces administrador general de aduanas, José Guzmán Montalvo, fueron removidos 50 comandantes de la desaparecida UAIFA, por presuntos actos de corrupción.

Leopoldo Perea Cárdenas era titular de la aduana y protegido de Guzmán Montalvo, quien no pudo defenderlo de los cargos de contrabando con pedimentos falsos que vendía en 10 mil y 15 mil dólares, por lo que fue destituido y sometido a investigación por la Secretaría de la Función Pública, que le aplicó una sanción económica de 3.5 millones de pesos en julio del 2003, de acuerdo al expediente SFP (RES-009/2003 y RES- 010 2004).

En su lugar, en el año 2003, Juan Carlos Ramírez Alarcón fue nombrado administrador de la aduana, pero a los cinco días dejó el cargo bajo la acusación de haber ‘negociado’ un contrabando de diversas mercancías a bordo de varios tráileres que dejaría cruzar sin ser revisados. Huyó a Estados Unidos.

Su lugar lo ocupó Francisco Serrano Aramori, quien al igual que los dos anteriores administradores de la aduana de Nuevo Laredo, era protegido del titular de la AGA, pero por razones no aclaradas fue secuestrado en dos ocasiones y después cambiado a otra aduana, aunque de acuerdo al expediente SFP (RES-201/2001), enfrentó cargos por no fundamentar debidamente actos e recepción de mercancías, cuando era administrador en la aduana de ciudad Hidalgo, en Chiapas.

Más recientemente, en el 2015, Claudia Lagos Galindo, quien se desempeñaba como administradora en la aduana de Colombia, es nombrada administradora de la aduana de Nuevo Laredo, en sustitución de Héctor Hugo Garza Jalil, quien presentó serios problemas con los importadores de autos, con los agentes aduanales y con los transportistas, debido a las constantes caídas del sistema y la lentitud para las exportaciones en el Puente del Comercio Mundial.

Debido a la cerrazón con que actúa el actual titular de la Administrador General de Aduanas (AGA), Ricardo Treviño, se desconocen las razones por las que estos dos últimos administradores fueron cesados de sus cargos, aunque en el caso de Lagos, su cese fue promovido en parte por la diputada Federal Yahleel Abdala, por considerar que de manera personal tomaba acciones que perjudicaban las operaciones del comercio internacional, lo que provocó constantes paros de choferes y bloqueos de la vialidad que conduce al puente internacional.

Su lugar es ocupado hasta el momento por Gerardo Omar Celis, quien se ha mostrado cerrado a los medios de comunicación en cuanto a información de importancia para la ciudad.

La Secretaría de la Función Pública cuenta con un enorme archivo con expedientes relacionados con presuntos actos de corrupción, abuso de autoridad, uso indebido del cargo y otras irregularidades cometidas por funcionarios de las aduanas en el país, entre ellas la de Nuevo Laredo, e involucra tanto a administradores, subadministradores, responsable de operación aduanera y oficiales de comercio exterior.

El historial es largo y abundante de la corrupción que imperó y que posiblemente impera entre los funcionarios de la aduana de Nuevo Laredo, razón por la que posiblemente las indicaciones sean apartarse de la prensa y no dar información.

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