En noviembre la luna se acercará a la Tierra mucho más de lo habitual, un evento que no se repetía desde enero de 1948 y en el cual se podrá observar a este astro mucho más grande de lo que se acostumbra.
Este fenómeno comenzó desde la noche del viernes 3 de noviembre y tendrá su punto máximo, las vísperas del 14 de noviembre, observándose una luna un 14 por ciento más grande y 30 por ciento más luminosa que una media luna corriente. Cuando este satélite se encontrará muy cerca del punto de su órbita más cercano a la Tierra, 48.280 kilómetros más cerca que cuando se encuentra en el punto más lejano, llamado apogeo.
Dicen que las lluvias de estrellas son para el verano. Es lógico, si tenemos en cuenta que en noviembre los cielos tienen más probabilidades de encontrarse encapotados, con nubes y precipitaciones a todas horas, situación atmosférica que dificulta la visibilidad de cualquiera de las decenas de eventos astronómicos que tienen lugar cada mes. Sin embargo con un mes de noviembre que ha arrancado con unas temperaturas medias muy por encima de lo normal y que sigue la estela de la sequía que azota es mucho más fácil mirar al cielo y vislumbrar algunos de estos acontecimientos.
Así que no: las lluvias de estrellas no siempre son para el verano, ya que este noviembre tendrán lugar cuatro de ellas, todas después de arrancar el mes con la luna llena de noviembre que, a diferencia de la del año anterior, no es ninguna superluna. Para que se dé este fenómeno conocido como superluna es necesario que el satélite se encuentre en su perigeo, es decir, en su punto de órbinta más próximo a la Tierra. La luna llena de noviembre de 2017, por su parte, está muy cerca de este perigeo pero no dentro del tramo de aproximación fijado para que se denomine de este modo. La que sí lo fue fue la del año pasado, que se encontraba en el perigeo más perigeo de las últimas décadas.
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