El acoso

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La palabra acoso puede ser sinónimo de hostigamiento, de persecución o de molestia, bien de una persona a otra, pero también de un grupo a otro o a una persona.
Los especialistas aseguran que la palabra acoso es un verbo, y es referido a una acción o una conducta que implica generar una incomodidad o disconformidad en el otro.
Existen diversos tipos de acoso, según el contexto donde se genere, por ejemplo el acoso escolar, el acoso laboral, el acoso sexual, el acoso familiar, de los vecinos, de los periodistas, etc.
Recién leí sobre el acoso femenino a los varones. Sí, cuando una mujer acosa a un hombre. En un reto en las redes sociales se pregunta sobre si un hombre es capaz de formular una denuncia judicial por acoso en contra de una mujer.
Las mismas autoridades del país no tienen estadísticas sobre el tema, pese a que es un hecho innegable, documentado en salas de emergencia públicas y privadas, donde las víctimas se niegan a denunciar.
Los mexicanos podemos reconocer el acoso en diversos ámbitos pero nadie o muy pocos se han referido al acoso visual y auditivo que se deriva de las campañas electorales, ya en el estado, ya en el país.
Me parece aventurado asegurar que la mayoría de los tamaulipecos o de los mexicanos se sienten molestos del hostigamiento en favor o en contra de un candidato de un partido o de una coalición. Sin embargo hay evidencias de ello.
La realidad es que los medios masivos, ya impresos, televisivos, a través de la radio o internet -incluyendo las redes sociales- abusan de los mensajes electorales, al grado que muchos ciudadanos prefieren apagar sus aparatos para evitar escuchar las promesas y hasta acoso de una candidato a otro.
Pero hay más. El abuso de la retórica partidista ha terminado con la elocuencia de los candidatos de tal forma que siguen perdiendo credibilidad ante los que votan. Hasta los regalos electoreros convertidos en camisetas, gorras, útiles escolares, utensilios de cocina, sombrillas, etc., que obsequian los candidatos a la ciudadanía también ya cansó.
Se sabe que el marco legal que regula las elecciones en México, señala los tiempos oficiales y de paga al que deben sujetarse los partidos y sus candidatos, desde las precampañas internas, pero la realidad es muy diferente.
El acoso electoral es real y pareciera que para quienes son autoridad en este ámbito, este tipo de hostigamiento no existe ni siquiera como posibilidad de sanción si se extralimitan.
Usted sabe que recientemente en Coahuila la pelea electoral se vivió hasta el último momento y los azules del PAN demostraron -según ellos- el rebase de montos de campaña que señala la ley, del candidato del PRI. A partir del 1 de diciembre pasado el Tricolor tiene un gobernador más.
La modalidad que se innovó en las campañas electorales en los últimos años, fue la soberbia, la intolerancia, la acusación cierta o falsa contra un candidato. Exactamente como ahora le está sucediendo a quienes asoman la cabeza como aspirantes a la candidatura de un partido.
Al defeño -manifiesto mi ignorancia por el gentilicio de los nacidos en la CDMX- José Antonio Meade Kuribreña, aspirante a la candidatura a la presidencia por el PRI, ya lo traen cortito con la autoría de los altos costos de los combustibles en México.
Al tabasqueño Manuel Andrés López Obrador, le siguen acosando como el eterno aspirante a la presidencia mexicana y peor por las declaraciones más inmediatas, referidas a la amnistía que promete a la delincuencia organizada si llega a la presidencia y la crítica que ha hecho a los últimos gobiernos con la utilización de armamento en su contra.
Hasta el momento son los dos personajes que están asegurados como los aspirantes más a una candidatura partidista.
No escapan al acoso electoral lo que se ha dicho y se seguirá diciendo del Presidente del PAN, Ricardo Anaya y seguro lo van a dejar en paz cuando decline sus aspiraciones de ser candidato a la presidencia.
Tampoco se excluirá del acoso electoral al recién destapado gallo del PRD, el Dr. Miguel Ángel Mancera, actual Jefe de Gobierno de la CDMX., que por el momento su talón de Aquiles, es precisamente lo que le llevó a la Jefatura, el combate a la inseguridad de la capital del país.

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