Biocombustibles: ¿Una alternativa a la crisis energética?

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La producción de biocombustibles en México avanza sin consenso social: el Gobierno impulsa 960 proyectos de producción y existen siete plantas de biodiésel y bioetanol con capacidad de generar unos 42 millones de litros al año, según la federal Secretaría de Agricultura. Pero, ¿es el biocombustible una alternativa realmente ecológica y viable ante la crisis energética?

La comunidad científica asegura que sí, pero otros sectores lo niegan. Héctor Ruiz Leza, doctor en Ingeniería Química y Biológica, explica que no hay evidencias de que los biocombustibles dañen al medio ambiente y cita como ejemplos a Brasil y Estados Unidos: tienen unos 30 años con esta tecnología sin haber registrado afectaciones por la combustión.

El integrante del grupo de Biorrefinería de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Coahuila (México) agrega que la Asociación de Combustibles Renovables documenta cada año los beneficios de utilizar etanol porque se dejan de usar millones de litros de combustibles fósiles, la producción de gases de efecto invernadero disminuye y hay menos dependencia a los combustibles fósiles.

Combustión contaminante a gran escala

Pero es la propia experiencia de Brasil la que refiere el investigador Marco Antonio Hernández Rodríguez para desmentir los beneficios ecológicos de estos productos: ahí se estaba talando gran parte de la selva amazónica para sembrar caña de azúcar y mantener la producción de biocombustibles.

También sostiene que estos productos no disminuyen la contaminación medioambiental: “Los biocombustibles están sobrevalorados. La combustión que tienen sigue generando gases de efecto invernadero que, por el tiempo que se mantienen en la atmósfera, siguen siendo parte del calentamiento global”.

Presión al sistema alimentario

Otro punto desfavorable que observa el coautor de la investigación ‘Verdades y mitos de los biocombustibles’ es que esta industria desvía mucho presupuesto para favorecer la producción de biomasa y extraer el etanol: recurre a transgénicos, deforesta e impide que la tierra se regenere en forma natural y genera problemas socioeconómicos ligados al alza del costo de los alimentos.

Sobre este último punto, el director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, Víctor Suárez Carrera, apunta que los biocombustibles no solo contribuyen al alza de los precios, sino que también presionan al sistema alimentario mexicano y generan más dependencia de las importaciones.

Para ese especialista, es contraproducente impulsar el uso de tierras para producir materias primas para biocombustibles: más del 30 % de los mexicanos padece hambre y desnutrición y el 65 % está en situación de pobreza.

“Esta industria puede desarrollarse en países con excedentes de producción agrícola, pero aquí lo prioritario es garantizar el derecho a la alimentación de todos los mexicanos e impulsar una transición energética hacia energías renovables, como la solar y eólica”, indica Suárez Carrera.

Desechos, base de la producción

Las descalificaciones a los biocombustibles se dan por desconocimiento, pero también por intereses personales, sobre todo de quienes tienen tierras y creen que serán despojados, considera Ruiz Leza, quien afirma que no es cierto.

Para ese científico, la producción en México —donde más de 53 millones de personas sobreviven en pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social— es viable a partir del uso de desechos. “Desde el punto de vista científico, académico y social estoy en contra de utilizar alimentos para la producción de biocombustibles o cualquier producto de alto valor agregado porque, en el sur del país, hay muchas personas que no tienen ni un dólar para comer”.

Este hombre recomienda utilizar subproductos, residuos industriales, sólidos urbanos y sólidos orgánicos para producir biocombustibles y biogás. Su propuesta evitaría que se deforestaran bosques y selvas, pero no alcanzaría para reemplazar las gasolinas: habría un 50 % o 60 % de cobertura. “El resto, se podría importar; por ejemplo, de EE.UU., que tiene sobreproducción de etanol”.

¿Opción viable?

Los resultados de nuestra investigación apuntan que los biocombustibles no son opción para México, dice Hernández Rodríguez, del Instituto Tecnológico de Puebla: al suplir las gasolinas por estos, habría tanta demanda que generarían la misma cantidad de gases de efecto invernadero que los combustibles fósiles. Por ello, refiere que hay otras alternativas que causarían menos daños a la tierra y a la sociedad, como las energías eólicas y solares.

Finalmente, Héctor Ruiz Leza aboga por una oportunidad: “Mientras no apliquemos la tecnología, no veremos sus beneficios. Aunque no podemos decir que son la solución del futuro, si sumamos los biocombustibles con las energías renovables podremos reducir la dependencia del petróleo”.

Fuente:
RT.com

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