Emprender y no sucumbir

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Emprender es la palabra de moda entre los jóvenes y también entre las muchas personas que, lamentablemente, van quedándose desempleadas después de los cincuenta años de edad.
Se trata de dos grupos etarios que no encuentran un programa de apoyo gubernamental disgregado dependiendo de sus propias necesidades derivadas de la edad en la que están emprendiendo.
No es lo mismo dar los primeros pasos cuando apenas se está construyendo un camino económico-laboral que hacerlo cuando el desempleo no te pilla en la edad del pavo sino en pleno camino hacia la vejez con tantos problemas encima: continuar aportando para el fondo de pensiones, los hijos estudiando en la universidad más la hipoteca todavía sin ser amortizada totalmente.
Con los bríos de la juventud existe mayor probabilidad de arriesgar en un negocio propio, las startups ligadas con el mundo de la tecnología son las preferidas de los jóvenes que desean tentar la suerte empresarial.
Mientras que para las personas mayores de 55 años que han dejado su trabajo (por diversas razones) y ahora intentan ser independientes y empresarios generalmente las primeras opciones pasan por elegir negocios más tradicionales: cafeterías, papelerías, tiendas de abarrotes, cibercafés, peluquerías, panaderías o tiendas de productos intentando lograr cierto plus que se convierta en una ventaja más para su negocio.
En la actualidad es muy complejo lograr ese toque mágico que le proporcione una diferenciación a la empresa, hay tantas y cada vez más, porque viene siendo la otra alternativa natural del desempleo.
En 2015, en el Sage Summit organizado en Estados Unidos, se difundió un dato de lo más significativo: a nivel mundial cada mes emergen 3.1 millones de nuevas empresas aproximadamente. Nada más en Estados Unidos lo hacen medio millón de Pymes mensualmente.
Una media que para cierto grupo de analistas implica una burbuja, y como toda burbuja, puede pinchar en cualquier momento; aunque en el caso del emprendimiento sea una startup o bien una pyme el éxito del negocio depende de una combinación de factores.
Los más relevantes pasan por: 1) El nicho de mercado al que va dirigido el producto o el servicio. 2) La relación que se establezca entre la empresa y el cliente como regla “el cliente siempre tiene la razón” es importante también el trato diferenciado. 3) El tipo de producto o servicio con estilo propio en comparación con los artículos o servicios similares que son la competencia directa.
El precio y la marca, una relación también directamente proporcional, una marca bien cuidada que representa un producto/servicio diferenciado tiene que tener cierto gancho pero también un precio que refleje determinado mimo.
El segmento del mercado es clave para la supervivencia de los primeros años y aquí la inversión inicial y la recuperación estimada en el tiempo junto con unas finanzas y una contabilidad lo más cuidadas posibles son fundamentales para consolidar el proyecto empresarial.
A COLACIÓN
Se invierte y se reinvierte entre los tres y cinco años del negocio, generalmente las ganancias (utilidades) aparecen en el sexto o séptimo año por eso la curva de supervivencia de las pymes tiene esa masa crítica desde el minuto cero hasta los cinco años.
De media una pyme quiebra a los dos años y medio, una vez que la empresa ha sobrepasado esa delicada frontera se dirige a su primera etapa de consolidación precisamente cuando empieza a dar sus primeras utilidades.
Siempre habrá momentos frágiles y por eso hay que estar muy atentos al rumbo de la economía y a los cambios en los gustos, modas y tendencias de los consumidores. A lo que dicta el mercado que es la norma.
¿Son todas las pymes unas startups? A menudo tal parece que se utiliza uno y otro término como si fuese sinónimo, no obstante, no lo son; al respecto, Carlos Barranco, consultor empresarial, explica que “una pyme se centra en servir al mercado local o al nacional, mientras que las startups tienen su foco en regiones geográficamente más amplias o sencillamente tienen ambiciones globales”.
Además, agrega Barranco, es habitual que las startups se centren en un producto más que en un servicio “justo al contrario que la mayoría de las pymes”. Son algunas minucias pero conviene saberlo.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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