Sin reputación, sin principios

Son términos populares: la ciudadaní­a, los de œa pie, los infelices que pagamos impuestos y no podemos más que pensar de todos los miembros de la cada dí­a más descalificada y hedionda œclase polí­tica, cuando vemos la forma en que los œhonorables representantes populares, funcionarios y servidores píºblicos cambian de camisa como hacen las mujeres de dudosa reputación con sus prendas personales.

Ya eran del tricolor y son de MC, o del PAN y ahora representan a Morena, y así­, todos cambian de calzoncillos de acuerdo a sus intereses.

Se venden bien, mejor que aquellas personas que hicieron del Boulevard su modus vivendi.

Ya no son los tiempos de Maquí­o o Colosio, donde los que estaban en un partido defendí­an sus postulados: los de derecha se sentí­an de derecha y pensaban, actuaban y hablaban como gente de derecha; los de izquierda, igualmente, no cambiaban un café del Starbucks por una candidatura. Eran fieles a su forma de pensar, y no sucedí­a lo de hoy en dí­a, donde todo mundo se enfila de acuerdo a lo que le ofrecen. Insistimos: como aquellas pobres damas de triste memoria, aunque la diferencia es que quien acudí­a a ellas sabí­a a lo que iba.

Con los œpolí­ticos de hoy en dí­a nadie sabe qué esperar y qué le darán a cambio.

No entendemos “aunque sabemos por qué lo hacen- cómo cambian de œideologí­a, si es que alguna vez la tuvieron. Nos engañan y los votantes seguimos cayendo, confiando en su palabra devaluada, y sucede lo de siempre: piden licencia para abandonar la confianza depositada por los electores, en aras de alcanzar un puesto más, obviamente, de mayores dimensiones, salario y formas de enriquecerse más pronto.

Esos son los de la œclase polí­tica, y quien conozca a alguno de éstos sabrá que no decimos mentiras, que se mueven como larvas en un estanque sucio, y que cambian de color, ideologí­a dependiendo de sus caprichos personales o partidistas.

Por eso la gente ha dejado de crer en los partidos polí­ticos y todo lo que huela a œClase polí­tica: porque no nos han cumplido: se van antes, cuando quieren y les conviene, y dejan botado su trabajo; nos engañan sacando dinero de todas partes sin poder justificarlo y pagan campañas con dinero píºblico. Viven de los presupuestos y siempre favorecen a sus amigos y amigas, porque para ellos la polí­tica es servir y servirse de sus amigos, a quienes recompensan muy bien, inclusive en sus deslealtades.

Y no piensa que hablamos de un partido en especial: todos son iguales. No hay uno que pueda decir que no ha traicionado por sus caprichos y ambiciones personales. Pero luego, quieren ganar una elección y se presenta como buenos y honorables.

No tienen un ápice de vergí¼enza y honorabilidad, pero creen que se nos olvida todo, y con una despensa o un lonche y un Frutsi quieren comprar voluntades colectivas.

Lo triste es que sí­ lo hacen. Convencen a la mayorí­a y vuelven a quedar, pese a que no vemos claro con ellos. Ya ve, hace casi seis años nos prometieron que no subirí­a la gasolina y el gas, la luz y los servicios píºblicos, y mire en lo que se ha convertido México.

A ellos, a ellos no les afecta, porque tienen partidas presupuestales para vivir sin gastar un céntimo de su salario por tres o seis años. No saben lo que es pagar un litro de combustible. Haga el ejercicio: pregunte a uno de estos individuos cuánto cuesta la gasolina y no sabrá responder. Así­ son: oportunistas, ignorantes, ventajosos, mentirosos y demagogos.

Y es lo que tenemos en puerta para la próxima elección. Lo más triste es que las esperanzas son similares con las opciones a la vista.

¡Pobre México, me duele verte así­, y que tu gente no sepa que hacer por sacarte de ese enorme agujero!

Comentarios: [email protected]

(Visited 1 times, 1 visits today)