Muchas formas hay de manifestar ese profundo amor que pudiéramos tener -o tenemos- hacia nuestros semejantes: las instancias oficiales y no gubernamentales ponen distintos calificativos, nombres y eslóganes a las actividades que tienen como objetivo principal el ser solidarios con los demás.
Nada hay que muestre una muestra más grande de amor hacia los demás que una adopción.
Casi todos vivimos nuestros primeros años y a veces aíºn más, en el seno de una familia donde padre, madre o ambos estuvieron pendientes de prodigarnos las primeras atenciones. Unos pocos no han tenido esa maravillosa oportunidad, y no saben lo que es un hogar.
Vivieron o nacieron en un sitio pleno de violencia y malos tatos, de actividades reñidas con la legalidad y aíºn más, llenas de violencia, de esa que ahora se llama intrafamiliar, pero que es la que deja una huella imposible de quitar a través del tiempo: la violencia intrafamiliar nunca cura, y de ello pueden dar constancia quienes han padecido ese tormento.
Es por eso por lo que alguien que se decide a incorporar a su hogar a un ser más, sin sabes muchas veces de donde proviene, quienes son sus padres o familia y decide darle todo el amor y formación posibles, merece eo más importante de los reconocimientos sociales y comunitarios.
Adoptar es entregar ese corazón que es solo nuestro a alguien más, y hacerlo con la fortaleza y lo más importante que tenemos, en aras de prodigarle una existencia mejor a la que tiene ahora.
Y aquí cobra importancia la medida que alguien haga en favor de promover la adopción en nuestra comunidad: la mejor y más grande muestra de amor que se haya tenido, porque los hijos llegan nos guste o no, porque son producto de nuestra relación, pero ser adoptado es producto de una decisión amorosa y no de un acto físico o social. Esa es la gran diferencia.
Por eso toma fuerza el curso que se llevó a cabo en favor de 100 matrimonios de la zona sur del estado, así como de las entidades de Veracruz y Nuevo León, denominado œHijos del Corazón, promovido por el DIF Tamaulipas, y donde se les ofreció dar a conocer en forma por demás amplia y significativa el panorama de adopción para que los interesados analicen la situación desde todos sus objetivos y perspectivas, para poder iniciar el trámite necesario que concluya con la incorporación de un ser nuevo a casa.
Uno de los más grandes actos de amor que puede tener el ser humano, sin lugar a dudas.
Hay muchos temas que se tratan en el mencionado curso, como son los relacionados con motivación para la adopción, el menor como punto de referencia, estilos de crianza, sensibilización, apego, autorregulación y oros muchos temas motivacionales y psicológicos.
Fueron dos cursos los que se llevaron a cabo, y fueron impartidos por Oscar Joe Rivas, quien se desempeña como consultor de diversas áreas; psicólogo por la Regent University, y especializado en el estudio de la sexualidad humana.
Y lo más importante es que tuvieron eco los cursos: hubo mucha gente interesada y que asistió, porque tienen la idea de compartir su hogar y su amor con alguien más, que ha resultado afectado por alguna circunstancia social y/o familiar, emotiva, material o de otra índole, y que requiere del calor de un hogar, donde pueda desempeñarse activa y positivamente.
Es el valor del curso, pero lo más importante será, sin duda alguna, el resultado que pueda dar el mismo, ya que de éste resultará la cantidad de personas que, interesadas en adoptar a un menor, comiencen a hacer los trámites necesarios para lograr que más pequeños pasen navidad y otras fiestas en medio del calor familiar que puede solo dar una familia en nuestros días.
Felicidades, y ojalá se multipliquen estos cursos que imparte DIF Tamaulipas.