Los temores del Pentágono

La semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump propuso un presupuesto de Defensa por 717 mil millones de dólares para el ejercicio fiscal de 2019, un gasto sin parangón para un paí­s obsesionado porque lo ataquen hasta los aliení­genas.
La economí­a de guerra es y será siempre el mejor negocio, las grandes industrias transnacionales ganan más cuando los gobiernos anteponen como prioridad su seguridad y el marco de su defensa.
Más armas aunque haya menos escuelas¦ más bombas aunque no haya suficientes hospitales píºblicos y muchas de las carencias ciudadanas no logren ser atendidas por el brazo del sector píºblico porque la prioridad es utilizar los impuestos de la ciudadaní­a en comprar escudos antimisiles o bien en levantar odiosas murallas.
Las fronteras se blindan con ladrillos, cercas, alambres de píºas, la vuelta al Medioevo en la lozaní­a del siglo XXI aunque ahora los caballos de Troya se cuelan por Internet.
Si en los prolegómenos de la Guerra Frí­a y sus estertores la obsesión norteamericana pasaba por una guerra con los rusos y se les veí­a hasta en la sopa Campbell´s (existe la hipótesis de que, desde el Kremlin, se fraguó el asesinato de John F.Kennedy) en la actualidad la paranoia del Pentágono está en Asia Oriental y se llama China.
No es íºnicamente la guerra comercial, la escalada arancelaria lanzada por el inquilino de la Casa Blanca que, debemos ubicar en el contexto de una estrategia, de la que Trump es íºnicamente el tí­tere más visible porque está allí­ puesto para defender los intereses de los lobbies y grupos que en la llamada Era Obama perdieron terreno.
China es el gran enemigo a vencer porque le disputa ya clara e indisimuladamente el poderí­o económico, pero también porque crece en influencia geopolí­tica y no va a quedarse atrás en lo militar.
De acuerdo con el reporte anual del Departamento de Defensa de Estados Unidos titulado œMilitary and Security Developments Involving the People´s Republic of China 2018, el paí­s que lidera Xi Jinping es el quinto proveedor de armas del mundo con más de 20 mil millones de dólares en ventas.
Sus clientes principales recalan en la región del Indo-Pací­fico, en Medio Oriente y Norte de ífrica, paí­ses como Pakistán que tiene la bomba atómica le ha adquirido el submarino Yuan y también son clientes el gobierno de Bangladesh, de Burma, de Irak; asimismo, Arabia Saudita, Egipto y Emiratos írabes.
El año pasado estableció su primera base militar ultramar en Djibouti, un pequeño paí­s ubicado en el Cuerno de ífrica, y en vez de meterse en problemas con la polí­tica del palo y la zanahoria (sí­mbolo de la diplomacia estadounidense) recurre a su œOne Road, One Belt conocida como la Nueva Ruta de la Seda para abrirse puertas en muchos paí­ses ávidos de infraestructura, inversiones y tecnologí­a¦ desde luego que construir un puente o levantar un pozo petrolero no es gratis porque lleva implí­cito un alineamiento con Pekí­n.
Estados Unidos tira bombas, aplasta y luego reconstruye y busca una lealtad sumisa de por vida, la polí­tica internacional china no quiere lanzar bombas cree en el progreso como medio para la paz aunque desde luego no perdona la deslealtad.
A COLACIí“N
Desde la óptica del reporte de Inteligencia militar, China está fortaleciendo sus capacidades militares por tierra, por aire y por agua, algo que para los estrategas norteamericanos es interpretado como si estuviese preparándose para una conflagración con Estados Unidos y con sus aliados; una interpretación que ya fue desmentida con sentida dignidad desde Pekí­n.
El otro resquemor pasa por Taiwán, la isla que mantiene un estatus especial respecto de China así­ como con el Tí­bet, territorios ambos reclamados por el gigante asiático y que, desde la actual cosmogoní­a de su liderazgo, tendrán que terminar anexados sí­ o sí­ y a como dé lugar con China.
Y ese es un punto más de fricción con Trump que no ha hecho más que acercar su posición hacia Taiwán violentando la polí­tica de œuna sola China y que además ya le ha costado varias notas diplomáticas quejándose por la intromisión de la Casa Blanca.
Hay muchos focos calientes en el Mar de China Meridional, punto de roces entre Japón y China, así­ como las disputas de China con Vietnam y Filipinas por varios puntos como las islas Paracel, las islas Spratly, los arrecifes de Luconia y otras por el Reed Bank así­ como las Senkakus.
Por si fuera poco, el nivel de alarma es tal en el Pentágono, que Trump no ha tenido más que avalar la creación de una división militar espacial especial¦ la gran guerra está allá arriba en el universo: China y Rusia van a la conquista directa buscando compartir su control pero Estados Unidos no se quedará de brazos cruzados.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

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