œEl Juanillo, el meteorito que cayó en Matamoros hace 50 años

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-El objeto, que se desplomó precisamente en el ejido El Juanillo una frí­a mañana de 1968, se exhibe en el Museo Casamata

Matamoros, Tamaulipas.- Hace 50 años, en el ejido El Juanillo, a pocos kilómetros de la mancha urbana de esta ciudad, se registró un hecho no muy comíºn, que poco se ve en el mundo, como fue la caí­da de un meteorito.

Se estima que cada año entran a la atmósfera terrestre unos 500 aerolitos, pero de estos, solo cinco o seis son recuperados, como el que cayó precisamente en esta frontera.

Este meteorito se encuentra en el museo Casamata, a donde lo donaron las personas que lo encontraron, precisamente hace 50 años, y es uno de los objetos de mayor atracción del lugar.

Esta importante pieza, íºnica en el mundo por su tamaño -ya que es más grande de lo normal-, se estima que tiene más de 100 años, y de acuerdo a lo que se cree, la mayorí­a de ellos los pasó en el espacio.

De acuerdo a datos cientí­ficos, los meteoritos provienen de la luna o del planeta Marte, mientras que otros de un planetario conocido como Nebulosa Dumbbell que se localiza en una constelación denominada Vulpécula.

Ante esto, si el œMeteorito del Juanillo provino de la luna, esto quiere decir que recorrió 365 mil kilómetros, pero si llegó de Marte, fueron 55 millones 700 mil kilómetros.

En cambio, si es del sistema Nebulosa Dumbell, significa que para poder llegar aquí­ tuvo que haber recorrido mil años luz.

UN DESTELLO EN EL CIELO

A los meteoritos se les imponen nombres, precisamente de los lugares donde cayeron, pero el de Matamoros no lo tiene de manera oficial, sin embargo, a éste se le podrí­a bautizar como “El Juanillo”.

Y es que fue precisamente ahí­, en ese ejido, durante una frí­a mañana de enero de 1968, donde cayó.

Fue Andrés González quien atestiguó la caí­da de “El Juanillo”, mientras realizaba maniobras para sembraba en una parcela.

Don Andrés, como la gente lo conoce, laboraba como tractorista y en ese momento estaba solo, cuando repentinamente vio que un objeto cayó del cielo con gran velocidad.

El elemento se desplomó a pocos metros de donde se encontraba, por lo que bajó del tractor para ver de qué se trataba.

No escuchó ruidos extraños, pues el que hací­a la máquina con la que levantaba la tierra, se lo impidió.

Caminó hasta donde estaba el objeto y vio que se trataba de una especie de roca a la que le salí­a humo.

Habí­a hecho un pequeño cráter en la tierra.

Decidió retirarse del lugar a bordo del tractor para avisarle a su patrón, a Don Fausto Elizardi Sáenz, quien al enterarse de la noticia se subió a su camioneta y junto con Don Andrés regresaron a la parcela.

Cuando llegaron al campo, la piedra aíºn estaba muy caliente.

De acuerdo a lo que platicó en vida Don Fausto, tras ver que se trataba de una especie de roca de metal, esperaron a que se enfriara para luego subirla a la camioneta.

El objeto, como si fuera la mitad de un balón de fíºtbol, pesaba mucho.

Estuvieron pensando qué hacer con la roca, y fue cuando Don Fausto sugirió que de inmediato lo llevaran al Museo Casamata, a donarlo, pues era el lugar idóneo.

El mismo dí­a que cayó fue entregado al museo y, desde entonces ahí­ permanece, en exhibición.

En un tiempo el meteorito permaneció dentro de una sala del museo, pero luego la colocaron en la orilla de un corredor, en la tierra, en un sitio que aparentaba un espacio para plantas.

“El Juanillo” hoy en dí­a se encuentra en el interior de una de las salas del museo, en la entrada.

UN CUERPO CELESTE

De acuerdo a la descripción que se le da al meteorito, se trata de un cuerpo celeste pequeño perteneciente al Sistema Solar -con un diámetro menor de los 50 centí­metros-, que logra cruzar la atmósfera terrestre.

Se sabe que algunos provienen de la luna o de Marte, y que se forman después de haber sido proyectados al espacio por el choque de un gran objeto, y son interceptados por la órbita de la tierra.

Pero la mayorí­a de ellos provienen de fragmentos de asteroides producidos al chocar unos con otros.

De acuerdo a datos cientí­ficos, normalmente los meteoritos se volatizan al atravesar la atmósfera terrestre, sin embargo, algunos no y llegan a chocar contra el suelo de la tierra.

Es cuando liberan energí­a, de acuerdo a su tamaño y velocidad.

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