Estáis leyendo esto desde un mundo que no existía hace quince años. Comenzamos el milenio ubicándonos dentro de nuestra vida digital gracias a Internet, que ya llegaba prácticamente a todas las casas – pero dentro de ellas sólo a un mismo sitio: aquel ordenador sobre la mesa, monolítico, imponente, ruidoso.
Durante todo este tiempo nos acostumbramos a él. Esa apariencia poderosa casi reposando como en un altar – donde sintonizábamos con nuestros mundos digitales reforzaba aíºn más la idea de una máquina poderosa, compleja, un punto de entrada. Casi un portal. Queríamos conectar con algo o alguien y para eso íbamos a él. Casi era parte del ritual de cada día, pero no era parte importante de él. No se entrelazaba con nuestras necesidades, sólo las resolvía en un momento puntual. Y no todas de ellas, porque no lo llevábamos a todas partes.
Y de repente, tres dispositivos en uno. Un teléfono móvil, un iPod con pantalla táctil, un navegador de Internet. Apple lo llamó œiPhone, el resto del mundo lo descubrió como una revolución que nos posicionaba en la rampa de despegue de algo mayor: los ordenadores ya comenzaban a viajar en nuestros bolsillos. Se acabaron los œaltares en forma de mesas de escritorio con nuestras máquinas imponentes encima. Y las cosas comenzaron a cambiar.
Apps, movilidad, computación ubicua
La puerta que abrió Steve Jobs el 9 de Enero de 2007 con el iPhone cambió lo que entendíamos como concepto de ordenador: quizás crecimos o habíamos oido hablar demasiado de aquellas máquinas mastodónticas de la segunda mitad del siglo XX – cuando la tecnología parecía no tener límites y era un gran logro que una computadora ocupara completamente el tamaño de una habitación para calcular trayectorias de cohetes espaciales.
CRECIMOS PENSANDO QUE LOS ORDENADORES SIEMPRE ESTARíAN EN LAS MESAS, PERO AHORA LA TECNOLOGíA ESTí EN MOVIMIENTO
Siempre los habíamos visto encima de nuestros escritorios, crecimos en casas donde algunos teníamos “la habitación del ordenador”, y poco a poco nos acompañaron a la universidad y después al trabajo convertidos en portátiles. En todo este viaje ocurrieron algunas cosas que jamás podrían haber pasado si se hubieran quedado en casa: nacieron necesidades, se desarrollaron tecnologías (la conectividad inalámbrica, la mejora en las baterías, la miniaturización de los componentes…) y sin darnos cuenta todos íbamos cambiando un poco en el trayecto.
El iPhone remató de forma radical todos esos conceptos llevados al extremo, por ser precisamente un dispositivo móvil llevado al extremo. Un producto con capacidad de hacer muchas de las cosas que hacemos con los ordenadores tradicionales, cuyos usos se han venido incrementando con la llegada de las apps y ha sido impulsado por los necesidades en movimiento de los usuarios. Era cuestión de tiempo que todos estos factores combinados comenzaran a redefinir también el propio concepto de lo que entendemos por ordenador.
Ok, este no es un análisis al uso. Llevo 455 palabras en este artículo y todavía no hemos comentado nada del dispositivo en sí, pero es que esto es precisamente una de las características más importantes del iPad Pro: la forma en cómo sacude ciertos conceptos llenos de polvo y agita ciertas comodidades que no gusta a todo el mundo. Para muchos, este producto parece que esté robando atributos a sus hermanos mayores. En otras ocasiones, se niega en rotundo la capacidad de sustituir totalmente (este es el error) a un “ordenador tradicional” – o lo que ellos entienden por ordenador.
EL DISCURSO DE LA COMPETENCIA DE QUE UN ORDENADOR Sí“LO PUEDE TENER UN SISTEMA OPERATIVO DE ESCRITORIO ES CORTOPLACISTA Y OBSOLETO
La repetitiva maniobra de de la competencia con el discurso constante de tener un producto de escritorio tuneado para ser móvil, es precisamente lo que le da valor al iPad: está llegando mucho más lejos que ninguno de ellos en términos de eficiencia, tecnología y adaptación – aunque es cierto que va a un ritmo más lento. Creo que ningíºn dispositivo hoy en día lo hace todo – quizás no debería tampoco – y en mi opinión la decisión de reciclar un sistema de escritorio para salvar el corto plazo sólo va a funcionar en campañas de publicidad oportunistas y fallará en el medio/largo plazo.
¿Qué es un ordenador? Apple empezó así una reciente campaña porque en el punto de la historia de la tecnología en la que estamos es conveniente preguntárselo. Si no lo hacemos, caeremos en el error de subestimar las oportunidades y de perder otras: de conformarnos con lo que tenemos y de no querer salir de las comodidades de lo que conocíamos ante lo que está por llegar. No, el iPad Pro no lo puede hacer absolutamente todo, pero en todas las facetas en las que el producto de Apple es fuerte, es el más fuerte. Es quien obliga a Adobe a rehacer su Photoshop, el que diseña los chips ARM más potentes del mercado como quien prepara la antesala de un plan, quien está cambiando el corazón de las apps hacia las apps profesionales (¡por fin!). Podéis llamarlo post-PC, movilidad, intersección… Sin duda – esto, señoras y señores, es el iPad Pro y todo lo que está llegando con él.
Más ventana que marco
El nuevo diseño del iPad Pro se deshace por fin de los marcos a los que estábamos acostumbrados en generaciones anteriores, y plantea un diseño similar al de los iPhone X/XS. Quizás en el caso de este iPad Pro no es tan pronunciado, manteniendo más borde pero dando una sensación de continuidad por todo el perímetro. Gracias a ello eliminamos el notch y que aquí sí que se puede cambiar al oculta la barra de sensores True Depth bajo el borde. En apariencia presenta un aspecto más homogéneo y cómodo para trabajar.
Esto permite que podamos tener un iPad Pro de 12,9″ de pantalla pero reduciendo el tamaño del dispositivo un 25%: ahora es mucho más portátil y en mano más cómodo, sobre todo el modelo de 11″ – que prácticamente ocupa lo que tradicionalmente ocupaba de envergadura una revista física. El grosor son 0,59 cm, muy fino. Me preocupaba que este primer iPad Pro con diseño “cuadrado” (ángulos en los bordes) fuera incómodo de sostener pero todo lo contrario: presenta buen agarre y es bastante ligero tanto para llevarlo en un bolso o maletín como para sostenerlo con la mano.
La barra de sensores True Depth está situados ahora arriba si sostenemos el iPad Pro en vertical, pero también funciona si lo apoyamos de forma horizontal. En este dispositivo, esta barra ha sido modificada por software para que detección facial también funciona en este modo – se agradece cuando tenemos el iPad Pro encima de la mesa. A veces, tapamos inconscientemente la barra con la mano, pero el propio sistema operativo nos avisará de ello para que no pensemos que es un fallo de Face ID.
Un cambio significativo es la eliminación del Smart Connector que ahora se sitíºa en la parte inferior trasera del dispositivo. Este cambio hace incompatibles por posición los accesorios de la generación anterior, y sin duda ha sido puesto ahí para mejorar cómo el Smart Keyboard se ancla a él: los conectores magnéticos repartidos por toda la superficie del dispositivo hace que el nuevo teclado sea también funda que cubre parte anterior y posterior, a modo de cubierta de libro.
Sobre el nuevo teclado, pocas novedades (tacto y funcionamiento idéntico a la generación anterior), más allá de esto: durante este mes de pruebas me ha gustado mucho comprobar cómo el teclado gana en estabilidad al trabajar con él encima de las rodillas, por ejemplo (básico si viajáis mucho), también los dos grados de posición para ver la pantalla son cómodos y serán suficientes para utilizarlo en casi cualquier situación.
Fuente
https://m.applesfera.com/