Homeopatí­a, sólo azíºcar a precio de oro

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De acuerdo con los especialistas, la homeopatí­a es a la medicina lo que la astrologí­a a la astronomí­a o la alquimia a la quí­mica. Son prácticas que tuvieron un origen comíºn, pero la medicina, la astronomí­a y la quí­mica son ciencias mientras que las otras siguen siendo supersticiones.

Luego de varias controversias suscitadas en paí­ses como España e Italia, en Europa se intensifica el debate sobre esta práctica, a raí­z de un desplegado en la que las llamadas œmedicinas alternativas”, empezando por la homeopatí­a, fueron tachadas de fake (falsas).

En Francia acaba de estallar una guerra mediática por este documento publicado el 19 de marzo y firmado por 124 médicos, en el que se denuncian unas “prácticas ni cientí­ficas ni éticas, más bien irracionales y peligrosas”, que además son “caras para las finanzas píºblicas”.

Por ello, los firmantes piden que dejen de ser reembolsadas (en el caso de la homeopatí­a, algunos medicamentos son cubiertos hasta 30% por el sistema de sanidad píºblico).

A esta tribuna, se suma la severa opinión emitida el año pasado por el Consejo Cientí­fico de las Academias de Ciencias Europeas (EASAC) contra esta práctica.

“No hay ninguna prueba sólida de la eficacia de los productos homeopáticos para ninguna enfermedad, aunque a veces hay un efecto placebo”, dictaminó el EASAC. Y lo que es peor, esta puede ser “nociva, al disuadir al paciente de solicitar un tratamiento médico apropiado”.

AZíšCAR A PRECIO DE ORO

Este posicionamiento “tení­a por objetivo suscitar un debate y la toma de decisiones polí­ticas”, explica el doctor Robin Fears, director del programa de biociencias del EASAC.

El Consejo juzga que “la homeopatí­a no deberí­a ser reembolsada a menos de que se pruebe cientí­ficamente su eficacia”, como cualquier otro medicamento.

El principal laboratorio homeopático del mundo, el francés Boiron, replicó presentando los resultados de un vasto estudio que demuestra, a su entender, la utilidad de sus productos, pero cuya metodologí­a es rechazada por sus detractores.

La homeopatí­a consiste en administrar unas sustancias extremadamente diluidas bajo forma de granulado. Sus adversarios estiman que se trata solo de azíºcar vendido a precio de oro. Sus partidarios defienden que al paciente se le practica una evaluación global y subrayan los beneficios de consumir productos sanos y naturales.

En Francia, los médicos generales y especialistas pueden prescribir homeopatí­a, una práctica inventada en 1796 por el quí­mico alemán Samuel Hahnemann.

El paí­s cuenta con 5 mil médicos homeópatas, que estudiaron medicina y siguieron una formación especí­fica, no reconocida como especialidad.

Pero también en otras partes del mundo se está reconociendo la poca efectividad de esta práctica; en Australia, por ejemplo, se retiraron todos los productos de medicina alternativa de las farmacias mientras que en Estados Unidos se obliga a comercializarlos bajo la advertencia de que no son medicamentos.

En Italia, la controversia estalló en mayo de 2017 tras la muerte de un niño de 7 años, después de sufrir una otitis tratada íºnicamente con homeopatí­a.

La Agencia del Medicamento italiana tiene previsto certificar unos 3. mil tratamientos homeopáticos. Aunque se trata de un reconocimiento, el resto existente, otros 3 mil, segíºn las estimaciones, serán prohibidos.

La homeopatí­a no es reembolsada en ese paí­s, pero puede ser objeto de una deducción fiscal, lo que representa entre 50 y 70 millones de euros (62 y 86 millones de dólares) por año, segíºn los medios italianos.

Junto a Alemania, Francia es el principal paí­s consumidor de homeopatí­a en Europa, con más de un tercio de la población que la consume habitualmente.

En Alemania, el mercado representó en 2016 unos 745 millones de dólares, segíºn la industria farmacéutica. Las cajas píºblicas de seguro médico la reembolsan, a veces hasta el 100%.

“Aunque la homeopatí­a no es un método de tratamiento médico reconocido por los cientí­ficos, es admirada y muy utilizada”, explica una de las cajas, la Barmer.

En cambio, en otros paí­ses, crece la movilización en su contra.

En España, varias universidades que dispensaban formaciones en homeopatí­a las suprimieron debido a la “falta de fundamento cientí­fico”.

El servicio de sanidad británica, el NHS, “recomendó” el año pasado a los médicos y hospitales dejar de prescribir homeopatí­a, a falta de pruebas sobre su eficacia. Y sin embargo, en 2016 solo le costó 131 mil dólares.

AVANCES DE LA CIENCIA

La palabra Homeopatí­a utiliza las raí­ces griegas homeos, que significa œsemejante, y pathos, œenfermedad, haciendo referencia a que una dolencia puede curarse por medio de aquello que genera sí­ntomas parecidos, y esa es la base que utilizó Samuel Hahnemann (1755-1843) para popularizar esta seudociencia.

Cabe recordar que las prácticas médicas de hace dos siglos, cuando se inventó la homeopatí­a, incluí­an terapias agresivas y poco eficaces como lavativas, sangrados y vómitos o beber arsénico, mercurio o plomo que provocaban que, muchas veces, el paciente muriera por el tratamiento más que por la propia enfermedad. Ante este panorama, un médico que œcuraba utilizando sustancias muy diluidas en agua o pastillas de azíºcar, lo que evitaba el daño que provocaba la propia medicina, tuvo un gran éxito sobre todo en dolencias que normalmente se curan solas.

Así­, este médico alemán, desencantado de los métodos empleados por los facultativos de su época empezó a experimentar con el hecho de que si una sustancia tóxica produce ciertos sí­ntomas en una persona sana, es capaz de aliviarlos en alguien enfermo, siempre y cuando el fármaco se utilice en dosis terapéuticas.

Hahnemann estableció la necesidad de conocer las propiedades y virtudes de las sustancias medicinales por medio de pruebas en hombres sanos, por lo que experimentó en si mismo bebiendo quinina que le provocó lo que, aseguró, eran los sí­ntomas de la malaria.

vEsto le dio pie para establecer que lo similar cura lo similar y que cuanto más diluido esté un principio activo es más potente. A más de 200 años de estos hechos está demostrado que sus conclusiones eran erróneas, ya que los sí­ntomas de un envenenamiento por malaria que describe en sus memorias no son correctos, se cree que más bien fue algíºn tipo de alergia.

Además, en los más de dos siglos que han pasado desde que publicó su Ensayo sobre un nuevo principio para descubrir las virtudes curativas de las sustancias medicinales, aparecido en 1796, la ciencia médica ha logrado avances muy importantes como las vacunas, los antibióticos o drogas efectivas contra muchas enfermedades que en tiempos de Hahnemann eran mortales y que hoy se consideran problemas menores.

DILUYENDO LA VERDAD

Para preparar una solución homeopática se utiliza la nomenclatura CH (centesimal hahnemanniana) que indica el níºmero de veces que se ha diluido el producto original.

Un CH significa que se ha diluido una parte de la sustancia activa en 99 de agua. Dos CH, una parte en 9999 de agua.

Hay especialidades que tienen 30 y 40 CH, esto equivale a disolver una molécula en una esfera de agua del tamaño del sistema solar o del universo, es decir, no hay nada, solo agua.

Para los defensores de esta práctica, el agua tiene la memoria de lo que se ha disuelto en ella y eso explica su efectividad. El misterio es cómo consiguen que recuerde solo lo que el pseudocientí­fico quiere que recuerde y olvide lo demás.

FUENTE
https://www.diariodequeretaro.com.mx

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