México señalado por decesos Covid-19

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La pandemia del coronavirus golpea de distintas formas a los países, los asiáticos muestran mayor músculo con una población mucho más ordenada y proclive a aceptar las órdenes de distanciamiento físico y menor convivencia mientras, en otros países, la expansión acelera con ciertos sectores de la ciudadanía resistentes a cooperar con las normas temporales.

            Hay una mezcla  de malas decisiones que solo coadyuvan a empeorar la intensidad de la propagación del virus en momentos en  que llegará casi al millón de fallecidos y la propia OMS y la OPS advierten que podría duplicarse dicha cifra el próximo invierno.

            A la negligencia en las decisiones gubernamentales, se añade la falta de civismo de algunas personas que se resisten a creer que hay una urgencia por un virus (cuestionándolo) y de otras que creen saber más que la evidencia de los científicos y de los médicos en la medida que avanzan los estudios en torno a qué es el SARS-CoV-2.

            La segunda ola que cimbra a los países de Europa atemoriza en la medida que inicia el otoño: a la usual epidemia de gripe estacional se mezclará con los casos de coronavirus y los hospitales -públicos y privados- tendrán el estrés de atender tanto a los enfermos por la gripe estacional  como a los  del nuevo virus.

            Esto es como si hubiera una gran guerra con la diferencia de que no hay un enemigo visible para defenderse, quizá un día terminaremos sabiendo la verdad en torno a su origen, sin especulaciones, ni teorías conspiranoicas.

            Por lo pronto está lo inmediato que  es atender los contagios y rescatar a la economía, mientras en Europa dos países como son España y Reino Unido son señalados por las autoridades sanitarias globales por el descontrol en la transmisión del virus;  en el continente americano, en cambio,  acontece con Estados Unidos, México y Brasil.

            Al menos 570 mil personas que laboran en el sector sanitario en el continente americano se han contagiado de Covid-19 y  han fallecido 2 mil 500; una de las grandes problemáticas enfrentadas por los sanitarios en todo el mundo ha sido y sigue siendo en esta segunda ola, la insuficiencia de equipos de elevada protección; han quedado expuestos a una elevadísima carga viral con hospitales hacinados de pacientes muchas veces ocupando (hasta tirados en el piso) largos pasillos.

            México es el país con mayor número de personal sanitario fallecido con 1 mil 320 trabajadores, le sigue Estados Unidos con 1 mil 077 personas, si bien otros países no están exentos pero no se cuentan por miles.

A COLACIÓN

            Hay otro dato verdaderamente doloroso: las embarazadas fallecidas. Hasta mediados de septiembre,  en el continente americano se contabilizaron 60 mil 458 embarazadas contagiadas, de las que, lamentablemente han fallecido 458 en 14 países de la región.

            México  encabeza la lista  de embarazadas y postparto fallecidas con 140 casos de un total de 5 mil 574 contagiadas; le sigue Brasil con 135 gestantes muertas de cerca de 2 mil 256 infectadas; y  a su vez, la Unión Americana con 44 defunciones de un total de 20 mil 798 mujeres, entre otros países más.

            ¿Por qué han fallecido? No sé si sea una negligencia producto de una mala atención médica o de la ausencia de ésta en momentos en que la atención sanitaria está presionadísima; desde luego creo que el drama desdibujado en estas partidas es mayúsculo porque muchas veces mueren también sus bebés.

            Todos queremos que ya termine  esta sensación de no estar viviendo nuestra  propia vida, como si nos hubiésemos metido sin querer en una zona de pesadilla, no por decisión propia, sino porque algo o alguien, nos ha forzado.

            Los déficits en la atención sanitaria que antes quedaban expuestos en condiciones normales son todavía más acuciantes en estas condiciones extraordinarias.

            Las decisiones gubernamentales deben fortalecer el sistema sanitario, ésa es ahora nuestra máxima prioridad; no dimensionarlo solo reflejará la pequeñez de líderes taciturnos obsesionados en mirarse el ombligo cuando la población requiere grandes gestas, comenzando por contratar más médicos, más equipos de protección, más volúmenes de medicamentos y ampliar las unidades de cuidados intensivos.

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