¿Nutres o enfermas a tus hijos?

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¿Qué enfermedades quieres heredar a tus hijos? En teoría, casi cualquier padre de familia señalaría como absurda la pregunta anterior, sin embargo, el panorama actual nos indica que el cuestionamiento no está muy lejos de la realidad.

En algunos de los hogares mexicanos, es común que mamá y papá,  —y hasta  los abuelos—, sientan gozo y satisfacción cuando los niños están contentos porque consumen uno o varios productos de la “la tiendita”, actividad tan cotidiana que se asume como normal.

Cuando la postura de mamá y/o papá es de rechazo ante el agua sin sabor, el consumo abundante de frutas y verduras y prefieren ingerir viandas grasosas, botanas, pan industrializado y refrescos, lo que están haciendo es enseñar a sus hijos las vías más rápidas para adquirir enfermedades, primeramente el sobrepeso y la obesidad.

Con amor y esmero, algunas mamás preparan refrigerios que consisten en jugos, yogures, leches y bocadillos que en su empaque ostentan alguna marca, los cuales envían en cantidades abundantes, o por lo menos suficientes, para que sus niños no se queden con hambre.

De manera paradójica, con o sin sobrepeso u obesidad, estos son los infantes que habitualmente padecen hambre oculta. En este sentido, el doctor Miguel Ángel Guagnelli Martínez explicó que el concepto de hambre oculta se refiere a cuando en la dieta de los niños prevalece un desequilibrio entre el consumo de micro y macronutrientes.

“Se trata de menores que consumen altas cantidades de carbohidratos pero que no ingieren las cantidades mínimas necesarias de micronutrientes. Se ha reportado que por lo menos uno de cada seis niños les hace falta al menos uno de estos elementos: yodo, hierro, ácido fólico, vitamina a y zinc”,  apuntó Guagnelli Martínez, endocrinólogo pediatra.

Quien es Doctor en Ciencias de la Salud comentó que varios de estos micronutrientes se obtienen de manera natural al consumir frutas y verduras todos los días, —por lo menos como indica el Plato del Buen Comer—, y otros nutrientes tendrán que ser ingeridos de forma externa y específica.

Por ejemplo: sin importar el tipo de dieta que lleve el menor, mamá y papá deben acercar suplementos con zinc a sus hijos, ya que este mineral es difícil que se absorba de fuentes naturales, mucho menos de productos comestibles ultraprocesados.

El endocrinólogo pediatra Guagnelli Martínez dijo que un niño con deficiencia de zinc es vulnerable a padecer anemia, que sus neuronas no se puedan desarrollar correctamente y que el sistema inmune no esté fortalecido.

Subrayó que otro indicador de que un niño puede padecer insuficiencia de zinc es cuando repetidamente adquiere infecciones en guardería o jardín de niños. “Si los papás suministran el mineral de manera externa, mejorarán su sistema inmune y se enfermarán menos cuando crezcan”, subrayó el doctor Miguel Guagnelli.

ESPEJOS ROTOS. Hoy día ya no es tan complicado saber qué tan nocivo es un producto o bebida ultraprocesado, ya que con el nuevo etiquetado frontal solo se describen cinco sellos y dos leyendas precautorias: Exceso de calorías; Exceso de azúcares; Exceso de grasas saturadas; Exceso de grasas trans; y Exceso de sodio. Por su parte, las leyendas precautorias son: “Contiene cafeína, evitar en niños” y “Contiene edulcorantes, no recomendable en niños”.

¿Cuántos sellos y leyendas precautorias puede juntar na familia al día? Por persona y tan solo en la mañana es factible que se reúnan al menos tres sellos que son “Exceso de calorías”, “Exceso de azúcares” y “Exceso de grasas saturadas”, los cuales están al frente del yogur, jugo procesado y del pan industrializado. Únicamente de la comida de la mañana, el menor podría estar consumiendo no menos de 18 cucharadas de azúcar, lo que contribuye al desarrollo de sobrepeso y obesidad para luego desencadenar varias enfermedades.

En el caso de algunos dulces, cereales y bebidas artificiales abundan ingredientes como la cafeína y los edulcorantes, la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010 (NOM-051) sobre el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados, sugiere como no recomendable para el consumo de los niños, esto último porque entre otras cosas pueden favorecer el desarrollo de trastornos de la conducta y el comportamiento.

“Exceso de calorías” y “Exceso de grasas trans”, al igual que los otros tres sellos y dos recomendaciones, son una advertencia de que el consumo reiterado y continuo de estos productos conllevarán a las enfermedades que colapsan al país: infartos de corazón y cerebro, insuficiencia renal, ceguera, diabetes, sobrepeso y obesidad, entre muchos otros.

El endocrinólogo pediatra Miguel Ángel Guagnelli comentó que probablemente los problemas de alimentación en México comienzan después de los dos años de edad, pues antes de ese tiempo el médico pediatra está pendiente de la forma en la que se alimenta al bebé. “Una vez que el niño se suma a las costumbres alimentarias de la familia es cuando comienzan los desórdenes porque si en casa se come capeado, empanizado, refresco en vez de agua, pues los niños entienden que esto es lo correcto y si se les da frutas, verdura y agua, entonces lo entienden como castigo”, señaló.

Este fenómeno conocido como de “Espejos rotos” es otra de las explicaciones por las que enfermedades no transmisibles como los infartos, el cáncer y la insuficiencia hepática se presentan a edades cada vez más tempranas. De tal forma queda en cada familia el decidir qué tipo de condiciones de vida aspira heredar a su descendencia, o bien si está dispuesta a tener que acostumbrarse a enfrentar la enfermedad.

Fuente: cronica.com.mx

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