Politizar las vacunas

Dicen que en la política, como en el amor, todo se vale como si fuese per se una forma para vindicar cualquier tipo de acción por más baja y canalla, el fin justifica  los medios.

            No hay nada más inmoral y poco ético que jugar con la vida humana, ponerla en riesgo por un afán político o inclusive hasta electoral, en plena pandemia no debería haber resquicio alguno para politizar el delicadísimo tema del coronavirus.

            Mientras las personas ven preocupadas cómo se contagian los suyos o inclusive fallecen, a todas luces estremece la falta de sensibilidad política de los gobernantes de turno que no han desaprovechado la ocasión para hacer su narrativa particular a ver si ganan más adeptos o bien obtienen más seguidores en sus  respectivas redes sociales.

            Se ha hecho hasta una larga oratoria dedicando horas y horas al uso de la mascarilla, a la forma de transmisión, inclusive hay políticos que presumen de saber más que un científico en un laboratorio investigando con el SARS-CoV-2 o que un  doctor en la primera línea de batalla atendiendo a cientos de contagiados diarios en los hospitales.

            Hay tanta ignorancia alrededor que ese manoseo grosero ha incidido de forma mordaz en alentar que haya gente dudando hasta de la misma existencia del virus; que todavía en momentos críticos donde la propagación del coronavirus se ha acelerado sigan por las calles deambulando muchos incrédulos sin mascarillas.

            Este maldito egoísmo y narcicismo ha matado a mucha gente… cada vez estoy más convencida que tendríamos otro escenario de no ser porque la pandemia es utilizada como un instrumento.

            Si de forma temprana los gobernantes se hubieran hecho a un lado para que hablasen los científicos y los directores de hospitales en vez de técnicos y tecnócratas que no ejercen su profesión, quizá insisto, viviríamos actualmente  un escenario distinto mucho más controlado.

            Lo que ha prevalecido es la irresponsabilidad y las mentiras porque nos han engañado muchas veces con la información del virus probablemente para no provocar un pánico generalizado que desembocase en saqueos y problemas que pusieran en aprietos la estabilidad del gobierno.

            Cuando un funcionario público (del nivel que sea)  te informa en algún medio de comunicación  acerca del rumbo que ha tomado la pandemia, lo primero que se piensa es que no dice la verdad… porque todos intuimos que los números de los fallecidos son superiores así como de los infectados mientras todos los días, hora tras hora, se improvisa con nuestra salud y nuestra vida.

            En Estados Unidos, el expresidente Donald Trump, fue considerado por varios periódicos como el más mentiroso casi como algo compulsivo y enfermizo; la mayor parte de lo que dijo a sus seguidores y en general a los ciudadanos acerca del coronavirus fueron mentiras e imprudencias como los consejos de tomar pastillas de cloro.

A COLACIÓN

            La inmoralidad va más allá: la gestión de las vacunas no han quedado exentas, hay gobiernos en varias partes del mundo que no han dejado de colgarse el premio de obtenerlas recordemos que a Trump las farmacéuticas no le dieron el gusto de ser usadas en campaña; pero hay otros países como en España que el gobierno etiqueta las cajas y su distribución también es materia de disputa política entre las autonomías.

            Hay un especial interés por parte del gobierno central formado por la coalición del PSOE y Unidas Podemos por mostrar como fracasado y rebasado al gobierno del PP en Madrid; no es que les importe la gente, lo que pretende simplemente es evidenciar que lo hace fatal.

            Y todos quieren la medalla como si fuese una carrera electoral, qué alcalde ha vacunado primero, mientras el esquema de la inmunización es bastante cuestionado porque es verdad que se ha comenzado con la población más mayor y sus cuidadores ubicados en residencias de ancianos públicas y privadas pero se deja en desprotección al personal sanitario en primera línea incluyendo a las enfermeras; se  descuida a los guardias de seguridad, todas las fuerzas policiales y se discrimina igualmente a todas las personas que diariamente arriesgan su vida trabajando en un supermercado que es un centro esencial cobrando los alimentos de cientos de personas que pasan por el turno de caja.

            En China y en Rusia iniciaron vacunando a su ejército y a su personal sanitario y algunas empresas multinacionales de la tecnología lo han hecho con sus trabajadores. Simplemente Israel vacunó igualmente primero a su ejército y a su personal sanitario y avanza con éxito en su programa de inmunización a la población.

            En otros países hay pleitos y zancadillas porque el interés es que el gobernante quede como un idiota no que la gente sea vacunada; en España, estos días cunden las renuncias de políticos que, por una u otra razón, recibieron la primera dosis de la vacuna de Pfizer-Biontech, sin que les llegase su turno, algunos objetaron que quedaban sobrantes en los viales y decidieron que se aprovechasen en vez de desperdiciarlos. Poco importan las razones para esta cacería de brujas…

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