Triste y sola

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Me atrevo a escribir que todo aquél que haya estudiado en el nivel de bachillerato y el de la educación superior, recuerda el título de esta canción. Y es muy posible que no recuerde el estribillo, pero la sola época evoca recuerdos de esa primera juventud.
Tocada con música de estudiantina o Tuna, la letra dice “Adiós, adiós, adiós, aulas de mi querer; donde con ilusión mi carrera estudié. Adiós mi universidad, cuyo reloj no volveré a escuchar (se repite) Las calles están mojadas y parece que llovió, Son lágrimas de una niña, por el amor que perdió. Triste y sola, sola se queda la escuela, triste y llorosa queda la universidad, y los libros, y los libros empeñados, en el monte, en el monte de piedad. No te acuerdas cuando te decía, a la pálida luz de la luna, Yo no quiero querer más que a una y esa una mi vida eres tú.”
Y en efecto, la pandemia del COVID-19 ha dejado las aulas, las escuelas, las universidades tristes y solas, apenas unas cuantas almas son las que deambulan por pasillos y edificios administrativos, con personal de guardia, con trabajadores que vigilan lo solitario de las instalaciones.
Mientras la melodía Triste y Sola, arrancada de las voces y cuerdas de la Estudiantina o Tuna universitaria pareciera un espectro cuyo eco apenas deja oír las risas, las voces, el bullicio de niños y jóvenes estudiantes en su aula.
El coronavirus en el mundo ha hecho estragos y nuestro México no ha sido la excepción, cuando la noche del lunes pasado, rebasamos los 150 muertos por esta letal enfermedad.
Los contagios y los fallecimientos me parecen una responsabilidad compartida entre las autoridades de salud y los ciudadanos y si uno llega a fallar, entonces del otro lado de la rienda es quien debe de jalar. Lamentable, pero muchos mexicanitos quieren dejar todo al gobierno, incluso imitando conductas irresponsables que, con toda seguridad provocan contagios.
Las aulas vacías de las escuelas no reproducen los sonidos de los estudiantes, de los niños, adolescentes, jóvenes y hasta adultos que alguna vez se inscribieron para iniciar o continuar con sus saberes.
El problema es que vamos por un año de estar en confinamiento y los niños COVID -nacidos en esta era, ya ‘pelean’ su cubre bocas y buscan su gel antibacterial, sin tomar conciencia real de la amenaza que sigue incrementando enfermos y provocando muertes.
Las campañas de concientización para combatir con las mismas o mejores estrategias en la lucha contra este coronavirus y sus derivaciones, bien debieran incrementarse con acciones que se motiven a los demás a tres cosas simples y que pudieran auxiliar: Cubre bocas, Sana Distancia y Uso constante de Gel Antibacterial.
La periodista Mara Echeverría, del Expansión, publicó que el 40% de las escuelas privadas está en riesgo de cierre, pues es otro sector comercial que no logra sortear los contagios de COVID-19 y dice que son 10 mil los centros de estudio que cerraron de forma definitiva, hasta el 2020.
Sin embargo, advierte la comunicóloga, que el número de colegios podría duplicarse si continúan cerrados, según declaró Alfredo Villar, presidente de la Asociación Nacional de Escuelas Particulares (ANEP)
EL cierre de escuelas es porque los padres de familia están cancelando las inscripciones para incorporarlos a la escuela pública, por lo que según los datos de la Asociación de Escuelas Particulares, la planilla de alumnos se redujo a nivel nacional a menos de la mitad, pues se tenía una matrícula de 5 mil 500 millones de estudiantes y ahora son 2 mil 300 millones. En consecuencia, más de 200 mil educadores se encuentran a un tris de pasar al grupo de desempleados.
Justo es decir que ni profesores de la escuela privada y mucho menos en la pública, tienen una preparación para clases en línea y un exagerado número solo atiende sus obligaciones por medio de WhatsApp, que es donde dejan tareas a los estudiantes.
Alternativas… No nos conformemos con lamentar la mala suerte… Triste y sola se debe quedar la escuela, pero solo por vacaciones y días de asueto.
¿No le parece?

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