Indigentes, entre el olvido y la indiferencia

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Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Aunque no se tiene una cifra precisa de cuántos son los indigentes que deambulan por calles de esta ciudad, el último dato ofrecido por la Dirección de Protección fue de al menos 50 personas que no cuentan con hogar, y que han hecho de las calles y plazas públicas su dormitorio y zona de confort, aunque todos son inofensivos y no representan riesgo para las personas.Tampoco se sabe cuántas son mujeres y cuantos hombres, pero la mayoría son hombres y muy pocas las mujeres, aunque todos deambulan durante el día, y duermen por las noches casi siempre en el mismo lugar.

De acuerdo al director de Protección Civil, Omar Enríquez, los operativos que se llevan a cabo para desalojarlos de las plazas públicas han sido hasta el momento infructuosos porque se niegan a su traslado al refugio municipal, en donde les ofrecen alimento y un lugar donde dormir.

“No quieren ser trasladados al refugio porque dicen que están mejor en la calle, por lo que les damos la ayuda que necesiten”, dijo el funcionario tras mencionar que no todos son enfermos mentales, pero sí la mayoría no son de la ciudad.

Joaquín es un indigente y enfermo mental oriundo de Nuevo León, quien en repetidas ocasiones ‘desaparece’ de la ciudad porque se encuentra en Monterrey, pero debido a su condición, las autoridades de aquella ciudad lo detectan, lo suben a un vehículo y lo dejan cerca de Nuevo Laredo, lo que le consta a este reportero.

La ausencia de un lugar exclusivo para la atención para este tipo de personas hace de esta ciudad un lugar atractivo para que de otros lugares traigan a sus enfermos y los dejen en la ciudad sin ninguna protección ni identidad que permita a las autoridades locales una fácil identificación para localizar a sus familiares.

Un caso peculiar

Beto y Nachita forman una pareja muy peculiar aunque desde hace varios años ya forman parte del paisaje urbano de la ciudad porque todos los días se les ve muy cerca de la presidencia municipal, y aunque desde el año pasado se les ubica en la esquina de Maclovio Herrera y Guerrero, mucho tiempo permanecieron en una banqueta ubicada en Guerrero y Madero.

Al parecer Beto es de San Luis Potosí, en donde perdió a todos sus hermanos, pero no se sabe los motivos que lo trajeron a esta ciudad. Un cuidador de autos cercano contó que hace dos o tres meses un auto chocó y se lo llevó de encuentro, accidente que actualmente le impide caminar bien, por lo que usa una silla de ruedas que alguien le donó.

No habla mucho porque es desconfiado, pero Nachita (así dice el cuidador que se llama), platica mucho pero no razona por ser enferma mental sin atención adecuada.

Al parecer ella pertenece a una familia adinerada que la dejó a su suerte por no gustarle el encierro, pues estuvo en alguna ocasión en un centro de rehabilitación mental, pero recayó y vino a dar al lugar donde hizo su hogar temporal.

“Tiene muchas amigas de dinero que le traen comida y ropa, pero sus amigas son de dinero”, cuenta el franelero.

Sin embargo, la mayor parte del tiempo se encuentran en el mismo lugar, ante la indiferencia clara de las personas y de las autoridades, que hacen poco para ayudarles en una rehabilitación que los reintegre a una vida social normal.

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