-Lo que el viento se llevó se repite la historia.
-No hay Atlas de Riesgos ni Plan de Contingencia.
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Toneladas de basura, escombros, calles enlodadas y decenas de estructuras de hierro retorcido y de árboles caídos es lo que dejó una tromba que azotó de manera imprevista esta ciudad la noche del lunes 17 de mayo, efectos que mantienen aún en la zozobra y la incertidumbre a cientos de familias que lo perdieron todo o están a punto de perderlo.
Un ejemplo de esta tragedia son las endebles casas de cartón y madera de la proletaria colonia Voluntad y Trabajo 3, una de las más afectadas. Se ubica en el extremo poniente de la ciudad, en la ruta que lleva a Piedras Negras, Coahuila, sobre lo que eran los basureros municipales hace algunos años.
Una hora de intensa lluvia y fuertes vientos de 150 kilómetros bastaron para que 10 años de intenso trabajo se perdieran entre las lodosas calles de esta colonia formada por familias originarias de San Luis Potosí, Zacatecas y Coahuila, en su mayoría.
La tormenta tomó por sorpresa a Araceli Morales, una mujer que vive en la calle Río Misisipi 1640, la que el fuerte viento casi destroza luego de haberle volado parte del techo de lámina. Ella vive con su madre y una hija de 14 años, quienes se refugiaron en un pequeño cuarto que sirve de baño, y desde allí vieron cómo volaba el techo de su humilde casita de madera.
“Eran como las diez y media de la noche, y solo vi que todo comenzó a tronar seguido de un fuerte zumbido, y cómo se volaban las láminas de mi techo…sentí mucho miedo y terror por lo que nos metimos en el baño y ahí nos quedamos hasta que pasó la tormenta”, explica aún temerosa esta mujer originaria de San Luis Potosí.
A su lado se encuentra su madre Margarita Castañeda, y al frente su hija de 13 años, quienes narran que corrieron rumbo al baño para protegerse de los embates de esta tromba que casi las deja sin hogar y sin nada.
Pero fueron afortunadas. Teresa Alejandra vivió la tragedia con más intensidad porque su casita de madera fue destruida por completo por el meteoro…no quedó nada de pie…todo se lo llevó el fuerte viento, y casi se lleva también a sus dos pequeños hijos que se refugiaron dentro de un vehículo abandonado, mientras ella intentaba inútilmente salvar algo de sus escasas pertenencias.
Una cama mojada en medio de nada y montones de ropa y madera destrozadas fue lo que quedó de su vivienda, pero lo más importante para ella quedó a salvo; sus dos hijos que asustados no querían aún salir del viejo vehículo que los protegió y quizás salvo sus inocentes vidas.
Vive en la esquina Primero de Enero y Eduardo Guzmán, en donde la solidaridad de sus vecinos fue más fuerte, eficiente y rápida que la ayuda oficial. Sus vecinos de inmediato se organizaron y poco apoco comenzaron la reconstrucción de esta casita de 5 por cuatro metros cuadrados que sucumbió ante las ráfagas de 150 kilómetros por hora que arrasó con todo en esta proletaria colonia.
“Cuando vi la tormenta saqué a mis hijos y los metí en esa troca abandonada para protegerlos. Es la primera ocasión que vivo algo así”, explica con detalle esta mujer originaria de Torreón, Coahuila.
Consuelo Hernández vive en Río Misisipi 1530 Norte, y al igual que Teresa, su vivienda quedó casi destrozada junto con los 7 años que pasó construyéndola con pedazos de madera.
Un techo caído y restos de lo que fue su casa yacen regados por todos lados, y fue lo que el viento no se llevó, aunque la endeble estructura amenaza con caer en cualquier momento.
“Me dio mucha tristeza porque no esperaba esto, y sentí que el viento me iba a levantar también. Fue algo muy feo y muy triste”, explica la mujer de 70 años de edad, quien vive sola en este lugar desde hace 7 años.
A Jorge Saldaña y a su esposa la casa se les vino encima porque en cuestión de segundo el viento la desapareció. Por fortuna su esposa le cayó encima el refrigerador e impidió que el viento se la llevara, y en forma muy gráfica levanta las manos señalando cómo desapareció su humilde vivienda.
“No han venido a ayudarnos…nadie ha venido…solo un güero alto canoso que dijo ser el alcalde, y nos dijo que nos darían apoyo, pero hasta el momento no nos han traído nada”, expresa con desaliento mientras señala lo poco que le quedó de lo que fue una casa de madera.
Cinco años después, lo mismo…y sin prevención
Aunque los efectos de la tromba intensidad 2 o 3, según lo relató un grupo de ingenieros de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no pueden ser evitados, sí pudieron ser menores si las autoridades de Protección Civil y Bomberos de esta ciudad hubieran alertado con tiempo a la población del peligro que estaba por llegar.
Pero no hubo alerta previa ni mecanismos de prevención de este organismo municipal para la población, por lo que el golpe fue seco, imprevisto y de frente…llegó con todo y sin que nadie pudiera hacer algo para evitar la sacudida.
Justo hace cinco años, el 21 de mayo del 2017 una tromba similar destruyó casi por completo la aduana de esta ciudad, considerada la más importante de América Latina, lo que ocasionó pérdidas estimadas en 45 millones de pesos, según reveló en ese momento el titular de la Administración General de Aduanas (AGA), Ricardo Treviño.
Los vientos de la tromba que destruyó la aduana fueron de 90 kilómetros, 60 menos que la del 17 de mayo, y si en esa ocasión la tromba dejó al descubierto las deficiencias de una aduana construida al vapor y posiblemente con un presupuesto inflado, los efectos del meteoro de esta semana ponen en tela de juicio la capacidad de una dependencia municipal que debió alertar con tiempo a la población de la destrucción que estaba por llegar.
Pero no es todo. El 26 de septiembre también del 2017 otra tromba cayó sobre la ciudad, lo que provocó severas inundaciones en al menos 27 colonias ubicadas cerca de arroyos, presas y del río Bravo, y puso al descubierto un cuadro severo de desorganización, incapacidad y falta de conocimiento de los que es la protección civil y la prevención.
Al menos así lo indica la Ley de Protección para el Estado de Tamaulipas, en el Artículo 2º Fracciones I, II, III y IV, así como el Artículo 71 de la misma Ley, que dicen al calce: “…acciones de alertamiento, comunicación social de la emergencia, coordinación de la emergencia, evacuación, búsqueda y rescate, seguridad pública, asistencia social, coordinación y PLANES DE EMERGENCIA…”.
En aquella ocasión del 26 de septiembre el titular de Protección Civil, Omar Enríquez, reconoció las deficiencias en cuanto a organización y prevención con que contaba el organismo municipal que aún dirige dijo “…fuimos rebasados porque no estábamos preparados. Ni siquiera en Laredo sabían que caería una tormenta así…”, justificó.
Pero ya pasaron 5 años y las mismas deficiencias en materia de prevención continúan, porque no se le avisó a la población con tiempo para que tomara las prevenciones necesarias, y al consultar el reglamento de protección civil para Tamaulipas, se observa que Protección Civil o no cuenta con un Atlas de Riesgos, un Plan de Contingencias, o no están actualizados, lo que neutraliza la capacidad de prevención y de reacción de este organismo municipal.
El Artículo 2º del Capítulo 1 de la mencionada Ley establece que Protección Civil tiene la obligación de alertar a la población, y de comunicarle de manera adecuada lo que debe hacer antes de que se presente un fenómeno natural como el ocurrido el pasado 17 de mayo.
Pero no lo hizo y ocurrió el desastre, además de que no existe un Fondo Económico para Desastres Naturales y atender emergencias de este tipo, como se señala en el Artículo IV de dicha Ley, pero al parecer no existe ese presupuesto.