Trabaja con cuero desde hace 35 años en una talabartería de 50 años de edad

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-El olor a cuero, solvente y pegamento remontan el tiempo.

Nuevo Laredo, Tamaulipas.-Todos los días, desde hace 35 años, Arturo Rodríguez llega al mediodía a su negocio, una antigua talabartería ubicada muy cerca del centro de la ciudad y a pocos metros del hospital del Imss, y de no ser por el fuerte olor a cuero, a piel curtida y a pegamento, pasaría inadvertida debido a que pocos conocen el trabajo del cuero, y porque negocios como este poco a poco van desapareciendo por efectos de la modernidad.

Se trata de la talabartería ‘México Lindo’ que se encuentra en la esquina de las calles Hidalgo y Reynosa; en una vieja construcción más antigua que el propio negocio, pero que da refugio a este peculiar lugar que se anuncia con una desgastada pinta en la que se pueden leer los diversos trabajos que ahí se realizan por las manos expertas de Arturo, un hombre maduro pero de manos firmes y mucho conocimiento para trabajar el cuero y la piel, herencia de su padre.

Tal vez por eso tiene mucha demanda entre los vaqueros, ganaderos, rancheros, y uno que otro cliente que desea reparar un viejo cinto piteado o una montura gastada por el ajetreo de lidiar con el ganado a pleno sol.

“Me dedico a la venta de artículos para caballos, para el campo y para cabalgatas, y aunque hay algunos talleres particulares, creo que este es el único que está abierto al público”, refiere Arturo orgulloso de este trabajo tradicional y poco conocido por las nuevas generaciones.

Desde el momento en que se ingresa a este lugar, el olor a cuero, piel, fierro y pegamento invita a retroceder un poco en el tiempo, ya que al estar adentro el tiempo parece detenerse y retroceder varios años.

Más de 50 años

Trabajar el cuero no es trabajo fácil, pero para este hombre los 35 años que tiene de trabajar este material lo han hecho un experto muy reconocido entre rancheros, vaqueros y ganaderos de la región, ya que el material solo lo consigue en Oaxaca y Veracruz y sus poblados cercanos, porque aquí no hay quien le surta.

Pero la talabartería tiene cerca de 50 años, o tal vez más, porque el padre de Arturo la adquirió y luego se la heredó.

“No recuerdo, solo sé que lo compramos porque era un negocio muy productivo, y yo le vendía la mercancía al propietario que era mi cliente, pero debido a que era una persona de edad avanzada, decidió retirarse y nos vendió el negocio”, explica con detalle.

A este lugar asistían clientes de Texas, los que acudían para reparar algunas de sus cosas, o para comprar los diversos artículos que están a la venta, como cintos, bolsas, billeteras, accesorios para gallos de pelea, y para reparar o vender  hebillas, chamarras y chalecos para motociclistas. Pero también trabaja, navajas, espuelas, frenos y pecheras de caballo.

Una muy antigua y peculiar máquina industrial se encuentra al lado de una rebajadora de cuero, de una remachadora y de una lijadora son sus instrumentos cotidianos de trabajo, ya que sin ellas no podría realizar este delicado ya  la vez rudo trabajo de tratar con cuero.

Cuando se ingresa a este pequeño local, de inmediato se aprecia una vieja vitrina de vidrio con gran cantidad de hebillas plateadas, espuelas de fierro y muchos arneses que penden por todos lados y que están a la venta o en reparación.

“Me va bastante bien porque mis clientes son locales como vaqueros y gente del campo que me compra para sus ranchos”, señala, pero dice que no han acudido a su negocio, ni políticos ni personajes importantes de la ciudad, solo gente sencilla del campo.

A unos metros de la entrada otra vitrina de vidrio guarda celosamente algunos artículos metálicos de cierto valor, es franqueada por una bella silla de montar color natural, la que muestra Raúl, uno de sus ayudantes que deja por un momento su labor de manejar una vieja pero buena máquina industrial para cocer cuero.

“Ofrecemos cintos a la medida y monturas, pero lo que más nos demandan son lo relacionado con las cabalgatas como espuelas, frenos, cabezadas y todos los accesorios del caballo, y tenemos buena demanda, pero si es algo que no podamos trabajar, no lo hacemos”, explica.

Uno de los objetos más extraños  que ha trabajo es la limpieza de una montura piteada de plata, pero uno de estos trabajos puede ser muy caro o no tanto, todo depende del terminado que se le haga, y aunque el negocio está en una zona con pocos negocios, ya tiene el reconocimiento de sus clientes, que le recomiendan a más personas, pero no siempre se llamó ‘México Lindo’, aunque Arturo no recuerda el nombre original.

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