De acuerdo con UNICEF, América Latina y el Caribe es la región que más tiempo ha estado sin clases presenciales y con las aulas cerradas, dejando además datos inquietantes: aproximadamente el 60% de los menores de la región perdieron el año lectivo y 13 millones de niños no tienen ningún acceso al aprendizaje online.
El organismo adscrito a las Naciones Unidas urge a la apertura de los centros escolares porque si no habrá una generación perdida que quedará sumida en el atraso con graves consecuencias en su empleabilidad y en la movilidad social intergeneracional.
De hecho, destaca que la probabilidad de los niños latinoamericanos de terminar la escuela ha caído de un 61% a un 46%, regresando a niveles de los años de 1960.
Estos días que todos los padres de familia se cuestionan si es seguro o no enviar a sus hijos de vuelta a clases, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) remarca que si todos seguimos las pautas de salud pública recomendada la exposición y la propagación del SARS-CoV-2 puede controlarse.
El problema es que no hay un compromiso de todas las personas para comprender lo importante que es sumar esfuerzos para contener al virus y entonces vemos lo que hay: gente sin mascarilla, personas con cubrebocas mal colocados; múltiples pachangas, reuniones y bailongos.
El virus se expele por la boca y por las vías nasales, sale en forma de gotículas de todos tamaños que flotan en el aire, no se sabe bien a bien, cuánto tiempo permanecen suspendidas y hasta dónde son capaces de viajar si sopla el viento.
Por eso es que muchos contagios se han dado en entornos de multitud de personas o de lugares cerrados, la ventilación es muy importante y así como guardar distancia personal.
En México, y en otros países de América Latina, han abierto de nuevo los centros educativos, es menester que suceda ya la vuelta a clases porque la ignorancia y el atraso son también malos y como lo remarca la propia OMS: no debe olvidarse la salud mental de los educandos, sobre todo de los más pequeños.
Al menos 165 millones de infantes se han quedado sin vivir “su primera vez” en el kindergarten, ese importantísimo día en que el pequeñín va de la mano de su madre o padre o bien de ambos para dejarlo en la puerta de lo que será su aula para aprender.
Esa puerta es muy significativa y la actitud que se asuma. Es la puerta de la vida… de la vida misma. Todos tenemos miedo, nervios, dudas y por supuesto, no creemos en lo que nos dicen las autoridades y menos si son políticos.
Pero los científicos nos están dando las pautas: vacunas y medidas de salud pública para controlar y vencer al virus. Ya cumpliremos el próximo diciembre dos años de estar metidos en esta pandemia… no es posible dejar más tiempo encerrados a los educandos en sus casas, porque esta pandemia puede demorar tres o cuatro años más.
A COLACIÓN
En España, las clases serán en grupos burbuja y por fin las universidades tendrán a los alumnos de vuelta porque llevan más de un año estudiando de forma virtual.
Los demás niveles escolares retomaron su presencia en las aulas desde septiembre de 2020 y, en mi experiencia personal como madre, en el salón de mi hija de diez años jamás se suspendió clases, ni hubo cuarentenas, ni ningún tipo de emergencia.
La clave está en los cubrebocas perfectamente colocados desde la nariz hasta la barbilla, yo envío a mi hija con doble tapabocas, uno de tela por debajo y por encima uno de máxima protección. Todos los días se lava el de tela y el oficial se cambia cada tercer día; y el salón de clases debe tener la máxima ventilación natural posible con puertas y ventanas abiertas.
Es importante que se le explique, a las niñas y a los niños, la relevancia de colocarse bien el cubrebocas, que entiendan que se cuidan a sí mismos pero también a los demás. Por supuesto, el gel hidroalcohólico y la distancia de seguridad funcionan. Hay forma de tener una vuelta segura al colegio si todos aceptamos las normas y las cumplimos comenzando por la vacunación.