Cd. Victoria limpia…

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Innegable la evolución en la comunicación en México y el mundo, porque desde el periódico, la radio y más tarde la televisión, fueron los pilares para que la población estuviera enterada de lo que sucedía en el mundo.

Reconozco que entonces la información fue unilateral, porque solo quién tenía el micrófono o la pluma en la mano, poseyó el poder de la palabra, era la que se escuchaba o leía.
El nacimiento de internet y el desarrollo muy acelerado de la comunicación permite que haya plumas y micrófonos en todos los sentidos, pues se sabe de posturas ideológicas y hasta de empresas que se alquilan para difundir ‘SU’ verdad, que no necesariamente son ciertas y se corre el riesgo de confundir a la audiencia.
Un personaje, victorense por adopción y me parece de cuna coahuilense, fue Don Carlos Adrián Avilés Bortolussi, un hombre muy singular que dejó huella no solo en la comunicación regional, sino en las familias del centro del Estado, sobre todo por su entusiasta alegría para decir las cosas frente a los micrófonos de la Organización Radiofónica Tamaulipeca (ORT), particularmente en la WEBJ y XEGW
Viene a este espacio la imagen de Don Carlos, porque fue el creador, el generador de aquella frase de impacto repetida por los nativos y avecindados victorenses: “Cd. Victoria, ciudad amable, Cd. Victoria, ciudad limpia”
Don Carlos Adrián no solo se ganó el aplauso de las audiencias por su carácter alegre, jovial y entusiasta colaborador para las causas nobles, como los maratones radiofónicos para recabar fondos y construir el reloj de la Catedral de Nuestra Señora del Refugio, ahí en el 15 Hidalgo y Juárez.
También se pasó horas frente el micrófono de la WEBJ, en su maratón para reunir fondos y construir el Hospital Infantil de Cd. Victoria, que por cierto empezó a funcionar bajo la dirección del Dr. Carlos Castro Medina.
La imagen que Carlos Adrián Avilés dio a la capital de Tamaulipas, en muy breve tiempo, por pésimas administraciones municipales, incluso con alcaldes oriundos de este terruño, dieron al traste con los años de educación a los victorenses.
Hoy no podemos decir desde ningún ángulo que hablamos de una Ciudad Victoria Limpia, porque por todos los rumbos encontramos los montones de basura en las paradas oficiales que el mismo municipio señaló.
Administraciones municipales van y vienen y cuando ya parecía que el problema se podía superar, los camiones recolectores vuelven a suspender el servicio. Hubo un alcalde que hasta compró camiones nuevecitos y se vieron trabajar un tiempo, pero pareciera fueron alquilados porque desaparecieron.
Llegó a tanto el descaro que algunos alcaldes sugirieron la posibilidad de contratar, con cargo a la ciudadanía, el servicio municipal de recolección de desechos y no faltó quien le pusiera costos mensuales.
En algún tiempo el municipio llegó a multar a ciudadanos sorprendidos al sacar de su domicilio, la basura hacia el punto de recolección, entes de la llegada del camión, pero ahora pasan días y en algunos casos semanas con la basura amontonándose.
Regularmente el camión pasaba tres días a la semana. Por ejemplo: martes, jueves y sábado; además la hora estaba marcada, por ejemplo, a las 7:30 AM. Sin embargo, los montones van creciendo, sobre todo afuera de los domicilios entre las esquinas y dan la idea las autoridades que ni les va, ni les viene.
Vecinos, cuya parada oficial de recolección de basura está frente a su domicilio, se quejan con razón de los olores fétidos y la abundancia de todo tipo de animales (dos y cuatro patas) que escudriñan la basura, lo mismo buscando alimento que objetos para revender.
Don Carlos Adrián Avilés Bortolussi en su ‘Alegría Matinal’ de la XEBJ solía declamar aquella poesía de Joseph R. Kipling, en la radio: “Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir, cuando tengas poco haber, pero mucho que pagar, y precises sonreír aun teniendo que llorar, cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar -hermano- acaso debes, pero nunca desistir.”
Lo malo es que los gobiernos municipales que hemos tenido, no responden a las expectativas ciudadanas y por más que descansamos, muchas veces parece que desistimos de nuestra esperanza de tener una ciudad como la que nos pintaba Carlos Adrián Avilés… Una Ciudad Victoria limpia, amable.
¿Viva México? ¿Viva Victoria? Ojalá… despertemos de este muy aletargado sueño.

 

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