Una de las claves fundamentales para tener una buena salud consiste es mantener una alimentación sana, equilibrada y variada, pero llevar esta práctica al extremo se vuelve en contra de aquellos que comienzan por estar preocupados por su alimentación, y terminal por convertirla en una obsesión.

Este trastorno alimentario provocado por una obsesión patológica por comer comida considerada saludable puede ser perjudicial para el cuerpo y la psique llevando a situaciones de desnutrición, advierten desde la aseguradora médica Sanitas.

Explican que “la necesidad de llevar una dieta saludable y libre de cualquier tipo de nutriente considerado dañino para el organismo puede convertirse en un trastorno obsesivo compulsivo que recibe el nombre de ortorexia”.

Una persona con este trastorno realiza una dieta muy restrictiva, evitando a toda costa los alimentos que contengan no solo grasas, o azúcares, sino también conservantes, colorantes u otros componentes que considera insalubres, según esta fuente.

Sin embargo, esta pasión por lo sano puede derivar en la situación contraria: la aparición de problemas de salud causados por la carencia de nutrientes, al prescindir por ejemplo de grasas saludables que aportan vitaminas esenciales como la D y cuya deficiencia puede debilitar el sistema inmunológico, apuntan.

Los enfoques nutricionista y médico

“La ortorexia suele derivar en pérdidas de peso muy rápidas y pronunciadas, y en una mayor facilidad para sufrir lesiones, a veces por realizar excesivo deporte sin estar bien nutridos”, afirma la nutricionista Verónica Velasco, experta de BluaU, el servicio digital de cuidado de la salud de Sanitas.

Este trastorno también suele conducir a la falta de energía y a la fatiga, incluso debidas al tiempo que dedica la persona que padece este desorden a planificar y organizar su dieta, señala.

“En casos muy extremos y prolongados en el tiempo, la ortorexia ha derivado en problemas de salud que han requerido intervenciones quirúrgicas”, según Velasco.

Hay casos en los que el sujeto se desmaya, teniendo que realizar tratamientos de hidratación controlada para regular los niveles de iones (minerales en el cuerpo) o implantar sondas de alimentación en su cavidad gástrica a través de la nariz o de la pared abdominal, según la doctora Cecilia Sanz García, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

Esta alimentación restrictiva se refleja en comportamientos que buscan mejorar la salud de forma obsesiva, como pasar más de tres horas diarias pensando en la dieta de ese día, planificar las comidas de forma rígida o tener la necesidad de controlar la composición y porción de cada alimento, según Raquel Velasco del Castillo, psicóloga de BluaU de Sanitas.

Estos y otros comportamientos marcados de rigidez alimentaria se acompañan de un sentimiento de culpabilidad muy alto en la persona si se salta alguna de sus exigencias dietéticas, y afectan su capacidad de tener una convivencia social equilibrada, lo cual suele llevar a que aísle de los demás, añade Del Castillo.

La principal diferencia entre mantener una alimentación sana e incurrir en una alimentación ortoréxica radica en que la persona, en vez de tener una preocupación razonable por mantener un estilo de vida saludable, hace que todo su tiempo gire en torno a la comida, señala Diana Camín, psicóloga de bluaU.

Fuente: latimes.com

(Visited 1 times, 1 visits today)